SANGRE, SUDOR Y UFC 2
Nueva entrega digital del juego emblema de las MMA: dificultad, gracia, luchadores legendarios y la sensación de que todo va a romperse, joystick incluido.
› Por Luis Paz
La llaman “la pelea del billón de dólares”, pero también podría ser la de “los ocho millones y medio de followers”: el combate entre el ex boxeador estadounidense Floyd Mayweather Jr. y el luchador irlandés de MMA Conor McGregor acecha luego de que el barbarroja de la UFC instagrameó un afiche apócrifo. Si no ocurre, están las peleas digitales, donde Mike Tyson y McGregor se fajan en busca del KO más veloz y Bruce Lee le hace una reverencia a Ronda Rousey, ex campeona gallo UFC y ahora fibrosa sex symbol de Hollywood. Y eso ya está pasando en el adictivo UFC 2.
Se trata, raramente, de un videojuego que tensiona fuerte. Estar uno abajo en tiempo de descuento de una final de Champions en FIFA o PES es una huevada al lado de comerse bife tras patada ninja tras bife sin reacción, castigando un joystick que cuesta luca y media. El nuevo volumen de la saga oficial de la franquicia más importante de MMA le gana por puntos, aunque en fallo dividido, a su antecesor: además de visualmente superior, el motor de impactos, el desgaste, la combinatoria, las sumisiones y el entorno embellecen la exhibición de atrocidades.
UFC 2 (EA Sports) dispone el piñas van, piñas vienen sin sobresalto: es divertido y lo demás es pacatería. Pero podría haber más para hacer además de fajarse en casi diez categorías por pesos, sumando las dos de la liga femenina. Por lo demás, el modo Knockout ceba mucho, y el modo Carrera tiene gracia y dificultad. Y aunque cueste agarrarle la mano a los comandos, una vez que entra una bien puesta, entran todas.
La UFC (la franquicia y la liga, no el juego) es, a su modo, una experiencia posmoderna que integra el carácter deportivo de las artes marciales competitivas, el negocio del boxeo mainstream, el timbre redentor de la pelea callejera y el bling-bling del show bizz. Pero también es una bajada analógica de los viejos fichines de pelea donde valía ver tanto a un capo del karate contra un peso pesado ruso como a un militar entrenado versus un guerrero clandestino; incluso en la jugabilidad: hoy el bonus por combo tiene gustito vintage. Por eso está bien que el círculo se cierre (luego de seguir facturando con un reality show y merchandising) en una consola, entre palancas y botones, al comando de estos superhéroes de la piña alta y la patada baja.
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