Jueves, 11 de agosto de 2016 | Hoy
TOLKIEN VIVE... EN GESELL
Con Game of Thrones por nuevo estándar, la ciudad fue point del fantasy medieval y el ludismo transgeneracional.
Por Juan Ignacio Provéndola
Después de unos meses de calma invernal, la pequeña plaza del pueblo se había llenado en segundos con puestos y tiendas traídas en carros desde la gran ciudad. Algunos se divertían disparándole flechas a un orco mientras Bárbol y un Nazgul merodeaban asustando niños. Sus padres, distraídos por la hidromiel en cuernos, aprendían caligrafía élfica o escuchaban la hipnótica música de flautas y violines de los expertos instrumentistas de Rivendel. Contorsionistas se retorcían ante el fuego y danzas tribales estremecían a magos, bufones, reyes y príncipes. “Acá, los raros somos normales… o al revés”, apunta una señorita venida desde el más allá, mientras uno de sus hijos le tira de la manga para mostrarle el maquillaje que le acaban de hacer en un puesto. Tolkien no se murió: vive en tu corazón.
La ilusión duró lo que el último fin de semana de vacaciones de invierno. Si existe una ciudad argentina que asemeja a la Tierra Media, ésa es Bariloche. Sin embargo, el destino elegido no estuvo entre montañas y lagos sino sobre arena y mar. Aunque la elección de Villa Gesell no fue descabellada: además de ser una de las mecas criollas de los artesanos, oficio por excelencia de la literatura tolkieniana, hace mucho tiempo allí se instaló uno de los primeros lugares que cultivó en Argentina lo que después se entendió y extendió como fantasy medieval. Fue el sueño trasnochado de dos geselinos que hicieron alucinar a turistas y residentes. Cuando el bar El Viejo Hobbit abrió, ni siquiera existía internet. Hoy, veinte años después, trasladarse a Rivendel es pasión de multitudes. Desde Irlanda hasta Argentina.
Este evento, Experiencia Tolkien, reafirmó el fanatismo criollo por el fantasy medieval en un destino insólito. Sucedió pocos días antes de que se habilitara acá Pokémon Go, otra derivación de la misma cultura pop caracterizada por una trama similar de estímulos, que van desde películas hasta el juego de cartas Magic: The Gathering como epifenómeno de un ludismo trasgeneracional (parecen para chicos, pero no sólo) y multiplayer (de a dos o de a doscientos). Y que lo mismo obsesiona a investigadores de las ciencias sociales más duras y a humildes periodistas de cultura joven.
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