LOS 14 AñOS DEL PROGRAMA JóVENES Y MEMORIA
Otro año, otra reunión en Chapadmalal para alrededor de 12 mil pibes sub 18 que debatieron sobre memoria, violencia institucional, género y diversidad, identidad y participación juvenil.
› Por Juan Ignacio Provéndola
¿Cómo será recordada la política de Derechos Humanos que caracterizó a esta era a punto de acabar? ¿Cómo una “recomposición obligatoria”? ¿O cómo un “curro para los amigos”? Subyace debajo de esa pobre dialéctica retórica de tribuna una discusión mucho más rica y profunda. Es la que surge de las bases. Ideológicas y biológicas. Porque todo joven es político. Ese es el saldo que dejaron estos 14 años ininterrumpidos del multitudinario encuentro que, promediando la primavera, organiza en Chapadmalal el programa Jóvenes y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria.
Durante dos semanas de noviembre desfilaron por las habitaciones y los pasillos del legendario complejo hotelero 12 mil pibes de todo el país. La mayoría son sub 18 y provienen de colegios, talleres, organizaciones sociales, políticas y culturales, que procesaron en caravana hacia Chapa para mostrar proyectos de investigación laburados a lo largo de este ciclo lectivo en forma de cortometrajes, documentales, performances teatrales, murales, muestras fotográficas e intervenciones. Hubo cinco ejes temáticos: política de memoria, violencia institucional, género y diversidad, identidad, y participación juvenil. Fueron 970 proyectos que compusieron un mapa territorial de inquietudes y problemáticas llenas de militancia, desenfreno y esperanza. De la protesta a la propuesta.
“Sólo les pedimos que laburen desde su subjetividad. Que no se trate de un mero muestrario de denuncias, sino que sirva para preguntarse algo a sí mismos”, apunta Sandra Raggio, directora general del programa, quien nunca sospechó la expansión que el Encuentro de Jóvenes terminaría alcanzando con el tiempo. No sólo de convocatoria, sino también de agenda: “En la primera edición, en 2002, todas las investigaciones eran sobre la dictadura militar. Lo cuál era obvio, ya que en ese momento había muchas deudas por saldar. Pero después surgieron otras cuestiones. Muchos chicos contaban que desaparecían pibas de sus barrios. “¿¡Cómo!?”, nos preguntábamos nosotros. Ahí comenzó a tener visibilidad el problema de la trata”.
Efectivamente, los trabajos dan cuenta de las distintas inquietudes de esta generación de jóvenes, que recogen guantes del pasado y siembran semillas para el futuro. La de la trata de personas es una de las banderas que más compunge al piberío de nuestro día. “La primera vez que se habló de esto en el encuentro fue en 2008. Fuimos aprendiendo las implicancias de este problema gracias a ellos, a través de las historias que sucedían en sus barrios. Desapariciones en democracia que, además, derivan siempre en redes de trata con la complicidad de los poderes locales”, subraya Diego Díaz, coordinador del programa, antes de presentar un escalofriante trabajo de una escuela de Pergamino sobre Spartakus, cabaret que hizo tristemente conocida a aquella ciudad por el hallazgo de menores de edad explotadas y de funcionarios municipales disfrazados de clientes VIP.
Otro emblema de esta generación parece ser el de los problemas ambientales derivados de negocios privados. Para las revistas que realzan la vida confortable, Pilar es capital nacional del country. Para las estadísticas tangibles, en cambio, la ciudad representa el cuarto distrito del conurbano con mayor cantidad de asentamientos. La voracidad inmobiliaria ABC1 avanzó no sólo sobre la dignidad habitacional, sino también por encima de humedales sensibles para el equilibrio natural de toda la región. Algunos encuentran en este detalle ignorado una explicación a las estragosas inundaciones que padeció la provincia en los últimos tiempos.
La otra dimensión del avance del capitalismo sobre la explotación de la tierra tiene que ver con el problema que los medios dominantes definen como “tomas” y “usurpaciones”. Los trabajos mostrados en el Encuentro de Jóvenes lo explican de un modo más sensato y sencillo: hay (en Argentina, en el planeta) cada vez más personas y cada vez menos espacio. Además de mucho suelo en manos de pocos ricos. Hay gente que ahorra en hectáreas como si jugara al Monopoly mientras familias numerosas se arrumban en minúsculos chaperíos. El problema se agudiza en el conurbano, de donde vino la mayoría de los pibes de este Encuentro de Jóvenes Chapa2015.
Chapadmalal, a medio camino entre la ruta que conecta a Mar del Plata con Miramar bordeando el Atlántico, encierra en sus paredones añejos los sueños del mejor peronismo de la historia. El de su expansión espiritual: el kilométrico complejo hotelero fue creado para que laburantes de todo el país gozaran de vacaciones por primera vez en su vida. La mayoría de ellos, además, pudo de esa forma conocer el mar. Medio siglo más tarde, la sintonía parece ser la misma: los pibes viajan para conocerse a sí mismos.
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