Jue 30.06.2016
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EL FRANKESTEIN DE PENNY DREADFUL

¡CONICETEOCURRA!

Nada de científico loco: el doctor es un veinteañero emo y jeringuero en esta serie llena de brujas, torturas psicológicas, demonios y orgías.

No es un científico loco sino, en todo caso, un nerd. Un nerd depresivo, con look emo y amante de los jeringazos nocturnos en cada rincón del cuerpo. La versión del célebre doctor Victor Frankenstein –el hacedor de monstruos, el padre de la criatura, el revividor de tomuers– que aparece en Penny Dreadful (HBO, Netflix, Showtime) hace todo lo posible para no encajar en el prototipo de científico loco.

Ni siquiera usa delantal, sino apenas una sombra de ojos que recuerda a Tarja Turunen en alguna noche larga, pasada de maquillaje. Y tampoco suelta esas carcajadas maléficas de los científicos locos. En realidad, ni siquiera sonríe –dark, melodramático– en los 27 episodios que conforman las tres temporadas de esta serie gótica y llena de brujas, torturas psicológicas, demonios y orgías.

Este médico joven, tan dado a la investigación como a los excesos, no parece un modelo para el Conicet. Aunque sus logros científicos son evidentes: en lo que destaca este renovado y veinteañero Frankenstein –no confundir con El joven Frankenstein, la parodia setentosa que hizo Mel Brooks, el creador de Superagente 86– es en conseguir un buen stock de cadáveres para diseccionar, hacer cut & paste y electrocutar a gusto, a ver si, en una de esas, resucitan. Por algo, a diferencia de otros nerds contemporáneos de la tele (como el Sheldon Cooper de The Big Bang Theory) este hombre de ciencias no tiene prestigio entre los sabios, sino que hasta viene de sufrir bullying en la Facultad.

La reaparición televisiva de este personaje casi bicentenario –Frankenstein o el moderno Prometeo, la novela de Mary Shelley donde apareció por primera vez, fue publicada en 1818– está en manos del actor inglés Harry Treadaway, cuyo historial incluye un fugaz paso por El llanero solitario (versión Johnny Depp-2013). Y, como todos los doctores Frankenstein de este mundo, termina atormentado por sus propias creaciones. No sólo por la Criatura, el esperable grandote monstruoso con el cráneo lleno de costuras, sino también por Lily, su última y femenina creación: el Frankenstein emo llega virgen al inicio de Penny Dreadful, y después de una titubeante, incómoda escena de manoseo necrofílico, pierde al fin su virginidad con la chica que acaba de hacer volver de la muerte. Es que la ciencia imita al arte.

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