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Jueves, 21 de enero de 2016

WIZ KHALIFA, EL PRíNCIPE CAPRICHOSO DEL RAP AHUMADO

“Hay que legalizar la marihuana; es ridículo que aún sea ilegal”

Antes de detonar el Luna Park, el hipertatuado rapero de Pittsburg que tiene al faso como fetiche y musa explica la alquimia de sus canciones, habla de influencias y amigos y propone su máxima: “Hacé lo que quieras”.

 Por Santiago Rial Ungaro

“Repetime por favor el nombre, ¿Johnny Guitar... What?” El que pregunta es Wiz Khalifa, demostrando que, entre la nube cannábica que insinúan sus permanentes toses y sus contagiosas risas, el pibe de oro del rap está concentrado y perceptivo. Desde la habitación de su hotel en Los Angeles, Wiz se muestra como un flaco amable y curioso al que no se le escapa una ante la historia de Johnny “Guitar” Watson, guitarrista blusero y funkero (y proto rapero a fines de los ‘70), uno de los músicos más sampleados por el hip hop y pionero del look “dealer-fiolo” copiado hasta el hartazgo por el gangsta rap y el G Funk.

Khalifa, que habla bajito, se ríe igual que en sus canciones y se la pasa tosiendo; parece igual de simpático que en sus videos. Desde tercer grado que Cameron Jibril Thomaz, nacido en 1987 en Dakota del Norte, ya estaba enfocadísimo en rapear e inventarse una personalidad que lo convirtió –quizá junto a Kendrick Lamar– en la figura nueva más importante del hip hop mundial actual. Con su delgadísima figura toda cubierta de tatuajes, Wiz Khalifa derrocha confianza y ganas de divertirse desde antes aún de consolidarse mundialmente en 2011 con Rolling Papers, un titulo bastante elocuente sobre su pasión fumanchera, que incluyó hitazos como el épico No Sleep, el obsesivo y autorreferencial Roll up, o Black and Yellow, himno a los colores deportivos de los equipos de Pittsburg grabado con su amigote Snoop Dogg y clonado por decenas de raperos para decenas de otros equipos.

Empezó a sorprender a todos con sus rimas y estribillos a los 9 años. A los 12 ya grababa. A los 17 se tatuó “Wiz Khalifa”. Y a los 18 se había despachado con Say Yeah, demostrando sus cualidades: una versatilidad innata (el tema tiene un sonido claramente tecno y fue un hit bailable instantáneo), la espontaneidad –“Yo canto sobre lo que me pasa”, dice– y una alegría tan insaciable como contagiosa. Pero aunque la rompe desde adolescente haciendo sus propios mixtapes, volvió a sorprender cuando editó en 2014 Blacc Hollywood, un disco (el quinto) que confirmaba su capacidad para conjugar las fantasías hedonistas del gangsta rap con bases híper bailables y estribillos súper pegadizos, la marca de su estilo. Y todo con un flow impresionante.

Khalifa se entusiasma cuando habla de artistas de los ‘90 como Camp Lo, un dúo hip hopero tan soulero y popero como él, de los que hizo un mixtape de Luchini (This is it). O de los geniales y también megafumones de Bone Thugs-n-Harmony. “Me encantan Camp Lo y Bone Thugs-n-Harmony, pero también Big Daddy Kane o Bigger Smalls. Ellos son mis favoritos, creo que ésa es la gente que no sólo me mostró el camino de lo que yo quería hacer: esa música también me enseñó a conocerme”, dice sobre quienes lo inspiraron en una vertiginosa carrera en la que se valió de MySpace (donde se le cuentan 2.043 millones de vistas) para llamar la atención de los sellos multinacionales: sus canciones ya habían tenido millones de plays en un soporte ahora demodé cuando Warner se decidió a lanzar First Flight, su disco debut. Demasiado tarde, a su criterio: Wiz es su propia empresa-crew-sello: Taylor Gang, que también publicó a Ty Dolla $ign y Juicy J.

A Wiz no le cabe perder el tiempo: “La gente me pregunta qué hago para divertirme y no sé qué decirles, porque estoy todo el tiempo en el estudio”, dice este Peter Pan negro y totalmente tatuado, que este año cumple 29 pero que aún parece un niño pícaro disfrutando de su cada vez más enorme popularidad. El rapero se considera de Pittsburg, aunque debido a los permanentes viajes de sus padres –es hijo de dos militares que aún pertenecen a las fuerzas de Estados Unidos–, antes de cumplir los 15 años ya había vivido en Carolina del Sur, Georgia, Oklahoma, Alemania y Japón.

Para el gran Sergio Sandoval, eximio raper local, que el segundo nombre del seudónimo del estadounidense sea Khalifa (apodo que le puso su abuela musulmana) puede ser interpretado como una señal: “Creo que eso significa que después de The Notorious B.I.G., 2Pac y Jay Z viene él. Mientras Eminem, Snoop Dogg y Die Antwoord se preparan para empachar del rap el Lollapalooza, esta previa propone encenderse como sus ‘papeles de liar’. ¿Será este el sello que le faltaba al hip hop para quedarse defintivamente en la tierra de Larralde, Gardel y Los Redonditos de Ricota?”, se esperanza el ex Iluminate.

Khalifa se aclara nuevamente la garganta ante la pregunta del millón: ¿cómo hace para que su música, tan influenciada por el imaginario y el estilo gangsta, no suene agresiva? “Definitivamente, yo lo decidí: mis letras no son agresivas. No quiero generar más desesperanza: me gusta que la gente sonría cuando escucha mi música en la radio o en un celular o en una computadora. Mis melodías siempre buscan eso”, dice este rapero, que también dice haber sido influenciado por Jimi Hendrix.

Probablemente tanta complacencia genere ciertos malentendidos a su alrededor: ni la “divertida” y demagógica Young, Wild and Free (junto a Snoop Dogg y Bruno Mars, parte de la banda sonora de la película Mac and Devin Go to High School) ni la archiconocida y melosa See You Again (una colaboración con Charlie Puth encargada especialmente por Universal para el final de Rápidos y furiosos 7, la peli que quedó signada por la muerte de Paul Walker) parecen ser buenas introducciones para aproximarse a este músico tan prolífico que se convirtió en un paradigma de la dinámica de la música en esta era digital.

Tal es el caso de Black and Yellow, producido en colaboración con sus admirados Dr Dre y Stargate, en la que también participa Snoop Dogg. Fue su primer número uno en Estados Unidos y vendió 3 millones de copias digitales. Con variaciones a los colores, el tema tiene versiones dedicadas a Los Angeles Lakers, a Carmelo Anthony de los Knicks de New York, otra a los Atlanta Hawks (todos de la NBA), una para los beisbolistas New York Yankees y otra dedicada al futbolero A.C. Milán por dos raperos italianos. El Pittsburgh City Council incluso declaró al 12 de Diciembre como el Día de Wiz Khalifa.

“¡Cof, cof, cof!”, tose el buen Wiz, que en So High canta: “Estoy tan drogado. No me importa nada y nunca caigo. Tan drogados que estamos flotando. Fumo paz. Fumo como un jefe. No sé adónde vamos. Desde la noche a la mañana, enrrollamos, enrrollamos, enrollamos”. Por teléfono, su voz suena inusualmente tierna y empática, alejándose radicalmente del estereotipo del rapero duro, misógino y agresivo: “Andando por aquí y por allá, por el mundo, creo que aprendí a apreciar a todas las personas, hagan lo que hagan. De chico me acostumbré a ser el pibe nuevo adonde fuera, y eso me llevó por un lado a mostrarme tal como soy pero también a aceptar distintas maneras de pensar.”

El “Wiz” viene que de chico le decían “Wizard” (mago) porque todo lo que hacía lo hacía muy bien. Los mixtapes que sube desde adolescente son caso aparte: Kush & Orange Juice se convirtió en número 1 como trendig topic de Twitter. Y Khalifa Kush es justamente el nombre de una cepa cannábica que la empresa estadounidense medicinal The Cookie Factory le suele preparar especialmente.

Aunque la marihuana es casi una constante en el rap desde la aparición en 1991 del primer disco de Cypress Hill –y en el under local Orge, exiliado en Bolivia desde hace unos meses, venía arengando desde mucho antes el uso medicinal ante la indiferencia general–, Khalifa ha convertido a la ganja en fetiche (en sus videos siempre se lo ve armando uno), musa y quizá también en causa política. Algo que lo conecta, más allá de lo estilístico, con la música jamaiquina y el Legalize It de Peter Tosh. “Definitivamente, me siento conectado con los rastas porque fueron los primeros en reconocer que uno es libre de hacer lo que quiere. Mi primera responsabilidad es ser sincero de que así es mi vida. No digo que todos tengan que fumar ni aconsejo a nadie que arruine su vida tratando de ser cómo yo: sólo digo que a mí me funciona. Y definitivamente, hay que legalizarla, es ridículo que aún sea ilegal. Creo que el mundo sería un lugar más agradable.”

Por momentos, Wiz parece una versión menos guaranga y estúpida de Snoop, aunque igual de fanfarrona. Sobre su amistad con Snoop Doggy Dog, el autor de We Dem Boyz (otra oda a la vida fiesta y flasherística que fue nominada a los Grammy como mejor canción de rap 2015) admite que su amigo es más fumón que él: “¡Fuma mucho más que yo! No sé cómo hace para fumar esos tronchos: no le puedo seguir el ritmo. Es el número uno, la verdad es que nos hicimos buenos amigos”, dice sobre su compañero en el film Mac and Devin Go to High School, en el que también colabora en un tema con Miley Cyrus. “¿Si me considero actor o músico? Nunca me considero de ningún modo: lo único que hago siempre es hacer lo que tengo ganas.”

Miércoles 27/1 en Luna Park, Av. Madero 470. A las 21.

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