Jueves, 28 de julio de 2016 | Hoy
MARILINA BERTOLDI SOBRE SEXO CON MODELOS
Su tercer disco solista la muestra en expansión: luego de Connor Questa, le sumó técnica a sus canciones, entre el aprendizaje y el juego.
Por Julia González
El vómito negro que cae estático de la boca de una escuálida Marilina Bertoldi en el arte de tapa de Sexo con modelos representa las cosas que ella tiene para decir. De nada vale evitar la contracción involuntaria de una arcada, finalmente sucederá. Y eso encarna su tercer disco solista, acaso un oxímoron del significado, cuya búsqueda se opone a la pretensión, a la pose, a vivir para el afuera y para la foto. Algo que la multi instrumentista compara con tener sexo, justamente, con modelos.
“Creo que esa frase representa mucho de la sociedad actual. Es un concepto de éxito que se tiene como bandera tanto en los programas del prime time como en cualquier revista. Es la banalidad llegando a su extremo de masividad y vaciamiento”, dice la ex líder de Connor Questa, que empezó con la música jugando, como cualquier niña. En la casa de su abuela había un piano y ella se apuraba a comer para ir a sentarse e inventar acordes. Así empezó a familiarizarse con los instrumentos, que también “le robaba” a su hermana mayor Lula, cantante de Eruca Sativa, cuando no estaba cerca.
Lejos de la improvisación o el azar, en la grabación cada sonido fue pensado y estudiado en un trabajo de preproducción de casi un año. Amante de Jeff Buckley y de su registro melancólico, esta vez Marilina se enfocó en los aspectos técnicos, además de los compositivos. A diferencia de los anteriores discos, El peso del aire suspirado y La presencia de las personas que se van, decidió abarcar la obra completa para lograr un sonido personal, no estandarizado. Por eso Sexo con modelos no es lo que se dice una frase feliz desde lo estético. Es una belleza atípica que se despliega en diez canciones durante poco más de media hora. Con temas como MDMA (“Es mi canción adolescente”, dice) o los cortes Cosas dulces y Deshacer y hasta el último track, Unbreak Me, en inglés, Marilina logra homogeneidad a través de compases y ritmos no convencionales.
“Decidí que este disco y todos los que vengan no van a buscar la comodidad y menos gustar. Quiero que los discos y canciones que vengan generen emociones, ante todo, que se comprometan sin buscar la belleza como se la conoce”, dice Marilina, que se dio cuenta de lo abrumador que puede ser tener tanta libertad. No obstante, evitó ser fagocitada por esos miedos y se entregó a la creatividad. “Nunca aprendí tanto en tan poco tiempo, dedico todo mi tiempo a aprender algo nuevo sobre instrumentos, producción, composición y demás elementos tecnológicos que rodean a la grabación”, dice, y reafirma lo que se escucha tanto en el vivo como en el disco.
* Viernes 5/8 en Teatro Vorterix, Federico Lacroze 3455. A las 21.
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