REGRESA TURF, LA MáQUINA DE GENERAR FANTASíAS
De telonear a los Stones a ser echados de la TV cordobesa, la pandilla más burlona y disparatada de su camada provocó unos años desde el mainstream con canciones de escala estadio y se disolvió. Levinton, Lopatín, Caloia, Tapia y Ottavianelli vuelven en el Opera y prometen disco para octubre.
› Por Santiago Rial Ungaro
“Subí el volumen, ¡mirá!”. Va más de media de hora de charla cuando la televisión interrumpe la animada entrevista con Turf anunciando su próximo show, el de este sábado 5/3 en el Opera: cuando los cuatro integrantes presentes (falta Tody, el bajista) se dan vuelta para verse en pantalla en el anuncio de su regreso a las pistas, queda claro por qué la palabra clave, repetida por cualquiera de ellos cada cinco minutos, es fantasía. Desde sus principios, cuando tomaron por asalto el under con una propuesta distinta –melódica pero rockera, popular y original–, la pandilla integrada por Joaquín Levinton, Leandro Lopatín, Nicolás Ottavianelli, Fernando Caloia y Carlos Tody Tapia se convirtió en una máquina de generarlas y cumplirlas.
Con todos ellos en actividad y plena forma, es lógico que Turf regrese con las pilas de la vida recargadas. Y ahí está Kurt Cobain, un nuevo hit que lleva su sello: con velocidad y gracia, apenas necesitan treinta segundos para contar una historia y de paso reencontrarse con la suya. “Te encontré peleando en una disco contra seis, llevabas pantalones de cuero, remera de Kurt Cobain”, canta Levinton, el autor de Casanova y Yo no me quiero casar y usted. “En cuestión de un mes yo traje el tema éste, lo pasamos tres ensayos, vino Coti a uno más y listo, ¡al estudio! ¡Clap!”. Joaquín bate palmas para apoyar la idea. A ese ritmo, un disco nuevo de Turf es fija para 2016: “Para octubre tenemos un disco nuevo entero”, dicen arengándose a coro y aceptan que el reencuentro era inevitable, aunque también azaroso.
“Los grupos de rock no se sabe ni por qué se juntan ni por qué se separan. Tampoco sé muy bien por qué nos separamos. Recién hablábamos de la fantasía y creo que fue fantasía el primer encuentro, fue fantasía la manera en que se disolvió la banda y es fantasía que estemos ahora tocando de vuelta”, dice el cantante, casi con solemnidad. Nico Ottavianelli, tecladista y líder de Ríspico, recuerda que hace poco más de un año, en un show de la banda que comparte con el batero Fernando Caloia, decidieron llamar al resto, querían juntarse “con los muchachos”. La chispa prendió, o nunca se apagó. Joaquín recuerda que al día siguiente de separarse, se encontró con Nico y le dijo: “Che, ¿no da juntarnos?”. Y a partir de ahí estuvieron “hablándolo durante ocho años”, cuenta y carcajea.
Además de darse un poco de aire necesario después de una separación que priorizó lo personal antes que lo económico, es claro que ninguno se oxidó: durante ese período, Leandro confirmó con Poncho su talento para hacer hits electrónicos bailables, Nico mostró peso propio como compositor al frente de Ríspico (siempre con Fernando, que además ahora está en OK Pirámides), Tody armó Trasmundial, y Joaquín formó Sponsors, apenas reformulando su inconfundible estilo. Nicolás: “Evidentemente separarnos era una necesidad, porque a la semana estábamos todos haciendo cosas”. Lopatín asiente: “Tuvimos mucho desgaste humano porque tocamos un montón, grabamos un montón de discos y ensayábamos todos los días. Estábamos todos con las cabezas explotadas y por suerte fuimos bastante condescendientes con lo que pasaba. Estábamos sonando en la cancha, capaz que estábamos ahí... pero no nos basamos en lo que serían los criterios del negocio: los Turf somos así”.
Para Nico, ahora la fantasía para 2016 tiene que ver con “retomar el camino que quedó ahí, inconcluso”. Dice que “todo el tiempo uno vive de las fantasías”, y que en esos quince años que estuvieron tocando cumplieron muchas, desde grabar en su primer disco con Charly García hasta tocar con los Stones (fueron los teloneros en 1998, mucho antes del videoclip/casting de imitadores de Jagger), Los Ratones Paranoicos o Primal Scream. “Y ahora para mí las fantasías pasan por seguir grabando buenos discos, tocándolos, viajando, viviendo la experiencia de seguir estando juntos divirtiéndonos.”
Lopatín: “Suena a cliché, pero arriba del escenario nos miramos y se nos pone la piel de gallina. Turf no es una banda de género, es un disparate porque somos una banda que mezcla constantemente todos los géneros y eso se ve en todos los discos y ahora también. La base es una canción condimentada por la fantasía pura”. Y aunque quizá sea su disco con menos hits, Siempre libre, el segundo, es una muestra de la química sonora de una banda que supo reinventarse y sobrevivir a todo: incluso a sí misma. “A mí me gustó mucho ahora volver a tocar Siempre libre, que es un tema que apenas hicimos en vivo, y me impresionó mucho el poder que tiene”, dice el baterista. “Ese fue nuestro disco más experimental, y de hecho lo que salió es lo que quedó de un disco que iba a ser doble pero que tuvimos que simplificar. Tiene que ver con lo que uno siente, más que con lo que uno piensa”, dice sobre el álbum que les valió que los echaran de su compañía.
Claro que su libertad y diversión se transmite: incluso viendo sus momentos más polémicamente dramáticos, como cuando los echaron de la tele en Córdoba, es imposible no pensar que el paso siguiente para este Turfshow tranquilamente podría ser reinventarse como un programa de TV, como el que tenía Marc Bolan en los ‘70. “¡Estaría buenísimo! Me fascina la tele”, admite Joaquín, que hace poco incursionó en radio y quizá sea una de las escasas estrellas de rock argentinas de su generación, alguien que realmente disfruta de ejercer ese rol con sentido del humor y casi sin conflictos o culpas.
Y lo mismo se puede decir de sus compañeros, igual de burlones, irónicos y, por qué no, atrevidos. Fernando: “A nosotros nos han echado en vivo de la televisión en Córdoba y tenemos un recuerdo hermoso de eso. Fue una de las cosas más lindas que nos hayan pasado tocando, quizá porque fuimos con algo lindo. Somos medio silvestres, creo que eso tiene que ver con una manera de ser que tenemos en todos los aspectos de la vida. Nos separamos en el mejor momento de la banda. Tuvimos un montón de managers, nos echaron de tres compañías discográficas y siempre por ‘cuestiones artísticas’. De nuestro primer sello nos echaron porque querían un hit y les mandamos una zapada de ocho minutos: les mandamos eso y ellos directamente nos devolvieron el contrato”, dice Caloia, tentado por la risa.
Cuando Leandro comenta que los cinco eran “como un caballo desbocado”, la metáfora no solo demuestra la afición de la banda por las carreras equinas (el primer tema de su primer disco se llama La recta final; y la banda, bueno, ¡Turf!), sino también la comunión que este grupo de fantasistas de la vida supo mantener contra todos los pronósticos. Y es que si hubiesen sido cinco caballos desbocados yendo cada uno por su lado, esta divina comedia de una banda que arrancó mezclando el britpop de Oasis con las locuras de Isidoro Cañones no existiría.
Mientras Joaquín cuenta que hace poco fue al hipódromo y se ganó unos pesitos, sus compañeros vuelven a 1995, cuando hicieron su debut, abriendo para Demonios de Tasmania (hoy DDT): “Cuando arrancamos teníamos siete temas y uno era un cover. Estábamos en una movida más indie o de culto, y de repente tocábamos un cover de Charly García y capaz que había gente que pensaba que éramos unos atrevidos y que nos la creíamos”. Joaquín: “¡Éramos tan buenos que daba bronca, jajaja! Por entonces estaba de moda el ‘rock alternativo’. No era indie, era ‘alternativo’, y estaba súper mal visto hacer un tema de Los Ratones. Y nosotros, al salir de esa forma del rock alternativo y despotricar contra eso, nos ganamos la bronquita de algunos. Pero después nos fue re bien porque el primer disco vendió 40 mil copias, que era un montón y eso ya nos puso en un lugar raro”.
Turf dividió aguas desde el principio: cancheros y disparatados, pícaros y caprichosos, perseverantes y oportunistas, que uno de sus primeros reencuentros haya sido en un homenaje a Charly García no es casual. Nicolás: “Con Fer tenemos un estudio de grabación, La Catedral, que armamos cuando se separó Turf, y ahí grabamos infinidad de grupos y solistas hasta llegar en este momento a estar grabando el último disco de Charly. Eso es un sueño también, o una fantasía que teníamos desde chicos”. Pero aunque la amistad con Charly haya sido decisiva en sus inicios y en su regreso, su afinidad más grande probablemente sea con Los Auténticos Decadentes. Caloia: “Cuando los conocimos aprendimos mucho de ellos, pero también nos dimos cuenta de un montón de cosas que teníamos que capaz que antes no las veíamos”. Es que quizá, contra todos los pronósticos, detrás de esa vocación hitera que generó canciones como Pasos al costado, Magia blanca o Loco un poco haya en Turf cierta humildad discreta de querer, simplemente, que la gente lo pase bien: incluso los que no los quieren, o les tienen “bronquita”, terminan bailando y disfrutando de una banda que supo conjugar fantasía y sentido común. Lopatín: “Tocamos Bienvenidos al tren en el homenaje a Charly, que fue nuestro primer show de este regreso, y que en el camarín hayan estado amigos de la primera hora como Sharly, de Demonios de Tasmania, o Manza de Valle de Muñecas, que en esa época estaba en Menos Que Cero, que era el mejor grupo cuando arrancamos y los íbamos a ver, demuestra que algo hicimos bien, ¿no?”.
* Sábado 5/3 en Teatro Opera Allianz, Corrientes 860. A las 21.
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