Jueves, 30 de junio de 2016 | Hoy
LA TRIBU, 27 AñOS Y DISCO/LIBRO
En el éter o en la casona de Lambaré, clausurada por el gobierno porteño, el colectivo creció como medio alternativo y laboratorio social.
Hace dos semanas cumplieron 27 años –que celebrarán con fiesta y pompa en el Teatro Mandril este sábado 2/6 desde las 23– y apenas unos días más tarde les clausuraron el bar de la mítica casona de Lambaré al 800, en lo que denunciaron como un atropello por parte del Gobierno de la ciudad, que les reclamó un plan de evacuación con el que ya contaban, pero con nuevos papeleos. En ese remolino, confiados de levantar la clausura, que no afectó la continuidad de la emisora, ese reducto aglutinador de cultura alternativa y producción prolífica que conforman, La Tribu es noticia por otra novedad: acaban de lanzar un libro-disco que más que objeto es un concepto.
Fuga que pasa por la tribu, publicado en conjunto con Tinta Limón Ediciones, es un libro militante: hay una clara delimitación editorial, una toma de postura y una búsqueda por hacer perdurable aquello que, en el éter, corre el riesgo de perderse. Nacidos en junio de 1989, en el crudo invierno que precedió a la mentada “primavera democrática”, pasaron por la infancia durante los ‘90, por una adolescencia estallada en 2001 y ahora, orillando los 30, surcados por el autoproclamado progresismo de la década pasada y en medio de un cambio de horas, emergen las ganas de trascender, de dejar huella, de tener un hijo/libro.
Por qué FUGA ahora, en pleno auge macrista y como un nado a contracorriente, cabría preguntarse. Aunque Diego Skliar, uno de los responsables de la edición, que toma la posta y habla en nombre del colectivo que conforma La Tribu, advierte que su producción comenzó previamente al devenir macrista. Aunque refieren a la necesidad “de la pausa en estos tiempos de vértigo al pedo, como canta Divididos, de recuperar la posibilidad de la detención, del silencio, la contemplación, la lectura y la escucha”, algo del espíritu autogestivo, cooperativo, alternativo, sumamente ideológico y politizado, aparece como una declamación urgente, necesaria.
El libro, compuesto por un prólogo que resume el quehacer y la experiencia de 27 años de preguntas y vivencias, y por citas de renombres que pasaron por su aire –de Gabo Ferro a María del Carmen Verdú, de Felix Díaz a Vicente Zito Lema, de Bifo Berardi a Fernando Cabrera–, concluye con un glosario que reúne el lenguaje propio que La Tribu ha condensado y ofrendado a todos los que, en Lambaré o a través del éter, han pasado por allí.
“La Tribu siempre insistió en la creación de un estatuto político-filosófico propio: crear universos, mundos, modos de vida. En ese sentido, es más un laboratorio que un medio de comunicación. No solo a través de sus enunciados sino en su práctica más cotidiana”, recupera Skliar. Y arriesga una definición: “El libro-disco es el intento de reunir fragmentos de esos vientos que atraviesan nuestra casa: como un pararrayos en la tormenta.”
Fuga, entonces, es un grito para pedir silencio. Un llamado de atención. Una señal de alerta y un plantar bandera porque aquí estamos y aquí seguiremos. “Autonomía es crear colectivamente las propias normas de existencia. El diálogo con el Estado y el mercado son ineludibles, pero no por eso vamos a adoptar la forma de una Secretaría o un shopping. Seguimos construyendo con esas lógicas alternativas, asamblearias, horizontales”, resume Skliar. Lo dicho: La Tribu es una persistencia consecuente ante quienes postulan acusaciones contra lo que, asumen, son berretines adolescentes. Ellos se aferran a sus creaciones –acertadas o no– ante “la frustración de la promesa siempre incumplida de gobiernos y consumos”.
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