LOS FUTUROS #47: HENRIK KRISTOFFERSEN
Aunque lo llaman “espárrago”, el querubín noruego es se hace fuerte en el esquí alpino.
› Por Lucas Garófalo
Por acá nadie se entera, pero la Copa del Mundo de Esquí Alpino es un evento anual que sucede entre noviembre y marzo en localidades de Europa y Norteamérica desde hace ya 50 inviernos boreales. Y en la última edición, el noruego Henrik Kristoffersen hizo un desastre. Si suena el nombre probablemente sea porque en los Juegos Olímpicos de Sochi 2014 el pibe se convirtió en el medallista de esquí alpino más joven de la historia: tenía apenas 19 años. Nada mal para un flacucho al que apodan “el espárrago”.
Contra lo que se podría suponer, lo mental es tanto o más importante que lo físico para triunfar en el esquí alpino. La diferencia entre ganar o perder es de centésimas de segundo: alcanza con pestañar demasiado fuerte en una curva para bajarse del podio. El nivel de concentración requerido es total. Ahí es donde Kristoffersen se impone, porque se agranda en las difíciles. Pregúntenle al austríaco Marcel Hirscher, su principal competidor, que en enero, tras quedar segundo en la clásica carrera de Kitzbuehel ante 50 mil espectadores, dijo: “Lo primero que pensé fue: ‘¡No! ¡Otra vez este pibito de Noruega! Pero la verdad es que me impresiona: creo que esta temporada podría ganar siete carreras”. Spoiler: ganó ocho. El récord era de seis.
Como para hacer todo un poco más impresionante, no sólo se consagró campeón en slalom, sino que lo hizo después de convertirse en la primera persona en ganar las cuatro carreras clásicas del circuito en la misma temporada: Adelboden, Wengen, Kitzbühel y Schladming. Más o menos como si un tenista se impusiera en Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open, o Boca saliera campeón después de ganarle a River, Racing, San Lorenzo e Independiente. Hace apenas dos años que se dedica full time al esquí.
Fuera de las pistas, Henrik es simpatiquísimo, como se ve en los videos y los mensajes que deja en su sitio web. El secreto, según Christian Mitter, su entrenador en el equipo noruego, es su capacidad para cambiar de mentalidad en un instante. “Es como si tuviera un interruptor”, dijo. “En cuanto se pone en ‘modo carrera’ se convierte en el corredor más agresivo. Y siempre corre para ganar.”
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