Jueves, 31 de diciembre de 2015 | Hoy
Por Lucas Kuperman
“Si diez años después te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquél pero casi igual...”. ¿Habrá pensado Carlitos en aquella letra del Salmón? Difícil de confirmar. Lo que se sabe es que aquel pequeño crack de 21 años que se fue a dar la vuelta al mundo, justamente para no dejar de dar vueltas, volvió. Después de pasos fundamentales por Corinthians, West Ham, Manchester United, Manchester City y Juventus, regresó al club de sus amores con muchísima más gloria que pena. Atrás quedaron contratos europeos, ofertas millonarias chinas, españolas e italianas, y torneos de primer nivel internacional. Es que el corazón del nacido en Fuerte Apache estaba en un solo lugar: La Boca.
Difícil fue, seguramente, pegar la vuelta en ese contexto: clima político, eliminación extrafutbolística de la Libertadores y, lo más importante, un cuerpo entero. Tan entero que se fue de Italia siendo figura de una Juve subcampeona de Champions League después de haber ganado todo a nivel local. En un Boca falto de referentes desde la partida de JR10, donde costaba conseguir quién se pusiera la capa de héroe, el retono de Tevez fue fundamental: volvió con ganas, maduro y con mucho, mucho fútbol para dar.
En épocas donde las grandes figuras vuelven, si es que lo hacen, en las últimas –sobrados casos hay en el equipo de la franja roja–, el Club de la Ribera parece tener un imán que atrae a las glorias: volvió Tevez, así como en su momento lo hicieron jugadores de Selección como Palermo, Riquelme, Gago y hasta Daniel Osvaldo.
Tan bien le hizo a Carlitos su vuelta al equipo que logró los dos campeonatos que peleó: el (ridículo) torneo de 30 equipos, y la (muy discutida a nivel arbitral) Copa Argentina. No solo aportó balance al equipo, sino que dio serenidad a sus compañeros (en la cancha, con la prensa, en los festejos) y absorbió toda la famosa presión del famoso Mundo Boca. Y su vuelta fue completa: después de una ausencia discutida en el Mundial, a principios de este año la AFA lo exoneró –vaya a saber de qué cargo– y se volvió a calzar la Celeste y Blanca.
En un fútbol que perdió belleza, con impresentables dentro y fuera de la cancha (incluso con papelones en la mismísima AFA), se necesitan más jugadores que devuelvan la hermosura del caño, la garra, el taco, la entrega y el lujo por el lujo. La vuelta de Carlitos también abre la puerta a imaginar a Messi con la de Newell’s, Di María en Central, el Kun Agüero con la del Rojo, y un sinfín de etcéteras que se esperan con los brazos abiertos, y por qué no, las gargantas preparadas para entonar el grito sagrado.
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