CLEAN YOUR CLOCK, DE MOTöRHEAD
› Por Mario Yannoulas
Es difícil abordar Clean Your Clock como un disco póstumo más. La grabación profesional de dos conciertos de Motörhead en Munich, casi un mes antes de la muerte de Lemmy Kilmister, está disponible en diversos formatos, incluido un boxset edición limitada. Pero, ¿sirve para recordar con propiedad cómo sonaba una de las mejores bandas para ver en vivo? ¿Presenta la mejor versión de Lemmy en los últimos años, pese a su mala salud? ¿Incluye muchas canciones que hacía mucho no tocaban en directo? Para nada.
Clean Your Clock suena a señuelo de despedida, un envío que privilegia lo sentimental por sobre lo artístico. Como un ser querido que se desdibuja al ser vencido por su enfermedad, así se lo escucha al entrañable Lemmy es canciones clásicas como Orgasmatron. La banda se muestra ajustada, el sonido es claro, pero las canciones pierden vértigo cuando el tempo debe caer para aguantar a un cantante cansado, dispuesto a cumplir con la promesa de hacer música hasta el último día.
Con la cantidad incalculable de canales disponibles para revisitar el legado de un artista, el posible valor de Clean Your Clock, además de ser el registro oficial de la gira por el 40º aniversario del grupo británico, recae en lo documental. Cuando muchos vieron en Lemmy un Dios, por su envidiable convicción y su maleabilidad para ser iconizable, por la capacidad empática que tuvo con todo el universo del rock and roll pesado, este disco avalado por el propio grupo (los fieles Phil Campbell y Mikkey Dee) lo presenta semidesnudo, lo redirige al paño de los mortales, e invita a reflexionar sobre el paso del tiempo: es momento de pensar y no de celebrar. Para celebrar está toda la obra de Motörhead… no precisamente ésta.
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