Jueves, 7 de enero de 2016 | Hoy
SOBRE LA PERSISTENTE LEGOMANíA
Películas, videojuegos y juguetes truchos como base del hype.
Por Andrés Valenzuela
Si se aceptan las descargas ilegales, los plays no oficiales y los chiches sin licencia como índice de popularidad, LEGO la rompe. Y si no, LEGO la descose igual. Alcanza con chusmear las cifras de reproducciones y bajadas de sus clips y películas. O recorrer los kioscos inundados de los “LEGO chinos” de superhéroes y personajes de la cultura pop, que no le disputarán la exhibición a las revistas de chimentos, pero amontonan todas las demás.
El fenómeno no distingue edades, aunque muchos pongan como excusa a hijos y sobrinos, y unos pocos grandulones acepten que los compran para sí. ¿Por qué cabe tanto la Legomanía? Acá, una hipótesis y media para que el lector combine y encastre con las suyas. Son tan compatibles como los originales.
Hipótesis #1: los films y videojuegos de LEGO remiten a la infancia de varias generaciones. Primero porque no ocultan los hilitos ni su origen de muñequito industrial ochentoso. Al contrario, se esfuerzan por dejarlo bien clarito. En la Play controlás una aventura como la que le inventabas a tus juguetes de pibe, con escenarios que improvisabas con los muebles de tu cuarto, tu living o donde te dejaran jugar. Si uno presta atención, hasta la cámara se mueve ante algunas acciones. En LEGO Indiana Jones, cuando Indy usa su látigo para colgarse, cambia la perspectiva como cuando uno agachaba la cabeza para ver la escena desde los ojos del juguete.
Hipótesis #1.5: La combinación de distintos universos ficcionales ayuda al hype. Batman se sube al Halcón Milenario y, en el universo LEGO, es perfectamente normal. Igual que cuando uno era chico e imaginaba sus propios crossovers –antes de saber qué era un “crossover”, incluso–, por ejemplo entre los muñecos de He-Man y los de Titanes en el Ring. Bueno, LEGO hace lo mismo con personajes probadísimos e indiscutibles, les pone onda y por su imagen misma de muñequito nadie considera que sea una traición al espíritu original, aunque hagan lo que los personajes originales no harían ni en pedo. Al contrario. Con eso venden los LEGO de Batman y del Halcón Milenario. Y si no te interesaban los encastres, pero sos un cebado de la Liga de la Justicia o de Star Wars... bueno, viste una publicidad de 90 minutos de un barco pirata encastrable. Porque, ¿a quién no le gustan los piratas?
Los directivos y accionistas daneses de LEGO podrán decir en público que les preocupa la “piratería” a sus productos. En privado, no tanto: sus ingresos se multiplicaron después de la película La gran aventura LEGO y suben con cada acción de marketing (como mandar su producto al espacio con un astronauta), y tienen media docena de parques temáticos Legoland. Y todo ello gambeteando los trompicones económicos de Estados Unidos y Europa. En todo caso, los legotruchos difunden, propagan y animan el negocio de los originales: hasta el más rasca preferirá tener a su personaje favorito en la versión “posta”.
¿Tenés tu propia hipótesis? Agregala a éstas. Total, son encastrables.
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