LA MECáNICA DE PAíSES BAJOS
Sin programarlo, los ex Las Cosas ya sacaron cinco discos cortos de ambient deforme y minimalismo inmenso (si acaso fuera eso posible).
› Por Santiago Rial Ungaro
Los Países Bajos le deben su nombre a que casi el 20 por ciento de su superficie está por debajo del nivel del mar: solo a través de un complejo sistema de drenaje cuya construcción comenzó en la Edad Media pudo surgir esa tierra casi fantástica que le da también nombre a un levitante grupo de rock ambient formado por Walter Zenker, Pablo Gallardo, Ariel Issaharoff (los tres venían tocando juntos en Las Cosas), Martín Roveda y Heber Lajst. Dice Pablo: “Un amigo que tiene una editorial nos propuso hacer la banda de sonido de una película que se iba a llamar Países Bajos, con una idea cercana a La Zona, de Tarkowsky, y ahí nos quedó el nombre; creo que alude a lo menor y lo minoritario más que al país”.
La formación de Países Bajos muta al estilo de la legendaria Naranja Mecánica dirigida por Rinus Michels. Define Walter: “Vamos rotando bastante los instrumentos en cada disco: a veces suena más etéreo y a veces tiene más instrumentos que le sumamos en estudio”. La idea de paisaje y de viaje están presente en Cada vez ningún lugar, último disco de este colectivo de trabajo solidario escondido en algún lugar de Villa Luro. Suma Ariel: “Creo que encontramos una forma de hacer música diferente a la que teníamos en Las Cosas; ya hicimos cinco discos cortos casi sin darnos cuenta”.
Desde la literalidad vehicular de Máquinas para viajar o los distendidos aires hawaianos de Masa de Conga, pasando por el minimalismo de Estado de permanencia, estos países sonoros cuya inmensidad recuerda a los experimentos de Brian Eno con Robert Fripp y a las bandas de sonido del ruso Eduard Artemiev, más que bajos parecen sumergidos, escondidos en lo profundo de la psiquis: la música de esta banda drena ansiedad a lo loco; pide algo de tiempo pero paga con espacio ilimitado.
“Nos gusta usar el estudio como instrumento para componer: estamos como en una trinchera, y tocar en vivo a veces se complica. Nos gusta mucho lo que hace Carlos Alonso, artística y políticamente: tiene más de 60 años, pero el año pasado, cuando lo operaron, al mes ya nos estaba mandando mensajes para cerrar fechas. Nuestro desafío es seguir produciendo discos que tengan un contraste entre sí. Este espacio nos atrapó y queremos que vaya creciendo cada vez más”, apela Pablo. Como dijo Baruch Spinoza, filósofo neerlandés: “Todo cuerpo que no se incrementa muere”.
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