AXEL KRYGIER, ENTRE BUENOS AIRES Y BARCELONA
Músico en construcción
Por afuera del rock, se hizo un lugar en la nueva música argentina del siglo XXI con un notable primer disco solista. Hace poco editó la banda de sonido de una obra de teatro-danza. Y prepara su próximo álbum que será, según anticipa, “de mucho más fácil escucha”.
› Por Cristian Vitale
“Es un misterio que me hagan un reportaje por lo que hago”, piensa y dice Axel Krygier, músico argentino cuya vida se reparte entre una residencia más o menos temporal en Barcelona y visitas fugaces a Buenos Aires. Sumando elementos tecnológicos a una revisión profunda del folklore latinoamericano, desde una perspectiva global, descontracturada y simplemente gozosa, Krygier se largó con su carrera solista a partir de un excelente primer disco (Echale semilla!) y sentó las bases de un sonido personal, tan amplio como sea posible. Porque “somos un pueblo muy heterogéneo en el que no se puede esperar que a todos les guste lo mismo. En el caso de mi música, se trata de un proceso lento. No voy con un batallón tratando de imponerla sino que la dejo ir donde quiera, donde pueda llegar”, dice hoy, desde su pequeño lugar de suceso.
Pero esto empezó hace mucho tiempo. A los 17 años, Axel tocaba la flauta traversa en un grupo de folklore. “Tocábamos, además de folklore andino, zambas y chacareras mezcladas con jazz. Teníamos como referente a Gismonti. Pero también escuchábamos a Laurie Anderson, The Beatles y mucha música aborigen, eslava, o a Nino Rota y su música para las películas de Fellini, que influyó en mi idea de hacer música orquestal.” De todo aquello aparece esto que Axel Krygier intenta ahora. Porque “cuando escuchás algo que te mata y no probás, no vivís tranquilo. Es como un deporte, como desear tirarte en ala delta”.
Tal vez sea ésta la clave para entender el singular universo de un multiinstrumentista que evolucionó del folklore a la música étnico-incidental, con un criterio de elaboración muy artesanal y sin reparar en el rock. “El rock y blues me gustan, pero los siento algo ajenos. Estoy más cerca del jazz y del folklore en general. Y siempre morí por la música étnica, cualquiera sea su origen... africana, amazónica o eslava”, dice, tratando de definir un tipo de personalidad musical. Con esos antecedentes de gustos se puede entender al Krygier de hoy. Aunque su notable debut solista Echale semilla! sea, según sus palabras, “poco homogéneo”. “Cada vez que lo escucho, así lo noto. Me pregunto: ‘¿Cómo puse tal tema o tal otro...? Estoy loco’. Pienso que en tu primer álbum nunca te das cuenta de hasta donde podés llegar. Más bien te sacás las ganas de editar algo como para mostrárselo a tus amigos. Hoy pienso más en la integridad conceptual. De hecho, mi próximo disco va a ser de más fácil escucha que Echale... en el sentido de que no tiene experimentos complejos. Será más concentrado y homogéneo.”
La segunda vuelta vino con un curioso disco instrumental titulado Secreto y Malibú, banda de sonido para una obra de danza de Diana Szeinblum. “Tuve que componer los temas en un tiempo muy limitado y alrededor de una idea que venía desde afuera. Igual, ese ambiente era afín a mis gustos. Cuando surgió la idea, me metí muy en ambiente y aproveché cosas que estaba haciendo aparte. Las chicas funcionaron como curadoras del disco. Y la verdad es que me dejo influenciar por el oído ajeno y amigo”, revela. El disco es instrumental y, según su hacedor, tiene un carácter conceptual pese a que los sonidos ondulen entre el reggae dub, la producción de sonidos varios y la marcha rusa. “La danza es un universo misterioso que no termino de entender –explica–. Y mi disco apoyó eso: una obra de danza sin diálogos y compuesta a partir de un material muy onírico, inconsciente, alegórico. No importa si lo que sucede se interpreta de una manera u otra. La importancia está en el carácter. Hay muchos estados y cada uno tiene la necesidad de un humor distinto.”
Junto a Alejandro Terán, el hoy exitoso Kevin Johansen es uno de los amigos que Axel conserva de sus primeros años en la música. De KJ dice: “Me sorprende y alivia su éxito. Kevin la viene luchando desde hace mucho tiempo y tiene talento para la canción”. Sin embargo, necesita distanciarse. “Lo mío va por otro lado. Los proyectos en los que me puedollegar a sumar son de música para cine o cosas por el estilo. Claro que me gustaría tener una banda aquí y tocar, pero no tengo ambiciones de popularidad. Lo que me está sucediendo ahora es suficiente. Si la pegás grosso, es difícil correrte. Llegado el caso, habría que tener la valentía de hacer lo que tu deseo manda.”
–¿Y qué es lo que tu deseo manda?–Experimentar para llegar al oído de una forma amable. No me gusta la experimentación que repele o se queda flotando en el éter. Busco comunicarme a través de ella. Una de las magias de la música es cuando la subjetividad que ponés al componer se manifiesta en otro. Sucede cuando estás mostrando tu música y te das cuenta de que entrás en su pegue, en su efecto psicotrópico. Eso es lo que me interesa. Entiendo que a la música le cuesta mucho ser concreta con las cosas, pero puede manifestar estados de ánimo con pocos elementos. Desde que un acorde mayor suena alegre y un menor triste, pasando por los timbres, se puede empezar a construir.