EL WEBCóMIC DESPLAZA A “LOS DIBUJANTES DINOSAURIOS”
Costos, alcance y circulación del formato, disciplina y romanticismo, todos son elementos que entran en juego para dibujantes e historietistas jóvenes que encuentran en el webcómic un estándar a mitad de camino entre la mística del fanzine y la posibilidad industrial del libro o la revista. Aunque siga habiendo “más gente compartiendo promos de zapatos que tiras gráficas”.
› Por Andrés Valenzuela
En Facebook, en Tumblr, en revistas digitales, en —¡todavía!— blogs, en portales, en páginas y hasta en Instagram. Dibujos hay en todo el universo online. Y de esos, muchos, muchísimos, son cómics y piezas de humor gráfico. Hace 10 años, con el boom del portal de historieta autobiográfica Historietas reales, algunos cebados anunciaban “la muerte del fanzine”. Hoy la vigencia de eventos como Dibujados parece desmentir la profecía, aunque se multiplican sitios que llevan las viñetas a la web. Hay espacios colectivos como Tótem (capitaneado por Quique Alcatena y Fernando Calvi), la revista de la editorial LocoRabia, o la web de su par Atmósfera, o los más jóvenes de Purple. Individuales hay a montones y de todos los estilos. Algunos bien del palo, como Mariela Viglietti, Sole Otero, Pedro Mancini o Pein. Otros están en el límite o fuera del circuito pero tienen bocha de lectores, como Julieta Arroquy, El Iván de Quilmes, La Cope o Cami Camila. Y sí, queda claro que las pibas coparon la parada y a quien venga a decir que son triste minoría le va a costar sostenerlo.
De todo este revuelto de links, megustas y álbumes de tiras y viñetas, el NO se acercó a algunos pibes que protagonizan la movida: la flaca que desde Córdoba propone tiras autobiográficas sacadas, el chabón que se manda tiras rabiosísimas en Paint, el que oscila entre la web y el papel, y la que la pegó online pero le cuesta leer en internet. ¿Por qué eligen el medio digital? ¿Qué piensan del fanzine? ¿Dónde está parado cada uno? ¿Para dónde va este tren?
Para Mariela Viglietti (de Moody as Fuck!), el webcómic está “proliferando bastante por la accesibilidad” y porque internet permite acercarse al que no compra el libro “por los precios y el acceso”. En Córdoba, explica, a veces cuesta encontrar libros. Lea Caballero, de Tótem Cómics y Purple Cómics, le pone paños fríos al entusiasmo: para él, la cosa “se calmó un toque”, aunque percibe que se mantiene en ebullición en el campo del humor gráfico y sobre todo del humor cotidiano. “Con el chiste del día vas a encontrar un montón de seguidores porque con eso es fácil identificarse”, dice. A las historias continuadas, que son lo suyo, les cuesta más despegar.
Pein, titiritero del Paint de Las aventuras del gato Moncholo, opina que “cada vez más gente desde las penumbras se anima a subir cosas y a armarse páginas con pocos recursos gráficos pero con fuerte mensaje”. Ve un signo de recambio generacional: “El under del dibujo por fin está desplazando a esos dibujantes dinosaurios que hace años giran en todos los diarios y revistas con chistes de alcoba, jueguitos de palabras o doble sentido berreta”. Y aunque reconoce que a la cosa le falta un trecho todavía, que todavía “hay más gente compartiendo promociones de zapatos que tiras gráficas”, dice que se va “por el buen camino”.
La mayor llegada, la respuesta inmediata de los lectores y la facilidad de publicación aparecen rápido entre las razones para publicar online. El estrés de hacer algo en papel también juega, reconoce Sole Otero, que tuvo un brevísimo paso por el universo fanzine a finales de los ‘90 y participó en las etapas avanzadas de Historietas reales, pero despegó y se hizo conocida publicando online: Salita Roja, Sólo le pasa a Sole, La pelusa de los días (que llegó al libro en España) y ahora Siempre la misma historia son algunos de sus laburos. “Mis experiencias en fanzines fueron estresantes y agobiantes, y más bien intentos de hacer revistas, pero para el papel prefiero que venga un editor. Todo lo que me puede dar el fanzine lo encuentro más en internet: llegada, repercusión, feedback, lo que me alimenta el ego”, reconoce. Hacer un fanzine hoy lo ve más desde la artesanía, y hasta le encuentra un costado hipster del que se declara culpable.
La paradoja es que a Sole le cuesta horrores leer online: “Me cuesta muchísimo seguir la historieta continuada en internet, no importa que me la hagan súper fácil de ver”. Incluso cree que le costaría leer las suyas. “Siempre hice cosas para internet y para un público que no soy yo”, analiza, y confiesa que en su momento hasta le costaba leer a sus compañeros del portal colectivo. ¿Será algo generacional? Los cuatro o cinco años que la distancian de los autores más nóveles puede ser un factor, aunque ni ella puede dar respuesta. “Me pone incómoda leer en pantalla, en general, sigo algunas tiras o cada tanto leo alguna de un tirón, pero me cuesta.”
Para Lea, en cambio, publicar online puede ser un vehículo de disciplina para el papel, para construir obra. En su momento, el guionista, crítico y bibliotecario Federico Reggiani lo había descrito como “el método HR”: de a una página de historieta por semana, al año y medio había un libro para publicar. En Tótem, donde lo invitaron Alcatena y Calvi (“Es como que Batman te llame para ver si querés ser Robin”, compara), usan ese método. En Purple prefieren publicar capítulos enteros, aunque pase mucho tiempo entre uno y otro. Las energías que se dispersan en la confección de un fanzine (o de su primo algo más grande: un libro autoeditado), en la web se concentran en un mayor contacto con los lectores o, directamente, en mayor producción de páginas. “Reparto energías entre la editorial y la web, pero todo lo que publico en papel nació de un webcómic”, explica. “No me imagino hacer algo que primero no pase por la web.”
Algo así repite Mariela cuando advierte que “el webcómic te obliga a hacer algo semanalmente y el fanzine puede ser único, seriado u otras variedades”. Para ella, como para otros veinteañeros, la obligación autoimpuesta de publicar al menos una página por semana les garantiza cierta productividad. “Además puedo experimentar con la narrativa en una página única, hacer cosas cortas, diálogos, jugar con el color; el reto es hacer todas las semanas una página y no repetirme, salir de las ideas recurrentes”, cuenta.
“Leer un fanzine es como escuchar un vinilo tomando whisky. Leer en digital es como escuchar un mp3 en el bondi: son cosas distintas”, define Pein. Los costos también son un tema: “No hay nada más lindo que el fanzine, tocar el papel y llevarlo para leer en el baño, pero aunque se haga en fotocopias, cuesta unos mangos y la cosa no está para gastar de más”, considera. “Además, el fanzine tiene corta llegada pero internet no implica gasto y llega a muchas personas en poco tiempo.” Su primera motivación, sin embargo, fue la pura catarsis. Venía de un período de mierda: renuncia a un laburo que le “exprimía cuerpo y alma”, separación y haberse “quedado en bolas en la vida”. Con las tiras que inventó, se sacaba la mierda que tenía encima: “Me ayudaba a pasar el tiempo y a mantenerme ocupado, tiempo después armé una página para compartir las tiras con amigos y se empezaron a viralizar lentamente”. Hoy, Las aventuras del gato Moncholo tienen más de 50 mil fans en Facebook y un libro autoeditado.
Si bien empezó por la catarsis personal, hoy lo de Moncholo también incursiona en la actualidad social y política: tarifazo, desempleo, discriminación de clase. Todo, eso sí, atravesado por un delirio lisérgico que afortunadamente le quita solemnidad al asunto. Lo de su colega Caballero pasa más por la aventura, aunque hay quienes optan por serializar novelas gráficas, como sucede entre los integrantes de Tótem, la revista de LocoRabia, en la aún viva Historietas reales, y en cantidad de otros espacios online de editoriales, grupos creativos o simples dibujantes nóveles.
Otero, por su parte, le busca la vuelta a contar cosas personales sin hacer autobiografía y ahora hace chistes reversionando los clásicos cuentos de hadas: atención al de Ricitos de Oro fuera de plano, que es escatológico y maravilloso a la vez. Viglietti experimenta con el formato, pero sobre todo busca una forma distinta de hacer “historieta de chicas”. Para ella fue un flash encontrarse con mujeres que cuentan desmitificando el ser bonitas todo el tiempo: “¡También vomitamos y escabiamos, que está buenísimo!”, asegura.
Hace un tiempo se había puesto de moda, entre dibujantes carcamanes, decir que “todo lo de ahora es experimental o autobiográfico”. Tonterías de dibujantes incapaces de aceptar que el modelo editorial de toda su vida había implosionado y que la historieta argentina contemporánea estaba en otro lado tras atravesar los ‘90 y la primavera del fanzine. Cosas de gente desconectada de la producción de los pibes. Para comprobarlo, basta visitar el rincón de fanzines de cualquier evento. O, mucho más fácil, conectarse a Facebook.
No toda historieta es digital para estos muchachos. El papel y los encuentros en vivo también existen. La convención internacional Crack Bang Boom, que comienza hoy en el Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario, reunirá a todos los entrevistados. Y a muchos más exponentes, porque el encuentro rosarino es una de las citas obligadas de la agenda comiquera del año. Sole Otero será una de las invitadas oficiales, ámbito que tendrá como máxima estrella a la guionista norteamericana Gail Simone, conocida por sus runs en Birds of Prey, Wonder Woman y Batgirl, además de creadora del sitio web Womans in Refrigerators, que denuncia el sexismo en la industria norteamericana. Mariela Viglietti y Pein llevarán sus nuevos libros –bueno, los anteriores también– y Lea Caballero estará firme en el stand de Purple Cómics.
Le Noise (Mariela Viglietti y otros): lenoisecomix.com
Tótem Cómics (Lea Caballero y otros): totemcomics.com.ar
Sole Otero: facebook.com/lamismahistoriasiempre y /lapelusadelosdias, y solinaotero.blogspot.com
Las aventuras del gato Moncholo: facebook.com/elgatomoncholo
Loris Z: facebook.com/vestidodecobras
Historietas reales: historietasreales.wordpress.com/
La Cope: facebook.com/lacopecope
Atmósfera: atmosferaediciones.com
Alien Triste (Pedro Mancini): facebook.com/Alien-Triste
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