EL REGRESO DE “EL ETERNAUTA”, UN CLASICO
Luego de idas y vueltas, conflictos legales, reediciones e intentos vanos de reanimación, la gran historieta argentina reapareció en los kioscos, en versión actualizada. Así promete continuarse la saga de Juan Salvo, el hombre enfundado en un extraño traje anfibio que camina, camina.
› Por Martín Pérez
Un hombre que se acerca
caminando en medio de la nieve. Una nieve de copos muy grandes y redondos, de
la que el hombre se protege enfundado en un traje aislante, que le tapa el rostro
con una extraña máscara submarina. Pero dentro de la cual se destaca
la decisión de su mirada. Es la imagen épica que sintetiza, en
una postal aislada, la que tal vez sea la mejor historieta de aventuras de la
Argentina. Una imagen que muy poco tiene que ver con la historia de aquel primer
Eternauta, el relato de una odisea familiar devenida en invasión extraterrestre.
Pero una invasión acá, a la vuelta de la esquina.
Publicada durante dos años a un ritmo de tres o cuatro páginas
semanales, a fines de la década del cincuenta, aquel Eternauta de páginas
alargadas –con guiones de Oesterheld y dibujos de Solano López–
demostró su popularidad regresando a los kioscos regularmente década
tras década bajo el formato de fascículos e incluso de libro.
La última vez lo hizo para ingresar a la historia –así, sin
diminutivos– de la literatura argentina, cerrando una colección
de clásicos auspiciada por el diario Clarín, que se había
iniciado con la edición del Martín Fierro. Dentro del particular
mundo de la historieta, mientras tanto, El Eternauta regresó con numerosas
secuelas, mucho antes que los hábitos del comic book norteamericano hubiesen
ingresado al mercado local. Tuvo una inicial continuación novelada e
inconclusa, es cierto, pero luego vino una ideologizada remake con dibujos de
Alberto Breccia en la revista Gente a fines de los sesenta, que horrorizó
a su editorial. Hacia mediados de los setenta llegó la segunda parte,
con guionista y dibujante original, y luego vendrían algunas encarnaciones
más, ninguna de ellas ni siquiera a la altura no sólo de la original,
sino incluso de sus siguientes relecturas por parte de sus autores.
Con los años, también, El Eternauta fue la imagen que mejor representó
a Héctor Germán Oesterheld en su ausencia. Desaparecido por la
dictadura, una muestra de su obra realizada el año pasado en el Palais
de Glace tenía como símbolo aquella imagen del hombre enmascarado
caminando bajo la nieve, imaginada y puesta en escena por Martín Oesterheld,
el nieto del guionista. Una imagen que se repite con este regreso de El Eternauta,
ahora decididamente como personaje, a los kioscos porteños. De la mano
de su dibujante original, a treinta y seis años de su primera aparición,
el rostro de El Eternauta se ha vuelto a mezclar entre las tapas de las revistas.
Estas iniciales 32 páginas mensuales con formato de comic de la saga
de “El Regreso” concretan un demorado sueño de Solano López:
el de volver a dibujar aquel personaje creado junto a Oesterheld como si volviese
a aparecer en el Buenos Aires de hoy en día. Con guiones del cordobés
Pablo Maiztegui, un colaborador de Solano López desde hace una década,
este nuevo Eternauta muestra un mundo en el que los Manos han ganado la guerra
y han reescrito la historia, hecho las paces con sus dominados e incluso adoptado
los hijos de los vencidos. Una historia que reunirá a Juan Salvo con
su hija Martita, y que comienza con el sueño recurrente de la ya no tan
pequeña Marta con ese personaje que se acerca caminando en medio de una
nieve muy extraña.
Ser real
“Eternauta
es un neologismo, una palabra nueva con múltiples resonancias itinerantes
–de argonauta griego a cosmonauta soviético– inventada de una
vez y para siempre por Oesterheld para nombrar al protagonista y ponerle un
título al mejor relato de aventuras que se ha escrito en este país”,
precisó Juan Sasturain en el prólogo a la última reedición
de aquel primer Eternauta, que Solano López fue invitado a dibujar en
1957, cuando el proyecto editorial de Oesterheld –que incluía las
revistas Hora Cero y Frontera– decidió editar una revista semanal,
llamada directamente HoraCero Semanal. Según recuerda Francisco Solano
López para el No, sentado en el living de su hogar en Almagro, cuando
Oesterheld decidió comenzar la nueva revista, les preguntó a sus
dibujantes qué era lo que querían hacer. “Le dije que quería
seguir haciendo ciencia ficción, pero en un contexto más realista,
que facilite la identificación con los personajes. Y ahí fue que
me dio para dibujar El Eternauta, algo que según parece ya tenía
pensado desde antes.”
Dos décadas después de aquella charla iniciática con Oesterheld,
a Solano López le volvieron a proponer dibujarlo, esta vez una segunda
parte de la historieta original, para la revista Skorpio. Por entonces el guionista
vivía medio en la clandestinidad por su militancia en Montoneros y el
dibujante tenía permanentes discusiones ideológicas con su hijo
Gabriel, que también era militante. “Me llamaron diciéndome
que le habían propuesto a Oesterheld hacer una continuación y
querían saber si yo estaba interesado en dibujarla. Me anoté enseguida,
pero mi sorpresa llegó después, cuando me comenzaron a llegar
unos guiones en los que los muchachos de las cavernas hacían la guerrilla
contra los invasores”, recuerda Solano, que asegura que tal vez hubiese
estado prevenido, de haber leído la versión de El Eternauta que
Oesterheld reescribió y profundizó ideológicamente en 1969
para que la dibujase Breccia. “Yo le tenía medio alergia a esa versión,
porque me habían dejado de lado”, confiesa Solano, que recuerda
que terminó discutiendo a dos bandas para la época de esa segunda
parte para Record. “Me sentía en medio de un sandwich, discutiendo
con mi hijo y con Héctor alternativamente”, explica el dibujante,
que apenas si accedió a esbozar los rostros de los personajes en las
primeras hojas de una tercera parte de El Eternauta que la editorial realizó
cuando Oesterheld ya había desaparecido. “Me persiguieron mucho
para que lo hiciera, y me ganaron por cansancio”, recuerda. “Era la
época en que lo único que yo quería era sacar a mi hijo
de la cárcel, irme a vivir a Madrid y llevármelo conmigo.”
Hacia mediados de 1982, cuando aquella tercera parte de El Eternauta aparecía
sin firma en la revista Skorpio, Sasturain reflexionaba en un revelador artículo
publicado en la revista Medios & Comunicación sobre este destino
final de Oesterheld como personaje en una historieta sin firma. Apareciendo
en El Eternauta original apenas como atento oyente de los relatos de Juan Salvo,
el autor –bajo el nombre de Germán– había pasado de
ser espectador a personaje en la segunda parte, que lo tuvo como actor y narrador.
“Un tránsito elegido como símbolo de compromiso con sus ideas
que llegó hasta las últimas consecuencias: ahora, en el Eternauta
3, quien fuera autor se ha convertido solamente en personaje”, escribió
Sasturain. “Para mí, El Eternauta es como un personaje real”,
asegura Solano. “Porque, aparte de todos los avatares que le suceden en
papel y tinta, a los que nos ocupamos de darle vida también nos pasan
cosas, a algunos tal vez más pedestres o menos aventureras que a otros,
pero que han influido decisivamente en nuestras vidas.”
En el mundo
Al regresar
a Buenos Aires en la década del noventa, con mucha agua pasada bajo el
puente, Francisco Solano López comenzó a coquetear con la idea
de volver a dibujar El Eternauta. Pero esta vez sin esperar ningún llamado.
En medio de un largo juicio por los derechos del personaje –con los herederos
de Oesterheld y Solano de un lado, y los responsables de Editorial Record del
otro–, pero avalado por una medida cautelar que le permite seguir haciendo
su trabajo, el dibujante comenzó a publicar en 1997 una nueva historia
de El Eternauta llamada “El mundo arrepentido”. “Fue una especie
de ensayo, a ver qué pasaba”, explica. Aquella historia fue publicada
de a una página por semana en Nueva, una revista que por entonces se
editaba junto a la edición dominical de varios diarios delinterior. “Por
eso fue que me metí con las vacas y las mulitas”, explica Maiztegui,
guionista de aquel regreso de prueba de El Eternauta bajo el nombre de Pol,
con una historia de apariciones en el Uritorco y mundos alternativos.
“El mundo arrepentido” presentaba a un Eternauta decididamente devenido
en personaje de historieta, incluso con un traje y un símbolo en el pecho.
“A mí me gusta la historia, es redondita. Pero reconozco que meterse
así con semejante personaje puede haberles parecido a muchos casi un
sacrilegio”, dice este cordobés que conoció a Solano López
durante su exilio madrileño y que se hizo fanático de El Eternauta
durante su infancia en Berrotarán, un pueblito en el que los fanáticos
del género se podían contar con los dedos de una sola mano. “Eramos
tres los que nos juntábamos para leer aquellos fascículos semanales,
con tapa en colores, que editó Record a fines de los años setenta”,
precisa Maiztegui, que recorrió Europa como buscavidas antes de terminar
en Río de Janeiro trabajando al lado de Solano López.
Antes de “El mundo arrepentido”, Solano revela que hubo una idea para
retornar a El Eternauta con guión de Ricardo Barreiro, con el que el
dibujante realizó la historieta “Ministerio”. “Aquella
idea no les gustó a los herederos de Oesterheld. Pero terminó
siendo la base para una continuación fallida, realizada por Record, que
se llamó ‘Odio Cósmico’, de la que salieron uno o dos
números nomás. Ni llegaron a darnos tiempo de que les hiciéramos
un juicio”. Después aquella prueba, entonces, llegó el momento
de intentar con “El regreso”. Pero antes de eso hubo otro guión,
firmado por Juan Sasturain y bautizado “La vencida”. En él,
Solano López era quien comenzaba narrando la historia, casi de la misma
manera que Germán lo hacía en la versión original. Pero
el proyecto no prosperó. Y así es como se llega a la opción
que ahora está en la calle, que fue publicada un año y medio atrás
por la revista italiana Lancio Story y cuya edición local se retrasó
por la crisis de fines de 2001. Y que recién ahora ve la luz, en una
edición que tiene al propio Solano López como “editor responsable”.
“Hay que tener en cuenta que ésta es una historia que se escribió
en pleno menemismo y la idea central de su trama juega con la posibilidad de
hacer consciente esa mentira, que para los que estaban del lado de afuera de
la fiesta sólo se veía una tierra arrasada”, avisa Maiztegui,
cuya historia se lee como una mezcla entre aquella ideologizada segunda parte
de El Eternauta y los relatos que Solano editó en España con guión
de su hijo Francisco, en particular la serie Ana. “Esta vez nos metimos
a hacer una saga completa, de trescientas páginas, de las que hay dibujadas
unas doscientas”, cuenta Solano. “La idea es editar los primeros tres
números mensuales y ver ahí si la cosa camina”, explica el
dibujante, que actualmente está dibujando una quinta parte de la saga
erótica de El Instituto –ideada por Barreiro y continuada por Maiztegui–,
para Estados Unidos y para España. Y que sueña con ponerse a dibujar
las páginas que faltan de este Eternauta para fin de año. “Esta
historia es una metáfora sobre la viabilidad de la Argentina como país”,
explica Solano, que asegura que la larga trama se cerrará con la reunión
de Salvo con su hija y terminará planteando el interrogante de qué
fue lo que pasó con la madre. “Para mí, El Eternauta siempre
será la historieta que me dio la oportunidad de dar un vuelco en mi carrera,
de tener una personalidad gráfica”, asegura Solano, mientras el
personaje nacido de aquellas páginas sigue caminando y caminando, enfundado
en su traje.
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