LIBROS DE BOLSILLO
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› Por Mariano Blejman
Es sabido que el arte se ha plegado a diversas proclamas a través de la historia. Sin embargo, pocas han sido las veces que el arte se plegó a sí mismo. Y se convirtió en una cómoda forma de traslado. Eso no había pasado hasta que la gente de Cabaret Voltaire se dispuso a hacer arte desplegable: juntaron un diseñador gráfico con un escritor, los dotaron de una hoja oficio, que fue fotocopiada cuidadosamente de los dos lados y plegada en 16 partes. Así, inventaron una nueva forma de meterse la literatura en el bolsillo. Ayer se presentaron en Cabaret Voltaire (Bolívar 673) las últimas tres obras de la flamante editorial: #4 Arbol con poemas de Roberto Mascaró, arte de Diana Aisenberg; #5 Villa Ventana con escritos de Romina Freschi y diseño de Fernando Fazzolari; y #6 I love you, don’t leave me de Fernanda Laguna con el arte de Alejandro Ros.
¿Cómo empezó todo esto? “Venía del grupo Zapatos Rojos, dedicados a la poesía”, cuenta al No Romina Freschi, mentora del proyecto. “Hace cuatro años empezamos con encuentros. En el 2002 empezó a venir mucha gente, y pusimos un lugar propio para hacer literatura, música y plástica.” Ahora, los integrantes del Voltaire (www.elcabaretvoltaire.com.ar) también doblan papelitos: esconden historias para ser olvidadas entre la ropa, como si fueran cartas de amor. Pero salen en serie.
Porque: a falta de editorial que financie, buenas son las fotocopias plegables. “Tomo una hoja que tiene poesías y artes gráficas: la empiezo a doblar y aparecen cuatro, ocho, dieciséis partes. No, dieciséis páginas, o bueno, una tapa, una contratapa y catorce páginas más”, dice Freschi. Son, dicen ellos, pequeñas perlitas de papel. Las primeras perlas fueron #1 Ejercicios de caracol (Carla Alanis y Eduardo Zabala), #2 Hablar dormido (Walter Ch. Viegas y Carlos Goonie Otero) y #3 Fliguel Maus (TNCV-Amaral, Bellman, Demestre, Giraud y Tartaglia) que salieron en junio. La segunda tanda es bien flamante. El sistema es así: Cabaret Voltaire se hace cargo de las fotocopias, las obras se venden a un peso (el mayor porcentaje va para el artista) y la colección completa viene con un broche especial para colgarlas. Por si el bolsillo se moja.