TIME WARP DESDE DENTRO Y DESDE FUERA
El NO estuvo en la fiesta electrónica. Aquí, un recuerdo de momentos de la noche, consecuencias y las escasas confirmaciones que existían al cierre de esta edición.
› Por Yumber Vera Rojas
No es aún medianoche y la entrada del Complejo Costa Salguero ya palpita la celebración. Con la humedad en la que se sumergió Buenos Aires como telón tras la lluvia que cacheteó a la ciudad, el público, en pequeños grupos, comienza a asomar y a acumularse en el predio erigido a metros del Río de la Plata. Lo hace más temprano de lo habitual. Si bien es cierto que ese trozo del barrio de Palermo, uno de los cónclaves porteños de la música dance, se atiborra todos los viernes y sábados de gente loca por la fiesta, este día es especial. Es que Time Warp no sólo desembarcará por tercera vez aquí, sino que es (coinciden las agendas de los portales más importantes del género) el gran evento del fin de semana en todo el mundo. Así que cientos de feligreses pisteros marchan exultantes hacia el encuentro con el festival que convertirá una vez más a la Argentina en la capital de la electrónica de baile.
Sin embargo, luego de dejar atrás la pugna entre conductores y peatones por el control de la Avenida Costanera Rafael Obligado, los locales de comida y la cola de autos rápidos y furiosos por hacerse de una plaza en un estacionamiento colmado, el caos espera a la vuelta de la esquina. A pocos metros de las puertas de Costa Salguero, y con el beat campeador como banda de sonido, la primera imagen que salta a la vista es la de un chico ayudando a su novia a vomitar. Luego, gente buscando gente, revendedores tras el mejor postor, selfies por doquier y un muchacho desconsolado porque no encuentra uno de los dos tickets (el electrónico) para ingresar. Una vez revelado el acceso general a Time Warp, desde afuera se percibe el calor proveniente del recinto, el cual, aunado a la insoportable humedad, augura una jornada pesada. Aunque la sensación desaparece tan pronto un par de chicos se abren paso entre las barandas de la cola y forcejean con los patovicas para colarse. Lejos estuvieron de lograrlo.
Minutos más tarde, y tras padecer los empujones y el cacheo (al que luego le dieron de baja), la primera fecha de la edición local de uno de los festivales de música electrónica más importantes del mundo da la bienvenida con el productor y DJ danés Kölsh a punto de servirle las bandejas al inglés Jamie Jones, en el Stage 2, el mismo que develó el rosarino Deep Mariano. Mientras que en el escenario principal, situado en el salón contiguo, y por el que antes pasaron los también argentinos Luis Nieva y Guti, una masa importante de la audiencia disfruta del debut del alemán Rødhåd.
Pero cuesta llegar hasta allá por la cantidad de público que iba y venía de un lugar a otro. Lo que a las dos de la mañana ya era una faena casi imposible. Así que muchos ni se movieron del lugar o a lo sumo se ubicaron en el último tramo del teutón Chris Liebing, mientras esperaban a Tale of Us: tándem italiano, establecido en Berlín, que terminó por coronarse como lo mejor de la jornada. Incluso por sobre Maceo Place y Loco Dice, quienes hace rato juegan de local en las pistas porteñas.
Cuando empieza a abandonar el predio bien entrada la madrugada, al tiempo que sortea las botellas de agua y energizante tiradas en el piso, el público (proveniente en muchos casos de otras ciudades del país y hasta del Uruguay) alude a la mejoría del cartel con respecto al año pasado. Pero una vez más se lamenta por el maltrato que padece de parte de los organizadores de este tipo de eventos: la falta de ventilación, la saturación de espectadores, los empujones, la carencia de barras, la hidratación y el corte repentino del agua de los baños, al igual que por la falta de personal de seguridad y contención para casos de emergencia. Pero nadie lo piensa en términos de tragedia. Ninguno imagina que al llegar a su casa, o al despertar horas más tarde, se enterará de que al final de cuentas había asistido al evento más trágico en la solemne historia de la música electrónica argentina. Por más que la pista de baile no se mancha, esta vez murieron en ella cinco jóvenes, mientras que otros cinco, al cierre de esta edición, aún luchaban por salvar sus vidas.
De acuerdo con las informaciones brindadas por el Jefe de Terapia Intensiva del Hospital Fernández, Ignacio Previano, en las autopsias a los cuerpos de los jóvenes fallecidos –Francisco Bertotti, Bruno Boni, Andrés Valdez, Nicolás Becerra y Martín Bazano, un que vino desde Uruguay con amigos– se identificó “determinada cantidad de sustancias, pero no todas” (se habla de GBL/GBH, cocaína y otros estimulantes), y aunque aceptó que las parametoximetaanfetaminas (PMMA) son “la sustancia que está ocasionando uno de los mayores problemas”, aclaró que “la prueba estará dentro de 10 a 15 días”.
Lo que haya sido, se transformó en un cóctel que los fulminó entre las 6 y las 6:30 de la mañana del sábado. El expediente (con el asesoramiento de la Procuraduría de Narcocriminalidad del doctor Diego Iglesias) pasó del fiscal Sandro Abraldes, quien se declaró incompetente por los indicios de narcotráfico que giran en torno a las muertes de los chicos, al fiscal Federico Delgado y al juez federal Sebastián Casanello en Comodoro Py. Apenas recibió el expediente, Delgado le pidió a Casanello, quien investiga a Mauricio Macri por los Panama Papers, que Adrián Conci, propietario de Dell Producciones SA, empresa organizadora del Time Warp, sea detenido. “Ahora tenemos que saber si actuó solo o en sociedad”, señaló el fiscal, al tiempo que solicitó investigar el vínculo entre los concesionarios del predio de Costa Salguero, en cuyo directorio figura Fernando Polledo Olivera, esposo de la vicepresidenta primera de la Legislatura porteña, Carmen Polledo, y la compañía encargada de las bebidas. Esto se debe al racionamiento de éstas y el cierre del agua corriente en la madrugada.
Además de estas irregularidades, Delgado manifestó en el oficio que libró que “ni bien se ingresaba, los vendedores de drogas recibían a la gente ofreciendo ‘keta, LSD, éxtasis, cocaína y Superman’”, y que “los organizadores fueron indiferentes a las convulsiones de las víctimas. Durante 15 minutos sólo miraron y oyeron los gritos de auxilio de los demás. Cuando llegó el SAME, en parte era tarde”, consideró.
A pocas horas de la tragedia, que obligó a que todas las fiestas clandestinas del palo se dieran de baja al día siguiente, al igual que el Diynamic Festival 16 (que se iba a celebrar en Costa Salguero el 30 de abril), la organización del Time Warp, en cuya primera fecha se cortaron 10900 tickets según la productora (la habilitación del predio era para 13 mil), envió un comunicado de prensa. En ese documento, en el que ni siquiera se mencionaba a la empresa más que como “Organizadora Time Warp Argentina”, aparte de solidarizarse con las víctimas, básicamente se defendían de cualquier tipo de acusación al demostrar que cumplieron con los requisitos exigidos por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lo que más tarde salió a apoyar el propio Gobierno porteño a través de la Agencia Gubernamental de Control. Ahora bien, al parecer, los requisitos para una fiesta para 11 mil personas apenas fueron de “3 ambulancias de alta complejidad, 6 médicos, 1 puesto sanitario completo”.
Por lo pronto, y mientras la causa podría tornarse en “delito de favorecimiento o facilitación del consumo de drogas”, la escena electrónica argentina está de luto. Al tiempo que el periodismo sensacionalista desata una cacería de brujas sobre el género, se establecen paralelismos con lo que sucedió en Cromañón. En cualquiera de los casos, venga un beat fúnebre.
Creado en 1994, el Time Warp es, junto a Nature One, SonneMondSterne y Melt! Festival, uno de los grandes encuentros de la música electrónica de Alemania. “Además es el primero de la temporada de festivales electrónicos europeos”, ahonda Heiko Hoffmann, jefe de redacción de Groove, la revista alemana más importante de esa escena musical. “Supe que se realizó en Buenos Aires y lo que sucedió. Esa tragedia fue noticia en mi país.”
Pero el evento, cuya internacionalización se produjo a partir de 2005, no es el único de esa nación que apoya la reducción de daños en materia de drogas, la única alternativa posible ante un panorama inobjetable de uso y abuso de sustancias en ese ambiente. “Si hay información y educación del público sobre ese tema es, en parte, gracias a los festivales. También hay personal médico presente en los eventos de gran magnitud. Eso lo determinan los oficiales locales. Las reglas son muy estrictas al momento de organizar shows, pero varían de estado a estado. Luego del Love Parade de 2010, elñ que fallecieron 21 personas por una estampida humana, las medidas fueron más rigurosas. Sigue habiendo un debate político en torno a ese asunto.”
Si Berlín es considerada la capital mundial de la electrónica y la cultura de clubes se debe a un trabajo de concienciación y educación. “Es el eje de la ciudad desde hace muchos años”, explica Hoffmann. “Para la mayor parte, esto se debe al hecho de que nunca hubo un toque de queda –a diferencia de la mayoría de las ciudades de todo el mundo– en los últimos tiempos y a los acontecimientos posteriores a la caída del Muro”, pues entre 1989 y 1999 aparecieron el techno, nuevos espacios, clubes disponibles y una energía distinta en la ciudad.
Aunque el jefe de redacción de Groove vuelve la mirada a lo sucedido en Costa Salguero: “Debe haber la posibilidad de comprobar el origen de las pastillas en eventos como ése. Por desgracia, esto es ilegal en Alemania. Pero en Países Bajos, Austria, España y Suiza es una práctica común que las personas que vayan a las raves comprueben de forma anónima si las pastillas contienen ingredientes peligrosos o venenosos. Es un servicio efectivo para evitar muertes u otros problemas graves de salud en personas que consumen drogas impuras”.
lLas consecuencias del consumo de drogas en Time Warp desempolvan el debate acerca de la importancia de la política de reducción de daños. Esta estrategia de intervención en drogodependencias y en otras conductas que conllevan riesgo para la salud se aplica en personas que desarrollan estos comportamientos y no pueden evitarlos, por lo que pretende reducir los riesgos asociados.
Si bien en los primeros años de la década pasada hubo iniciativas en torno a este método en la Argentina, con el tiempo se diluyeron. “No sé bien a qué se debió”, explica Andrés Schteingart, médico psiquiatra del Hospital de Emergencias Psiquiatricas Torcuato de Alvear, al igual que comandante de proyectos musicales como Drole y El Remolón, y productor de eventos. “Con ARDA (Asociación de Reducción de Daños de la Argentina) estuvimos en varios eventos, pero esto requiero de mucho tiempo, planificación y presupuesto.”
Si bien el modelo fue demonizado por la psiquiatría ortodoxa, al menos en la Argentina, la reducción de daños forma parte de la Ley Nacional de Salud Mental. “Este modelo no es para todos, sino para escenarios nocturnos”, advierte Schteingart acerca de esta estrategia que surgió en los ochenta ante el infortunio del programa de drogas libres. “Cuando incursioné en la electrónica, me llamó la atención el consumo distinto que tenía el público, y quise entender ese ecosistema.”
Según la International Drug Policy Consortium, “el término ‘reducción de daños’ alude a políticas y programas orientados a mitigar los daños de salud, sociales y económicos asociados al consumo de sustancias controladas. El concepto se encuentra enraizado en los fundamentos tanto de salud pública como de derechos humanos y adopta un enfoque pragmático y carente de juicios morales. Por lo tanto, las personas y las comunidades deben recibir la información y las herramientas necesarias para limitar los riesgos asociados al consumo de drogas”.
l“Hay mucha desinformación y carnicería. Se sigue estigmatizando un estilo musical cuando es un problema de Estado. Nunca me llaman para hablar sobre lo que hago, pero hoy me contactaron varias veces para que dé mi opinión acerca de lo que pasó en el evento”, lamenta Deep Mariano, álter ego del productor y DJ argentino Mariano Marcial, que el viernes pasado inauguró el Stage 2 en la primera fecha de Time Warp. “Media hora luego de haber comenzado –su presentación, de hora y media, estaba pautada para las 21– fue que comencé a ver gente. Si bien la segunda parte tuve un poco más de público, me parece que no sobrepasaban las 200 personas. Cuando terminé, me quedé un rato más. Me moví por el backstage y anduve un poco por el VIP. De mi parte, estuve cómodo.”
“Más que por la satanización, estoy preocupado. La escena argentina hacía la vista gorda con lo que estaba aconteciendo. Y fijate: se perdió gente por una situación mal hecha”, advierte el productor y DJ argentino Tommy Jacobs, participe de la primera versión de Time Warp celebrada en Buenos Aires. “Ahora se produjo una cacería de brujas a causa de los organizadores del evento. Son todos culpables, como ocurrió con Cromañón. La escena de electrónica de vanguardia creció muchísimo y debido a que la artística estaba bien elegida, iba a ir mucha gente. No era ninguna sorpresa. Por lo que no entiendo cómo no se podía garantizar la comodidad para el público. Pasó lo que pasó y nos va a perjudicar. No le sucedió a un evento de rock de peso sino a la electrónica.”
A una semana de la fatídica jornada del Time Warp, la fiesta Undertones celebrará este sábado desde la medianoche su octavo aniversario en Niceto Club. “En Undertones no esperamos absolutamente nada anormal. Siempre tenemos controles en nuestras fiestas, y está bien”, asegura Cisco, DJ y organizador de una edición que reunirá a los exponentes más representativos de la electrónica underground criolla (Coral Casino, DKL, Carisma, Diosque o Ibiza Pareo). “No nos sentimos parte de la misma cultura que representa ese tipo de eventos. Por el contrario, hoy más que nunca tenemos que celebrar la música y la cultura underground. Esperemos no ser los productores independientes los que paguemos los platos rotos de los grandes empresarios mafiosos amigos del poder. Los problemas con los espectáculos masivos en Argentina no se remiten sólo a la música electrónica. Hay una constante en la gran mayoría de los festivales y eventos masivos, impera un descuido por el público y la calidad de los servicios que se ofrecen.”
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