Jueves, 2 de junio de 2016 | Hoy
BABASóNICOS Y EL ROCK GRAVADO POR UN IMPUESTO DE FE
La banda más importante del rock en español de este siglo manicura y consuma los cogollos de su obra en un disco doble audiovisual donde presentan nuevos arreglos para veinte de sus canciones, de Zumba a El colmo. Adrián y Roger y Tuñón y Dieguito y Panza, los cinco babasónicos, versan sobre el disco, el programa y la gira, ejes de un combo transmedia que incluye dos libros, una muestra y funciones en cines. Además, habrá disco tecno, lados B infames y reediciones en vinilo.
Tal vez Babasónicos sea la consagración de la invasión de la cultura rock en la música pop de la región, la usurpación final, y como en el chiste sobre los principios, o como requiere la ontología misma del pop, cada quien tenga su historia con Babasónicos, y para los que no, Babasónicos tenga igual otras historias. Como la de los hermanos Adrián y Diego Rodríguez, que religiosamente se comen un alfajor diario. O dos. “Lo mío es postre y después lo demás”, es el haiku gastronómico de Dárgelos. “Cualquier cosa masticable con chocolate y dulce de leche. Es una regla: para nosotros dos es comida y postre pegados, y después viene lo demás, la casa, el mundo”, reconoce Dieguito.
Después, también antes y durante, viene Impuesto de fe, álbum nuevo que opera el repertorio viejo sin ser disco en vivo ni unplugged ni grandes éxitos. “Es la música de un show de tevé”, resuelve Adrián. El espectáculo está en el DVD de este lanzamiento, que es la infantería de una expedición transmedia que incluye teleshow, funciones en cine, gira y más obras: el disco de BBS tecno, el de outtakes de Infame, la reedición en vinilo de Pasto, Trance zomba, Dopádromo, Babasónica y Miami, una tirada de Vedette en vinilo transparente, un libro de fotos de Martín Bonetto y otro de entrevistas de Roque Casciero, ampliación del tomo biográfico Arrogante rock.
Desde adentro, ya apantallado por HBO, funciona tensado por el crossfit dramático de las canciones de Babasónicos, narraciones pulp y románticas para la generación streaming. Versiones empuñadas por una logia del bisturí atareada en cortar sin mutilar y en poner prótesis a Irresponsables, Putita, El colmo, Los calientes, también a Natural, Muñeco, Zumba, Su Ciervo, y a Vampi y El maestro, canciones nuevas que compusieron para este flamante embalaje de banda que mostrarán en una gira por teatros. Primero tres Opera (10, 11 y 12/6), luego coda mexicana, goteo en Ecuador y Uruguay, y al menos 31 shows en teatros post General Paz, de San Isidro a San Rafael y de Lomas a Jujuy.
Impuesto de fe llevó más trabajo del que parecía. “Uno piensa que como son canciones que ya tienen su versión será más fácil transformarlas, pero fue más difícil que hacer nuevas, donde todo es abierto y seguís tus caprichos”, dice Mariano Roger. Quisieron evitar los clichés de los discos de alto presupuesto y celebración (el grupo está cumpliendo 25 años). “Invitados, bronces, cuerdas”, enumera Panza. Sony, que los publica y les propuso el proyecto, se puso a disposición; los músicos tomaron lo necesario para hacer un disco nuevo y encontraron cómo resolverlo solos, junto a su ingeniero Gustavo Iglesias en grabación y mezcla, y Andrew Weiss –a quien llegaron temprano vía los discos de Ween, y que coprodujo de Dopádromo a Anoche y Romantisísmico– como director y realizador musical.
“En discos celebratorios, las bandas suelen tocar los acordes, llamar a un arreglador, poner un segmento de cuerdas”, explica Diego Tuñón. “La compañía nos ponía la orquesta que quisiéramos, y con el repertorio que había, con solo acompañar las canciones teníamos un gran programa. Pero lo que nos gusta es hacer discos nuevos. Fue un ejercicio muy interesante, que llevó mucho, mucho tiempo, y que nos dio una oportunidad para ser novedad, para generar un nuevo formato que adaptamos para que nos fuera excusa para hacer un disco novedoso, desafiante, misterioso”.
Adrián: –Nosotros tenemos iniciativas de hacer discos y shows distintos. Hicimos BBS tecno y Shambala, que es acústico, discos de lados B y bandas sonoras. Tenemos muchas alternativas de discos posibles, y de formatos para shows y de banda. Ya teníamos la iniciativa de hacer algo de estas características, un audiovisual que no surgiera de la naturaleza de un DVD, que es un registro de un show existente.
Roger: –Tenemos Luces, que es la fotografía de un show de la gira de Anoche en el Luna Park y tiene como hecho muy simbólico que es uno de los últimos shows donde tocó Gabo. La de Luces es la última versión de la banda original con todos sus integrantes. Pero Impuesto de fe ni siquiera es la fotografía de la banda, es una banda puesta a hacer otra cosa.
Adrián: –No hubo parámetro porque iniciábamos el formato, tuvimos que inventar un contenido audiovisual donde el guión fuera la música, lo que podría haber ido de The Wall a la comedia musical. Como no queríamos comedia musical ni En vivo en Pompeya, el asunto fue replantear la música, porque distorsionada tampoco es impactante en tele. El show de rock es experiencial, pasa ahí, y si lo ves por tevé no es nada, es una onda en la pantalla.
Diego: –El desafío fue transformarnos en otra banda sin traer a otros. Es difícil llevar solo nosotros siete todo ese vivo. Para mí, grabar este disco también significó viajar al mundo, tocar de todo, arpa paraguaya o el saxo de Yegua, que nunca había tocado. O flauta en unos temas que no quedaron.
Panza: –Tuvimos que elaborar un concepto en el cual meter toda la música, pero desde lo mínimo del toque para sostener la canción. Acostumbrado a tocar rock, donde hay que llenar el espacio, uno busca la nube de sonido donde se aloja todo. Acá fue lo contrario, poca reverberancia y trabajar con los silencios. Y eso llevó tiempo.
Tuñón: –Hubo que pensar más en orquestar, dejándole mucho espacio a la voz y tratando de no tocar acordes, sino arreglando, proponiendo swings.
Hay una escena elocuente del DVD durante El maestro, uno de los nuevos. Todos están entregados a un ritual elemental, un conjunto de músicos de excepción dando su mínima expresión: Panza hace la clave en el aro de la chancha, Dieguito bate un pandero, Carca la pandereta, Tuñón aplaude, Tuta pasea el bajo, la muñeca derecha de Roger separa trigo de cizaña y las voces se cruzan detrás de la de Adrián, que en El maestro y Vampi suma al tarot babasónico nuevos baluartes, orgánicos al sistema que propone Impuesto de fe, pero reflejos asimismo de una tradición fabularia. Manicurados, los veinte temas que integran este combo audiovisual acaban siendo los cogollos de Babasónicos.
Impuesto de fe y Desde adentro fueron grabados en Quarry Studios, heterodoxa locación del DF mexicano, cerca del Estadio Azteca y oteada por un barrio con calles olímpicas como Berlín 1936, Atenas 1906 o México 1968. “Nosotros trabajamos lo musical y después se discutieron la locación, el diseño del escenario, las luces”, arranca Roger. “Hubieron varias opciones en México, estudios preparados y una locación más controversial por audio y logística”, dice. Allá fueron: al shopping a medio hacer, abandonado, reformado como estudio, donde tal vez se hagan exteriores de películas, escenas de acción. “No sé qué se puede hacer ahí, pero no es mucho porque es como una ruina”, descarta el guitarrista.
La puesta fue del escenógrafo de la banda, Sergio Lacroix, y su dimensión está capturada por Martín Bonetto en las fotografías del interior del booklet. Más tomas incluirá su libro (A4, tapa dura, más de 140 fotos), que será presentado en Provincia Emergente (una reversión de Ciudad Emergente en el Estadio Ciudad de La Plata) con la muestra Movimiento babasónico. En él habrá fotos que Bonetto les sacó desde 1999. “Hay fotos de shows, que fue lo primero que pude hacerles, después pude ir metiéndome en algunos camarines, les hice fotos de prensa y se dieron otros trabajos. Son fotos de estos 17 años, que van de Gabo a Carca, aunque hay más de Adrián, que es con quien más trato y a quién más fotos le saqué”, cuenta Bonetto. Su libro incluirá la reescritura, por Marcelo Cohen, del mito fundacional de Babasónicos: “La bruma nacarada del origen”.
Usaron el hall del shopping, o el patio de comidas, que tenía piso de cemento, carpeta todavía, y un techo de vidrio que hubo que tapar. Allí, público y músicos aparecen agitados, no mezclados. La gente es escenografía viva y latina de algo como un Top of the Pops de la era digital, en altísima definición. El frente de cámara cambia a cada canción, el entorno físico propone mambo, alto chape y estilo en Los calientes, una pasarela hacia el Camarín, o cien piernas en Cómo eran las cosas.
Roger: –Fue complejo abarcar nuestra historia, la democracia entre los discos no daba dinámica de show. Teníamos como 35 canciones, algunas de cada disco, pero se cayeron porque no nos daban el momento que necesitábamos. La lista es abarcativa pero tiene que ver con una dinámica de show, no es un muestreo total de nuestro repertorio. Hacer temas nuevos no era condición para el disco, pero era importante para nosotros tenerlos.
Adrián: –En la gira sumamos temas que no están en el disco: Casualidad, Chisme de zorro, El pupilo, Letra chica y Celofán, alguno de Shambala. También podrían haber entrado El loco, Arbol palmera o Sol naranja, pero eran muy obvios, queríamos temas que no estuvieran ahí originalmente para llevarlos a ese lado.
Roger: –Somos una banda que no se revisó mucho y siempre estuvo medio en contra. Pero alguna vez hay que darse vuelta y decir: “Mirá todos los temas que tenemos”. No somos una banda que esté todo el tiempo mirándose el ombligo. En casi 25 años, son muy pocas las veces que miramos atrás, siempre nos interesó discutir el momento con discos nuevos.
Tuñón: –Creo que esa actitud empieza después de que sacamos Trance zomba y todos los estilos que encarábamos en ese disco se volvieron súper main, y reaccionamos a eso con Dopádromo.
La logística de Desde adentro no fue sencilla. Hubieron 28 ensayos del show entero registrados en un estudio de Sony en México, donde grabaron Julio Iglesias, Vicente Fernández o Juan Gabriel. “Nos quedaba enorme, estábamos re lejos”, recuerda Dárgelos, heraldo de un convoy que era de seis mientras estuvo Gabo, que es de cinco actualmente y se amplía a siete si se invoca a Carca y a Tuta; formación de papi fútbol que conquistó el continente de la Patagonia a Sonora y después. “En México hicimos todo el camino de una banda under”, suelen esgrimir.
La otra historia es cómo se fabricaron a sí mismos. “A veces estar ahí atrás en la batería no es tan divertido como estar adelante, estás más solo, pero en la banda también encontré un lugar cercano a lo que estudié, que es diseño industrial”, cuenta Panza, que estuvo en la trastienda de los arreglos del edificio que la banda compró a medio terminar para fabricar su estudio. Diego, ya lo dijo, viaja al mundo ensillado en un cajón peruano. Tuñón indagó en el sonido para producir hacia adentro y afuera de la banda. Roger se tituló de guitarrista con estilo y gracia. Dárgelos consumó su narrativa y es el mago de Oz de la caverna, reflejando flirteos entre volutas de humo.
Acá la banda porta otro atavío, pero todo sale de algún placard. Impuesto de fe arremolina lo que venían desovillando en los últimos años en que cataron teatros conurbanos y ya habían montado un show teatral en el Maipo en diciembre de 2013, con escenario mutante, ninfas bailarinas y trabajo científico sobre sus canciones. Y en sus shows más físicos, habían ya maneras de resolver las frases y cambios en bajadas armónicas ganándoles a las versiones grabadas, que acá cristalizan. Tampoco serán insólitos los medleys: en algún lugar del origen de la Suite del Desierto integrada por Zumba, Yoli, Viva Satana y La roncha, o del combo Muñeco y Deléctrico, estuvo el ya habitual agregado de Egocripta a Y qué?. “Meter canciones dentro de otras tiene que ver con jugar y faltarles el respeto. A Muñeco la cambiamos de tono, le cambiamos el swing, tiene la percusión de Coralcaraza, tiene una estrofa y un estribillo cuando es de tres y tres, le cortamos la letra. Fue un capricho con nuestro trabajo, y el germen puede haber estado en eso de incluir Egocripta en Y qué?, sí”, baja Roger.
Tuñón: –Un día alguien me dijo que las melodías de Egocripta e Y qué? se parecían, y mucha gente podría haber ocultado esa situación, pero nosotros dijimos “Vamos a hacerlas”.
Roger: –Esas cosas las hacemos evidentes. Como pasará con Inflame, los lados B de Infame que vamos a sacar, y que como Carolo está hecho con canciones sin terminar. Nuestros primeros discos de outtakes traían temas terminados en las grabaciones, que se mezclaron y eran parte del repertorio del disco, con esas letras y esa instrumentación. Las de Carolo e Inflame estaban a medio hacer, a medio grabar, y las terminamos ahora, les sumamos nuestra experiencia, una guitarra, un pedazo de letra nuevo. No eran así los temas, y se dice.
Adrián: –Además va a salir el disco de BBS tecno, una puesta que hicimos para festivales de cine y electrónicos, espacios donde hubiera algo más que shows de bandas. Y hay un antecedente en la terraza del Recoleta, para el Bafici. Cada vez lo hacemos mejor, suena mejor, más tecno.
“Faso no, porro no, pasto no, rifa no, flores no, tampoco maconha, ganja no, churro no, chala no...”, desenumera el cantante en un tema que tiene un incipiente culto, al punto de que circulan tomas de aire bajo el nombre Nunca marihuana. “Se llama Monga nunca y va a estar en BBS tecno”, revela Dárgelos, que fue tapa de la revista cannábica THC, desde donde propuso “que al faso lo planten los jubilados y se venda en verdulerías”, y que referencia al fumo por todos lados, de Risa a Fioritos.
Roger: –Mientras hacemos esta gira, en el tiempo que tengamos vamos a grabar. Tal vez venga un disco nuevo como reacción babasónica a haber hecho un disco de temas viejos. Estoy suponiendo, todos son especulaciones, pero capaz que tenemos bronca y grabamos algo nuevo muy rockero... Un disco de venganza.
“Vamos a tener que ingeniárnosla para los shows, porque no lo podemos presentar así, es casi imposible por la falta de lugar y por lo difícil que es tener al público en el escenario”, corta Roger. “Pero es un show para teatros, con la banda en otra frecuencia. La gente puede sentarse más relajada o podrá estar parada en momentos que llevan al baile, no es solo contemplación. Será la primera y en muchos lugares la última vez que toquemos en teatros.”
Tuñón: –Estamos llegando a ciudades en las que probablemente sea la única vez que toquemos, porque vamos a todos los teatros de mil personas del país, y algunos están en localidades fuera del circuito de rock. Vamos a hacer una gira larga nacional, que hace mucho que no hacemos, desde antes de Jessico. Es muy beneficioso y es muy lindo hacerlo.
Y también desafiante para una banda que opera en el caos incorporando el error, un grupo musical que falla con dignidad en cualquier momento de cualquiera de sus shows, que tiene esa prerrogativa del rock, de lo que no está prefabricado, y aún así sigue siendo una banda perfecta. Lo es porque se despegó del snobismo haciéndose popular. No hay hipsterismo posible: son un grupo tan inmenso en la región que es charada defenderlo como tesoro privado, pero tan diverso que tampoco hace falta compartir a Babasónicos con nadie: es, a la vez, instancia privada y social, receta magistral.
El arte de Impuesto de fe, del diseñador Alejandro Ros, comulga con la historia babasónica por varios frentes. Y retaguardias. Canuto dolarizado, más fálico en tanto devaluaciones e inflaciones se sucedan y la moneda imperial crezca en la estima local, se integra a la galería más allá de la lectura pura y dura, que es pura y dura posta: canuto, tarjetita y disco espejado. “Me encanta trabajar con ellos porque son desafiantes, no les gusta nada y me obligan a mejorar el concepto”, dice Ros, que cuando tuvo que imponérseles con la tapa de Miami, lo hizo. Su “Miamisiones” cartográfico resultó una de las tapas más icónicas, sintéticas y fabulosas del rock. “Ellos son un 10, su estética es única, saben de moda pero le escapan, tienen una facilidad para incorporar cosas”, les destaca Ale Ros.
Roger: –También hay un hilado con Miami porque son etapas parecidas. Miami era el fin del menemismo y la tapa de Miami es un comentario sobre eso. Y tal vez ésta sea comentario de lo que estamos viviendo ahora, el fin del kirchnerismo y esta nueva etapa del país. Pero no es algo nuestro, Ros es un artista y nos interpreta a través de lo que escucha y entiende. Después nos trae opciones y discutimos sus ideas. Para mí es de las mejores tapas que hizo, con la de Miami.
Panza: –De Miami a ahora el mundo empeoró. Pero Ros mejoró.
Adrián: –Me gusta del arte que tiene múltiples lecturas, pero lo que más me apasiona es que es tan incorrecto. Después está esa relación que tiene el argentino con el dólar, pero también la idea del rock y su impuesto de fe. El rock solo pide que creas en él, pero en el mundo del consumo hay que pagar para obtener lo que se desea. Entonces no hay rock gratis. Lo único gratis puede ser que lo que encuentra el músico te lo regale, la onda que te regala. Pero el rock por lo menos vale centavos: el simple de rock fue el primer consumo adolescente. Los pibes tomaban milk shake o Coca-Cola, no podían hacer otra cosa, cuando dejaban de usar pantalón corto tenían que pasar al pantalón largo de grande, no había uno para ellos. Y ahí el rock aparece como consumo adolescente. Y también está la relación que plantea este gobierno, pidiéndote que creas en ellos, ¿para qué? A mí la idea me viene del principio de los tiempos, de por qué la religión exige algo a cambio de creer. Algo de eso había en Ciegos por el diezmo. Te lo digo más sensato: los discos te los podés robar, el streaming lo podés escuchar, el video lo ves en Youtube, no tenés que pagar nada.¿Querés creer en el rock? Pagá la entrada. No se puede hacer nada más por él.
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