Jueves, 18 de agosto de 2016 | Hoy
JUAN INGARAMO, MúSICO Y EL POP
Pese a su filiación jazzera, el cordobés curte en su disco un pop nacional con la canción en foco, bases programadas e ironía.
Por Santiago Rial Ungaro
A los 8 años, Juan Ingaramo volvía de unas vacaciones en Uruguay, y de paso por Rafaela, su primo le mostró una Stratocaster. Recién ahí el hijo de Juan Carlos Ingaramo, ex tecladista de Litto Nebbia, supo qué quería ser. “Fue como ver una nave espacial”, recuerda mientras propaga su segundo disco, titulado justamente Músico. El sucesor de Pop nacional (2013) aclara la apuesta del multi-instrumentista cordobés: “Yo milito por el desprejuicio del pop: cuando decís que hacés pop tenés que aclarar que no es Axel ni Abel Pintos. Hay pocos referentes pop hoy, Leo García, Miranda!, no muchos más. Se ha bastardeado un poco esa palabra”, analiza.
Juan da pistas de su idea del pop: de su fascinación hace una década con Victoria Mil, pasando por su relación con Nebbia, a la colaboración de Adrián Dárgelos en Matemática. Todo eso busca sintetizar en su música, producida acá por Migue Castro y Rafa Arcaute: “A Miguel lo conocí en 2008, cuando él tocaba en Victoria Mil. Para mí, que venía de Córdoba, ellos eran inaccesibles. Mi viejo en Córdoba tiene su prestigio porque proviene del jazz, yo incluso estudié en una escuela de jazz, pero aunque no reniegue de eso me parecía un lugar de comodidad. A mí me gustan las canciones, Charly, Soda, Virus, Fito, los Beatles. Si hay un instrumentista realmente capo acá es Pedro Aznar, que hasta tocó con Pat Metheny. Pero capaz que escuchás un tema suyo y no pasa nada, con todo respeto, ¿no?”, comenta, amable hasta para criticar.
Hace un par de años, Ingaramo fue baterista de Litto Nebbia, pero ahora decidió programar electrónicamente las bases de un disco de canciones accesibles y sintéticas, que alterna balada, electropop y suave ironía para abordar las relaciones: “Programar fue una forma de meterme más en la construcción rítmica: las máquinas sirven para eso. Y la música brasilera es parte de mi historia: para mi Jobim es un sensei. Lo que más me seduce es el color, el mood, la relación perfecta entre melodía, armonía y ritmo. Y también hay humor en el disco, como en Soltar”, menciona. “Tu amiga me vio cazando jirafas en el mar, me tenés que soltar para amarme”, canta ahí. “Desde que Calu Rivero se tatuó ‘Soltar’ que se convirtió en un lema post hipster”, explica.
* Miércoles 7/9 en Teatro Sony, Cabrera 6027. A las 21.
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