SECRETOS Y ENCANTO DE LA ELABORACION CASERA
El sueño de la cerveza propia
El 30 de agosto se concretará el Tercer Concurso Internacional de Cerveza Casera, un evento que reúne a quienes tomaron (je) la decisión de dedicarse a fabricar cerveza para placer propio y de sus amigos. En la previa del gran encuentro, varios hacedores y degustadores cuentan verdades y mentiras.
› Por Roque Casciero
”Lo que importa es la cerveza”, grita Flavio Pedemonti (personaje de la cantera “Todo x 2 $”) en una campaña multimediática orientada a vender una marca. Y ese slogan podría ser algo así como el lema de vida de cualquiera de los que se sientan cada quince días en las mesas del Centro Cultural Nogoyá y La Vía (Nogoyá 2760, Villa del Parque): allí se reúne un grupo de cerveceros artesanales a compartir secretos, recetas, experiencias y... cerveza, claro. Mucha cerveza. Entre quienes se juntan hay desde cincuentones con la barriga pronunciada hasta algunos sub-20 con bastante experiencia en eso de lograr una buena birra. Todos forman parte de una lista de correos por Internet, a la que se accede a través de www.cerveceroscaseros.com.ar. En esa página, además, se pueden encontrar montones de consejos para quienes quieren largarse por primera vez a fabricar su propia cerveza. Una tarea gratificante, por cierto.
Los miembros de esa lista de correos son quienes organizan el tercer Concurso Internacional de Cerveza Casera, que se realizará el sábado 30 de agosto a partir de las 17 en La Forja (Bacacay 2414). La entrada y las degustaciones ¡son gratuitas! Entre los jurados estará Marcelo Cerdán, un biólogo a quienes casi todos consideran el gurú de los cerveceros caseros. El fue el inventor de una cerveza llamada Dorada Pampeana, una variedad de la pale ale inglesa que puede hacerse con malta argentina, levaduras, agua y lúpulo de El Bolsón.
“Nuestra primera degustación fue espectacular, no podíamos creer lo que estábamos tomando”, dicen Ariel (24) y Claudio (24). “La abrimos y tenía gas, la probamos y tenía gusto a cerveza, y encima pegó un poco: ¡era cerveza!” Los dos empezaron hace un año, motivados por una nota periodística. Del mismo modo se enteraron Javier (33) y Guillermo (32), que llegaron a las primeras reuniones hace tres años y que ahora producen más cantidad de la que pueden tomar. Juan Manuel (19) y Nicolás (24) simplemente fueron a las reuniones hace dos años porque les gustaba la cerveza y querían aprender a hacerla.
Casi todos comenzaron con los mismos elementos: una olla grande, un colador tamaño para fideos, un bidón de plástico tipo dispenser de agua (para la fermentación), una heladerita de camping (para hacer el macerado a una temperatura constante) y una serpentina de caño de cobre. Después fueron armándose equipos para poder producir más y con menos trabajo. En los comienzos eran unos veinte. Entonces les costaba conseguir los insumos y tenían que agruparse para comprarlos: “Lo único que se podía conseguir era malta base y había que luchar para conseguirla porque las grandes malterías no querían vendernos. Los tipos venden de a ocho toneladas, nosotros queríamos bolsas de cincuenta kilos. Ahora debe haber setecientas personas que hacen cerveza, entonces hay un pequeño mercado”, explica Javier.
–¿Es difícil hacer cerveza?
Guillermo: –Es sacrificado, porque te lleva ocho horas, así hagas cinco litros o doscientos. Y después tenés que limpiar un despelote de cosas que ensuciaste...
Juan Manuel: –Para evitar que tu madre te eche.
Claudio: –De hecho, a Ariel y a mí nos expulsaron durante un par de semanas.
Ariel: –Arruiné la licuadora que le habían regalado a mis viejos en el casamiento. Treinta años funcionando, hasta que empecé a hacer cerveza...
Javier: –Yo me armé un equipo en el lavadero porque, si no, inutilizaba la cocina durante ocho horas. Con el equipo se hace más fácil y se puede hacer más cantidad. Ahora se venden equipos ya hechos, pero el 90 por ciento de la gente lo arma sola.
–¿Qué les gusta más, hacer cerveza o tomarla?
Guillermo: –Eso es como que me preguntes si quiero más a mi papá o a mi mamá... (risas).
Nicolás: –Es parte de lo mismo. Guillermo: –Para mí, hacer cerveza es como una terapia. Hay muchos momentos muertos, entonces puedo agarrar una guitarra o hacer cualquier otra cosa. Y después que pasaste un buen momento haciéndola, servirla y ver que lo que hiciste está rico.
Juan Manuel: –Y que a tus amigos les gusta...
Javier: –Eso es un tema aparte. Generalmente, cuando hacés cerveza caen más amigos a tu casa. ¡Y tenés muchos más amigos que antes!
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