Jueves, 28 de agosto de 2003 | Hoy
PARA ENTENDER QUE ES ELECTROCLASH
Nada de raves, ecstasy, goce colectivo y house. Robótica y narcisista, la corriente musical que reivindica las palabras “tecno” y “new wave” desembarca en formato de festival, este fin de semana en Buenos Aires. ¿Es solo retro ‘80? “Demasiado salvaje y veloz para serlo”, dice Larry Tee, uno de sus profetas.
Por Pablo Plotkin
El Festival Electroclash será este sábado, a partir de las 2 AM, en Niceto (Niceto Vega y Humboldt). Actuarán Larry Tee, Capri, Cecilia Amenábar y en el chill out Eléctrico, Pornois y My Melodies. Las entradas cuestan 15 pesos o 12 en lista de descuento (www.nicetoclub.com).
EL BOLICHE DE LARRY
Alta tensión
Andá
a Berliniamsburg, el epicentro de la escena electroclash neoyorquina
inspirada en los 80, y vas a tener una sensación peculiar: no es
exactamente un viaje a través del tiempo; es más como si te detuvieras
en un universo paralelo, un escenario histórico alternativo donde las
raves nunca ocurrieron. El público recicla y recombina elementos de la
new wave de los 80 y de la moda new romantic: cortes de pelo asimétricos,
gorgueras, corbatas finitas anudadas sobre remeras sin cuello, cinturones punkies,
capuchitas. Pero nadie luce como si estuviera en 1981: en realidad se ven mucho
más filosos y, en general, mucho menos tontos. Lo mismo se aplica a la
música: pese a los sintetizadores analógicos y los estribillos
monótonos, pese a las voces robóticas vocoderizadas y las líneas
de bajo onda Blue Monday, la banda de sonido no es retro ni revival.
La programación de ritmo y la producción incluyen texturas que
documentan los avances técnicos de los últimos quince años
de música bailable digitalizada, lecciones que no pueden ser ignoradas.
Este escenario histórico alternativo plantea la pregunta: ¿Qué
pasaría si nunca se hubiera inventado el Ecstasy?. Aburrida de
toda la gama de ofertas post-rave del house de filtro al trance y al progressive
estilo Sasha & Digweed, una nueva generación de chicos bolicheros
rechazó la facilidad de realización que ofrece la
música house de elevarse y flotar. Básicamente, echaron al E de
la casa y volvieron al tiempo de los fríos y afectados sonidos neuro-europeos
que inspiraron originalmente a los muchachos de Chicago y Detroit. Sin haber
presenciado el movimiento rave en su primera forma, explosivo y anárquico,
habiendo conocido la cultura E como un fixture (seguro, predecible, levemente
plebeyo), estos chicos nü-wave rechazan la noción misma del trance,
por narcótico, calmante, nulo. En cambio están pidiendo algún
tipo de filo: un nivel diferente de tensión. En un contexto de una cultura
dance exhausta, la nü-wave es refrescante, irreverente, una razón
para volver a salir.
SIMON REYNOLDS
UNA PEQUEÑA GUIA
La gran estafa
He aquí
una pequeña guía para principiantes sobre cómo ser Electroclash,
la tendencia de moda del año. Sólo tenés que seguir estos
sencillos pasos rumbo al estrellato. ¡No podés fallar!
- Comprá, pedí o robá viejos discos de Kraftwerk, Visage,
New Order, Human League y Gary Numan. Cierto conocimiento de la Italodisco de
principios de los 80 y Giorgio Moroder no te van a venir mal, tampoco.
- Comprá, pedí o robá un sampler/teclado barato y afanale
todo lo que puedas a los artistas antes mencionados. Agregale algunas líneas
de bajo de una octava y beats onda disco.
- Comprá, pedí o robá un vocoder para poder meter voces
robóticas a la moda. Además, el accesorio ayuda si no sabés
cantar una nota (acordate: eso no frenó a Bernard Sumner, de New Order,
para mandarse a croonear un poco. Ni tampoco le impidió a Madonna ser
tu superestrella favorita).
- Para ganarte unos puntos de culto, comprá, pedí o robá
una vieja computadora Commodore 64, para hacer algunos ruiditos. Al menos te
garantizará status de culto entre los nerds, por si andás corto
de groupies.
- Mirá muchas veces la película de culto Liquid Sky (1982) hasta
que te la sepas de memoria. Después comprate una corbara finita, un tarro
de spray capilar y algo de tintura, además de maquillaje fluorescente
para salir. Tratá de parecerte lo máximo posible a los personajes
del film.
- Ahora, la parte más difícil: tenés que tratar de escribir
algunas letras para tus sencillos temas de dos notas. Para facilitar la tarea,
acá tenés una breve lista de palabras resonantes para tener siempre
a mano: cocaína, glamour, brillantina, jetset, sexo, lápiz labial,
anteojos de sol, champagne, vida nocturna, disco, 1982, invasores del espacio,
Pac-Man, trash, romántico, Euro, electronique, lifestyle, robots, computadora,
auto, plaza, bailarín, moda, estilo, humano, revista, TV, seducción,
plástico, pasión, androide, cuero, suicidio, porno, teléfono,
neón, futurista, robots, robots y robots.
- Comprá, pedí prestados o robá algunos diccionarios de
francés y alemán y levantá algunas frases que suenen sexy/autoritarias
para hacer tus letras más creíbles.
- Ahora anunciá en público que sos gay o al menos bisexual, y
que la chupás bien (acordate: eso hizo maravillas con Bowie en los 70).
- Intentá conseguirte un contrato con International Deejay Gigolos.
- Si no podés conseguir ningún instrumento musical y no sabés
tocar ni cantar, no te preocupes. Sólo ocupate de conseguir los accesorios
de moda antes mencionados, y después asociate con algún productor
de moda (una buena mamada no le hace mal a nadie).
- Cuando estés revolcándote por el escenario como el pelotudo
que sos, hablale a todos los periodistas de tu alto concepto que
combina música, moda, baile y arte de performance.
- Una fecha ocasional como DJ te aportará credibilidad. No te preocupes
si en verdad no sabés mezclar discos. Conseguite algo hecho en La Haya
y Detroit, más algo de new wave chota para ganarte risas baratas, Italodisco
y pop de los 80 que encuentres en las mesas de oferta, y fingí
ser irónico cuando los idiotas borrachos y fumados empiecen
a aplaudir y a hacer hurras. Ese truco siempre funciona.
- Cuando los periodistas de revistas de moda te llamen electroclash,
negalo furiosamente y deciles que vos estabas en esto hace años, mucho
antes de que se pusiera de moda.
Este texto anónimo aparece en el sitio ácido The Great Electroclash Swindle (www.phinnweb.com/313ctr0/electroclash/index2.html). Basándose en la metodología McLaren de La gran estafa del rocknroll el docudrama de Julien Temple que funciona como absurdo manual de autoyuda paraaspirantes a estrellas punk, la pieza parodia con mucha certeza los anhelos estéticos y sociales del electroclash.
UNA CIERTA ESCENA ARGENTINA
De rebote
¿Existe
el electroclash argentino? No. ¿Existen artistas argentinos influidos
por el electro, la new wave y el tecno, que hacen música electrónica
con resonancias 80 y usan lentes de sol en la discoteca? Sí. Pero
para hablar de escena debería haber además de una cantidad
considerable de artistas un público plegado a los patrones estéticos
del género (y, al menos, un sello y un local especializados). El referente
más notorio es Capri, quien además de coincidir en una serie de
componentes musicales sintetizadores chirriantes, vocoder, escasez tonal,
describe en sus canciones escenarios de sexualidad, histeria y decadencia. Sin
ser hombre de Hell (Gigolo editó su Deformator Plus, pero
también hizo buenas migas con Larry Tee, el oponente transatlántico
del alemán), Capri concitó cierta atención del primer mundillo
de la música, pero permanece inédito aquí, excepto por
un par de temas en compilados. Mientras la primera ola electroclash se caracterizaba
por su sonido blanco, frío y germanófilo, Capri echaba mano al
funk y lo más negro de la música disco.
Apadrinada por Hell, Romina Cohn autodiseñó imagen y sonido con
las dosis de erotismo, artificio y actitud rock que caracterizan
a esa escena. Cuando Frágil editó el simple Angel
en el 2001 (tapa fucsia, un color muy electroclash), el sello (hoy cerrado)
proponía cierta tendencia a esta nueva new wave: Divina Gloria ensayaba
su retro-trash blando, romántico y digital (Lo divino y lo dorado)
y Andy Love (alter ego electrónico de Leo García) incluía
palmas sintéticas al estilo New Order y una larga teatralización
de orgasmo. Luego de ver en vivo al inglés Les Rhythmes Digitales, Rudy
Martínez se ponía más electro y grababa Exito, disco de
Audioperú que, si tuviera textos, sería electroclash. Los lentes
de sol en la contratapa, títulos como Hay vida después de
la disco y Skingay aludían acaso sin pretenderlo
a esa cultura minoritaria que bullía en ciertas esquinas del primer mundo.
JULIAN AZNAR, POP BEAST
Sintético
Hasta hace
un año, la música de Julián Aznar no salía de esta
pequeña habitación de Belgrano. Entonces leyó una entrevista
a Capri en la que advirtió ciertas coincidencias artísticas y
tecnológicas (el vocoder, la influencia del pop y el funk de los 80
y de Kraftwerk) y se enteró del proyecto editor del autor de Pantera:
Malevo Records (aún inactivo). Julián tenía grabada una
obra de pop sintético conceptual titulada Narcisious Voice (¡80
temas!), que narra en tono de farsa la historia de un músico alemán
fracasado. Es, quizás, la primera comedia electroclash de la historia.
Todo lo que hago tiene mucho humor. Todo empezó como un chiste,
cuenta este tipo varado en las consolas virtuales más precarias y programas
de sonido como el Sound Forge. Como corresponde, Aznar dice que hacía
electroclash sin saberlo, y que empezó a conocer música nueva
a partir de la colaboración mutua con Capri. Ahora no sé
cómo definir lo que hago. Creo que ya está pasado de moda.
Aún inédito (excepto por un remix de Pantera incluido
en Deformator Plus Plus), Aznar es también el hombre detrás de
Patrick King, un interventor sonoro con pasamontañas que firma covers
sintéticos de los Redonditos de Ricota: entre ellos The Pop Beast,
versión de La bestia pop adoptada como cartucho por Javier
Zucker. Cuando empecé con eso estaba muy de moda ABBA Teens, y
mi idea fue hacer temas de los Redondos con ese tipo de sonido, cuenta.
Los hacía de memoria, porque nunca tuve un disco de los Redondos
en mi casa. A mediados de los 90, Aznar ilustraba portadas para
la revista Comiqueando y era una especie de dibujante estrella de su generación,
pero se decepcionó con una serie de trabajos publicitarios. Se dedicó
a escribir (terminó una de las diez novelas que empezó, White
Brains, narrada en un contexto de tribus porteñas), aprendió a
tocar el bajo, se familiarizó con la grabadora de sonido de Windows y
desde entonces hace música poniéndose en la piel de otros: Gary
Numan, Kraftwerk, Giorgio Moroder, T.Rex, Daft Punk... Todos ejercicios de transmutación
y de abuso deliberado del cliché.
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