LOS AUTENTICOS DECADENTES, MAYORES DE EDAD
Gente grande
A 17 años de su nacimiento, la banda que se animó al latinazo y la picaresca típicamente argentina (pero con actitud punk) se apresta a editar dos discos: uno en vivo, casi por obligación. Otro, el nuevo-nuevo, con menos lugar para “la joda”. Razones de un cambio que ya se percibe.
POR ROQUE CASCIERO
El timbre y el teléfono no paran de sonar en el caserón de Parque Patricios donde Los Auténticos Decadentes tienen su base de operaciones desde hace largos años. Es que están en plena actividad, tal vez como nunca antes: en el estudio de grabación, La Mosca Lorenzo está frente a la consola y, vidrio mediante, la sección de vientos de la banda graba los arreglos de una versión de “Beatle”, la canción de Attaque 77. Los Decadentes graban su nuevo disco, debería aparecer a principios de noviembre, y que será precedido por un simple que, además del cover, traerá el corte “Cuando me llegue la muerte” y “Andreíta”. En el patio cubierto del caserón cuelga un micrófono gigante de la época de Cualquiera puede cantar, y las paredes están tapizadas de cuadros y discos de oro y platino. En un costado, un papel reúne los posibles títulos del disco (al parecer, los que pisan más fuerte son Cerebro de mono y Se está quemando el payaso). Al fondo del patio hay una escalera que sirve de acceso a una habitación en pleno acondicionamiento, donde un técnico se encarga... ¡de otro álbum de los Decadentes! Se trata de uno en vivo (condición para que la compañía BMG los liberara de su contrato anterior), que seguramente aparecerá también antes de fin de año. “Nuestra prioridad es el disco nuevo, pero ya que éste van a sacarlo igual, la idea es hacer una buena selección, una buena mezcla y un buen arte de tapa”, explica el trompetista Guillermo Capanga Eijo. Y el cantante Gustavo Cucho Parisi completa: “Me hubiera gustado tener un álbum en vivo grosso, con un video y lanzamiento fuerte. Pero con el disco nuevo comienza una nueva etapa para nosotros”.
La nueva etapa de la que habla el cantante tiene que ver con lo que se puede escuchar en la cabina: arreglos más elaborados, menos hits explosivos y pachangueros, un tema casi punk (“Si no, ‘Rebelde Way’ es más rockero que nosotros”, bromea el guitarrista Nito Montecchia), algún dancehall sobre los piropos, y, en general, letras más reflexivas... “Es que ya no somos pibes”, se ríe Capanga. “Nos hacemos los pibes, pero es mentira. Aunque no nos guste, somos gente grande.” Nito intenta una respuesta seria (“Tenemos cierta madurez y eso se refleja en lo musical, en las letras...”), pero Gastón El Francés Bernardou lo interrumpe con una típica salida Decadente (“En las arrugas...”). En realidad, el buen humor y los chistes siguen primando en el universo de la banda –esto es, la relación personal y laboral, y también en las canciones–, pero los muchachos reconocen el paso del tiempo. Nito: “La madurez tiene que ver con planteos existenciales, como el de la muerte. Por ahí te cae la ficha cuando te toca de cerca. Cuando sos chico la muerte no es algo visible, pero cuando crecés empieza a pasarte con gente de tu familia”.
En el estudio está ausente con aviso el productor Juanchi Baleirón, de gira mexicana con los Pericos, su banda. Finalmente, por falta de tiempo, Baleirón sólo se encargará de seis temas del álbum; el resto quedarán en manos del percusionista Martín La Mosca Lorenzo y de Juan Pablo Arnaz (quien produjo a Javier Calamaro). Mientras sus compañeros siguen el proceso de grabación, Cucho adelanta un proyecto que tiene junto al trombonista Daniel Zimbello: un dibujo animado para chicos con canciones electrónicas, que comenzó como una idea pequeña (“antes que Gorillaz”, aclara) y que tal vez llegue a la televisión en poco tiempo. Y también pide que el cronista del No escuche los demos de dos canciones en las que él pone la voz. “Quiero mostrar al nuevo Cucho”, dice, risueño. “Hay una faceta mía que nunca se le mostró a la gente. No sólo me gusta la música divertida: escucho mucho rock, música electrónica, Bryan Ferry... Voy a seguir cantando los temas pachangueros, pero también quiero hacer canciones con un clima de intensidad, con letras más jugadas. Por ahí todo el mundo está acostumbrado a verme bien, pero últimamente me pasaron cosas que me cambiaron un poco la vida, en el sentido de madurar más rápido.”
–Entonces, ¿Cucho maduró?
–Y, alguna vez me tenía que tocar. No sé cómo explicarlo, la vida no es sólo la risa, que es lo que yo siempre vendí. A mí me motiva ver gente contenta, pero hay momentos en los que no puedo cagarme tanto de la risa. La verdad, por dentro soy re dark, un depresivo total... (risas). No, eso no me lo cree nadie, aunque tengo mis bajones. Lo que estoy viviendo ahora es que se agrandó la familia porque tengo dos hijas y me cuesta mucho ser responsable. Pero la vida es cambio. El grupo ya tiene 17 años y tiene que pasar algo: éste disco tiene que ser jugado. Y eso puede implicar riesgos grandes: que no venda nada, por ejemplo. Pero yo vi grupos a los que les pasó y que se la bancaron, como los Cadillacs con Fabulosos Calavera o los Pericos con Mystic Love.
–Pero, ¿ese disco de cambio no fue Hoy trasnoche?
–Sí, pero éste tendría que asentar el cambio. No vamos a hacer cumbia toda la vida. La cumbia ya saturó, con todos los grupos de cumbia villera que hay. Ya está. Cuando nosotros cantábamos “Entregá el marrón” nadie decía “chupámela” en las canciones. Pero como todo eso apareció, nosotros vamos abriéndonos. Hay muchos grupos en la onda nuestra y nos pone contentos que así sea, pero queremos estar un paso adelante: cuando hicimos algo, ya tenemos que pensar en otra cosa. Además, si tuviéramos que hacer siempre lo mismo, nos moriríamos de aburrimiento.