“Esta es la mía”, cuenta Pablo Kontos que pensó de adolescente, una noche en que su hermana lo despertó aullando que había una rata en la casa: “Agarré un desodorante y un encendedor, le di un par de golpes al bicho y después lo calciné; igual después me quedé re mal, pobrecita, además de que durante una semana en la casa quedó un olor a rata quemada tremendo”, cuenta jocoso este pintor clase ‘79 que hasta el 24/1 presenta Generación Zapping, una muestra en la que justamente supo hacer zapping mezclando de manera lúdica y piromaníaca todo tipo de técnicas: collages, transfers, stencils (“Hice como 500 stencils o quizá más”, apunta), acrílicos, fotos, pieles de reptiles, telas de araña, escarabajos muertos. Y fuego, claro.

“Uso cintas de papel y pistolas de calor. He quemado un montón de cuadros, tengo que tener un poco de cuidado porque el fuego es incontrolable: la otra vez después de haber quemado una obra volví a casa y cuando vi a los bomberos me puse a temblar: por suerte el incendio era en la casa de al lado”, dice Kontos, que estudió con el maestro Carlos Gorriarena y que también toca el bajo con su hermano Jorge en el trío de rock Paterimon.

“Creo que mi identidad se va reconstruyendo día a día: me gusta la incomodidad, varias veces me encontré muy perdido acerca de lo que quería mostrar, porque es tan amplia la apertura de lo que hago que es muy importante poder direccionarlo y encontrar un rumbo”, dice Kontos, que le presentó 80 obras al curador Diego Perrota, quien seleccionó 28 para Generación Zapping. La muestra genera una avalancha de información tan personal como fragmentaria: “Capaz que hago cuatro o cinco series de obras a la vez para poder darles oxígeno”, dice este hincha de Vélez Sarsfield y descendiente de griegos que confiesa su admiración por el alemán Sigmur Polke (patente en Hotel La Impudicia y Corpúsculo de Krause, sus llamativos collages pornográficos) y, en el plano local, por su eternamente jovial vecino de San Telmo, el gran Luis Felipe Noé, con quien realizó una clínica de obra.

“La cosmovisión de nuestra época está hecha de los deshechos de los órdenes. Un artista reúne entonces frente a él una cosmovisión del desorden. Consecuencia: propone su nostalgia de orden, que siempre la refiere a un orden anterior o toma consciencia y asume el desorden. El desorden no es más que un orden abierto, un orden haciéndose”, escribió hace medio siglo Noé en su Antiestética. “Te felicito porque todo lo que me dijeron que no haga en Bellas Artes vos lo haces en esta muestra”, le escribió un visitante a Kontos sobre estas caóticas y chamuscadas obras, verdaderos jeroglíficos generacionales.

* Hasta el domingo 24 en C.C. Borges, Viamonte y San Martín. Lunes a sábados de 10 a 21 y domingos de 12 a 21.