Jueves, 19 de mayo de 2016 | Hoy
EL DOCUMENTAL SUCIO Y DESPROLIJO
Funciones porteñas y gira para un registro clave del metal pesado argento.
Por Mario Yannoulas
“El heavy metal no es estar emborrachándose y vomitando en un rincón. No es violencia, esa cosa marginal, postergada, de ‘Está todo mal’. Para mí, heavy metal es la lucha del hijo de clase trabajadora, es levantarse todos los días a las seis de la mañana como un obrero, el pibe que va a estudiar. El que lo siente, percibe al heavy metal como un amigo, una compañía para los buenos y los malos momentos. Por eso es una forma de vida.” Más o menos así arranca Sucio y desprolijo, con el ineludible Gustavo Zavala, de Tren Loco, intentando determinar de qué se trata el objeto de estudio del documental: el metal pesado argentino.
Estrenó al público en el Festival Internacional de Cine de Mar del Pata, en noviembre, y pasó por ciudades como Río Tercero y Rosario, hasta desembocar en Buenos Aires, donde se proyecta los sábados de mayo en el Centro Cultural San Martín. “El primer testimonio que grabamos fue el del Ruso Verea, en octubre de 2010. A partir de ahí recolectamos quinientas horas de material, entre lo propio y el archivo”, cuenta Lucas Lot Calabró, co-director junto a Paula Alvarez, a quien conoció cursando Comunicación en la Universidad de La Plata.
“El protagonista de la película es el metalero. Ahí entran el público, los músicos, los periodistas, los mánager. Sobre el heavy siempre sobrevoló un prejuicio y el documental destierra esos preconceptos y muestra cómo se generaron”, destaca el director. “Está dirigido a todo el que escucha metal nacional, en segundo lugar al que escucha también heavy internacional, y finalmente al que le gusta el rock y tenía una vaga idea sobre el movimiento”.
Testimonios de músicos (de Locomotora Espósito a Richar Asspero, pasando por Ricardo Iorio) entreverados con visiones periodísticas pretenden exponer cronológicamente las aristas del fenómeno local, teniendo en cuenta sus particularidades. El desarrollo propone tácitamente dos condiciones inherentes al metal pesado argentino.
En primer lugar, su homologación con el compromiso social desde la época de V8 -”Romper con lo establecido”, dice Beto Zamarbide-, una cualidad que no se repite en todas partes del mundo. Lot Calabró concede: “La idea combativa de V8 tiene algo que ver con el punk, aunque el punk era una expresión muy antisistema que agarraba más público de clase media. Si bien acá se sostiene esa veta contestataria, el metal argentino critica la injusticia que se produce sobre algo que quiere. Hay un tema de V8, Muy cansado estoy, que critica la alienación y las condiciones laborales, pero a la vez demuestra orgullo laburante. La mayoría de las bandas heavies vienen del conurbano, ahí está la inspiración para esa cosa poética discepoliana”.
Segundo, el eterno problema de las rivalidades: “Hay una disputa por el sentido -dice el director-. Surgen bandas que hacen algo distinto y quizás a los más conservadores les choca por pensar que esas nuevas expresiones degradan el sentido del heavy. Esa pelea simbólica se da porque al metalero le gusta discutir sobre música, a lo que se suman disputas generacionales. Aún así, es una de las pocas subculturas del rock que lograron mantenerse vivas durante más de 40 años”.
* Sábados 21 y 28/5 en C.C. San Martín, Sarmiento 1551. A las 21.30. Luego girará por Salta, La Rioja y posiblemente la Patagonia.
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