[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Si todo sale bien, el sábado los jugadores de la Selección descansarán felices en un hotel de Estados Unidos, después de una victoria ante Panamá por la segunda fecha de la fase de grupos de la Copa América Centenario. Los planes de Paulo Dybala son más modestos: el pibe de 22 años armó un partido con amigos en Sportivo de Laguna Larga, el club de su pueblo, a 55 kilómetros de Córdoba capital. ¿Cómo puede ser que Martino no haya convocado al goleador de la Juventus? Eso mismo se pregunta el pobre Dybala.

Para peor, tampoco podrá estar en los Juegos Olímpicos de Río en agosto, ya que su club se negó a cederlo. La decisión parece antipática, pero los dirigentes de la Vecchia Signora tienen buenos motivos para retener a su joven estrella: cuando en Italia el torneo empiece, los Juegos no habrán terminado. Y Dybala no es cualquier jugador, sino un delantero que en su primera temporada en el equipo superó la cantidad de goles que había hecho Carlitos Tevez. Lo hizo, además, con la camiseta 21, la misma que usaron glorias del club como Andrea Pirlo y Zinedine Zidane. O sea: tienen alguna esperanza depositada en el crack cordobés.

No es la primera vez que Dybala queda fuera de la Selección por motivos ajenos. En 2011 lo convocaron al sub-20 de cara al Mundial de Colombia, pero Instituto peleaba el ascenso mano a mano con River, Central y Quilmes, y no podía dar ventajas. Al año siguiente, ya en el Palermo de Italia, la situación era opuesta: peleaba el descenso, así que quedó fuera del Sudamericano sub-20 jugado en Argentina. Mientras él la rompía, sus equipos no terminaban de hacer pie: Instituto no llegó a la A y Palermo se fue a la B.

Esa racha empezó a romperse cuando pasó a la Juve. La idea del DT era llevarlo de a poco, pero en apenas tres partidos se quedó con la titularidad. Ganó el campeonato, la Copa y la Supercopa de Italia. Se dice que Barcelona y Real Madrid estarían dispuestos a pagar 90 millones de euros por su pase. Sin embargo, la camiseta que más ganas tiene de ponerse es la celeste y blanca. Ojalá no haya que esperar hasta Rusia 2018.