Jue 16.06.2016
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EL CIERRE DE PURA VIDA, SIGNO DE éPOCA

“En seis meses destruyeron un proyecto de ocho años”

La persecución al bar cultural platense y la política macrista de clausurar para evitar el pensamiento y la acción. Y, de paso, sumar desocupados.

› Por Juan Barberis

Para el circuito cultural de la ciudad de La Plata, Pura Vida significó durante sus ocho años de actividad algo así como lo que fue Cemento para el under de Buenos Aires en los ‘80 y ‘90: un foco de circulación, maceramiento y proyección de bandas y artistas de todos los géneros; un aliado inesperado en el siempre precario estado de la cultura de esa ciudad universitaria. A fin de mes, después de medio año de clausuras sostenidas, movilizaciones y negociaciones irresolutas con el municipio, Pura Vida dejará de existir. “Nuestro pueblo frío está gobernado por un villano incompetente que se llama Julio Garro, que no entiende que cultura no es que uno toque la guitarra frente a miles de personas: cultura es que miles de personas toquen la guitarra”, escribieron los El mató a un policía motorizado en su página de Facebook horas después de conocida la noticia.

En La Plata, el caso Pura Vida no es aislado. Otros espacios dedicados a la música en vivo clausurados en las últimas semanas, como Rey Lagarto, Pamplona o Casa Milton, demuestran que no existen políticas reales de apoyo y contención a este tipo de expresiones artísticas. Hecho paradójico, teniendo en cuenta que esta gestión municipal (Garro está en las filas PRO) se regodea publicitando a La Plata como “Ciudad rock”.

“La saña con la que actúan los funcionarios sólo deja en evidencia su desprecio por la cultura popular”, dice Nacho Bruno, cantante de Narvales. “Pura Vida no es sólo un bar, es nuestra fuente de trabajo. Por ende, muchos músicos pasamos a engrosar las filas de los desocupados, la marca de fuego del gobierno neoliberal macrista.”

Las clausuras no son por incumplimiento en requisitos de seguridad, sino por cuestiones meramente burocráticas. Pura Vida tiene todos los papeles en regla, pero le resta la firma del director de Control Urbano para obtener la habilitación para “manifestaciones artísticas”, que nunca llega. “Se nos cagan de la risa. Pura Vida cierra porque los papeles los tienen cajoneados”, dice Diego Cabanas, dueño del bar. “Siempre se manejaron irrespetuosamente, sin mediar, sin darnos posibilidades, sin diálogo. Creemos que esta situación ya no da para más.”

Según Control Urbano, Pura Vida no consigue ese permiso por decisión del área de Planeamiento de la Municipalidad. En 2012 hubo un litigio por denuncias de ruidos molestos entre los dueños del bar y los vecinos del barrio y, desde ese momento quedó denegada la habilitación. “La clausura de Pura Vida es la expresión cabal de un estado incapaz de entender el valor de los bienes culturales. O mucho peor: comprenderlo y actuar a conciencia de modo nefasto”, dice Ramiro García Morete, cantante de Las Armas Bs. As.

En términos prácticos, el valor de Pura Vida para la escena cultural platense fue su capacidad para revertir una ecuación –ese viejo estigma de pagar para tocar– que ya parecía irreversible. “Tienen el mejor trato y el mejor arreglo económico para los músicos. No te cobran nada, tienen sonido gratis y te dan la totalidad de la puerta”, dice Tomás Vilche, cantante de Los Bluyínes y quien además en 2013 tuvo su programa en Pura Vida Radio, emisora online que funciona en el segundo piso del bar. “Pura Vida es un espacio popular dentro de un ámbito que sigue siendo marginado, y eso es probablemente una de las cosas que más le molestan a un intendente que vive en el country más exclusivo de La Plata”, dice Gastón Le, de Un Planeta.

En los últimos ocho años, que fueron algunos de los más excitantes de la historia musical platense, con el surgimiento de bandas emblema del under como El Mató, El Perrodiablo, Sr. Tomate, Mostruo!, normA, Shaman o La Patrulla Espacial, entre muchos otras, Pura Vida fue epicentro de un circuito que logró potenciarse gracias a él, oficiando de plataforma de jueves a domingo para el desarrollo de artistas y ayudando a la financiación de grabaciones, ediciones y giras. “Duele bocha que esta topadora político cultural hoy destroce propuestas como ésta”, dice Doma, cantante de El Perrodiablo. “Pura Vida hizo menos frustrante tener una banda de rocanrol en La Plata.”

Después del próximo 30 de junio, Pura Vida intentará mantener su radio online y abrir como centro cultural. Pero en verdad, como para tantos otros espacios de la ciudad, el futuro es incierto. “Yo a fin de mes me quedo sin trabajo, junto a todos mis compañeros, así que tendremos que salir a buscar algo”, dice Cabanas. “En sólo seis meses destruyeron un proyecto de ocho años.”

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