WILCO NO ES LA MEJOR BANDA DEL MUNDO PERO POR SUPUESTO QUE ES LA MEJOR BANDA DEL MUNDO
Su debut argentino resolverá de una vez el asunto. O no. Lo que importa es la consumación acá de su particular manera de abordar la canción tradicional americana, entre el alt-country, el folk, el rock disruptivo, la gracia del pop, el noise, la experimentación y la fina ironía de Jeff Tweedy, un comandante obrero que regocija y sana en sus canciones. De todo eso hablan sus fans declarados Juanchi Baleirón, Manuel Moretti, Manza Esaín, Juan Irio y Ale Schuster.
› Por Juan Barberis
¿Es Wilco hoy la mejor banda del mundo? Desde hace algunos años, por acá las respuestas posibles vienen siendo dos: “no” y “por supuesto”. De un lado, aquellos a los que el grupo surgido en 1994 de las cenizas de Uncle Tupelo todavía no les llegó o les pasó por el costado. Del otro, ese inidentificable y nada homogéneo grupo de gente con un controlado fanatismo romántico para el que la banda de Chicago representa la forma más atractiva, emocional y arriesgada de continuar con el legado de la canción folk-rock americana. Para esos últimos, está por pasar algo grande. “He roto mucho los huevos con hashtags que decían ‘¡Traigan a Wilco putos!’”, dice Juanchi Baleirón, productor y cantante de Los Pericos. “Por fin alguien lo hace posible.” Es que después de años de espera, entre campañas en redes sociales para pedir por su llegada y un foco silencioso de fieles que sigue en aumento, el clan llegará al país por primera vez para tocar en el festival BUE, el próximo 15/10 en Tecnópolis. Su participación como cabeza del segundo día del reversionado evento digitado por el empresario Daniel Grinbank suena a movimiento justiciero para una generación demasiado habituada a recibir a las máximas figuras de la música mundial. De a poco, la lista de pendientes sigue acortándose.
El arribo de la banda de Jeff Tweedy coincide con el lanzamiento de Schmilco, una especie de contrapeso a la reacción guitarrera, cruda y angulosa de Star Wars, publicado de forma sorpresiva en julio del año pasado. Aunque fueron grabados en simultáneo, este nuevo disco —décimo concebido en un estudio de grabación— lleva a Wilco hacia su versión más acústica e intimista, descendiendo incluso un escalón más abajo que Sky Blue Sky (2007). El show del BUE, sin embargo, sobrevolará toda la discografía de la banda, en la línea de la reciente aparición del compilado What’s Your 20?, que propone contar con las canciones esenciales de sus primeras dos décadas. “Probablemente haremos algunas canciones que solemos tocar con instrumentos acústicos”, le adelantó Tweedy a la revista Los Inrockuptibles en su número de septiembre. “Pero será un show eléctrico en la mayor parte.”
Hace ya tiempo que Wilco es una de las formas más particulares de abordar la canción de tradición americana. Entre el alt-country, el folk y el rock, condensando el espíritu de la música de Bruce Springsteen, Hank Williams, Big Star y por supuesto Bob Dylan y Neil Young, agregan además gracia pop, experimentación rupturista y cierta ironía pícara masticada por la sonrisa irregular de Tweedy, un comandante de clase trabajadora que hace de sus canciones ambientes confortables de cuatro minutos en donde los problemas universales parecen aclimatados y algo triviales desde la lengua llana de un buen amigo.
“Hay algo en la intimidad melódica, en la textura de la voz de Tweedy. Sobre todo, para mí Wilco es textura”, analiza Manuel Moretti, cantante y compositor de Estelares, que seguirá tocando su flamante disco Las antenas el viernes 23/9 en Mar del Plata, el domingo 25/9 en Monte Hermoso y el jueves 6/10 en La Trastienda. “Ese audio y esa hermosa relación instrumental, de crecimiento de banda, que va de lo intimista a la explosión total, han hecho que sea una de las bandas que más me emocionan, que me tocan sensiblemente desde hace mucho tiempo”, asegura Moretti, que ya tiene sus tickets para verlos en el show íntimo que darán en La Trastienda montevideana cinco días antes de la fecha en Buenos Aires.
“Por sobre todo están las canciones: la manera de componer, con letras que están buenísimas, y la forma tan personal de cantarlas de Jeff Tweedy”, suma Manza Esaín, productor musical y cantante de Valle de Muñecas, que está moviendo El final de las primaveras. “Pero también está la manera en que producen sus discos, que suenan bastante diferentes al estándar de los que uno escucha en la radio, incluso a los de ese mismo estilo.”
Desde su nacimiento en 1994, como desprendimiento de Uncle Tupelo, la banda co-liderada por Tweedy y Jay Farrar que terminó tras la pelea entre ambos, el recorrido musical de Wilco fue el de un ente melancólico, algo torturado pero efervescente y vital, en permanente búsqueda de desarrollo. Desde la dicotomía entre el rock clásico y el noise de instrumentaciones poco convencionales del doble Being There, pasando por la genialidad de canción deconstructivista de laboratorio con el clásico moderno Yankee Hotel Foxtrot —que por ser un disco demasiado poco convencional supuso su ruptura con Warner—, hasta el pulso crepuscular y melancólico de Sky Blue Sky y el estándar propio que marcó dentro de la canción oscura y desgarrada, Wilco parece siempre adjuntar algún esfuerzo extra para correrse de los lugares comunes del rock. O como canta Tweedy en Normal American Kids, de su nuevo disco: “Un refugio para escaparme de aquellos chicos norteamericanos normales”.
“La primera vez que supe de Wilco fue con la salida de Yankee Hotel Foxtrot, mientras experimentaba bajando música con eMule. Entre los archivos fragmentados descubrí una banda distinta pero a la vez tan clásica y directa en su mensaje que desde ese momento la palabra Wilco me genera cercanía, pertenencia”, dice Juan Irio, cantante y bajista de El Estrellero, banda emergente que formará parte del BUE el mismo día en que Wilco debute en Argentina. “Sky Blue Sky, por ejemplo, fue uno de esos discos que escuché hasta desgastarlo, y creo que si tuviera que buscar influencias de Wilco en mis canciones, iría por ese lado.”
La banda generó tal culto que, por ejemplo, Juanchi Baleirón tiene una Gibson SG roja en honor a Tweedy y cuando viaja a Chicago visita las torres de Marina City, el edificio inmortalizado en la tapa de Yankee Hotel Foxtrot. “Los sigo desde el proto-Wilco Uncle Tupelo, pero el primer disco de la banda que me compré fue AM, en el ‘95. Soy fanático desde la primera época y sobre todo me gustan los primeros discos. Si bien AM y Bein There están buenos, Summerteeth y Yankee Hotel Foxtrot para mí son los mejores”, califica el portavoz de la banda que este sábado 24/9 tocará en Tucumán y que el 8/10 participará del Día del Estudiante Solidario, el festival de concientización que recuerda a los alumnos del Colegio Ecos fallecidos en la tragedia de Santa Fe.
En cierto punto, la proactividad y ambición estética pero también conceptual de Tweedy, cultor de la canción clásica habitualmente inyectada de flashes disruptivos y gestos casi industriales, resultan el motor sanguíneo de Wilco. Con una forma de liderazgo solapado pero total, registrado de manera cercana en el documental I’m Trying to Break your Heart (que muestra sus batallas internas durante la grabación de Yankee Hotel Foxtrot con el por entonces guitarrista Jay Bennett, fallecido en 2009), el compositor supo llevar su proyecto hacia un extraño lugar de exposición y respeto, sin dejar de ser una banda de perfil esquivo, casi de culto.
“No sé si Wilco influenció a tantos músicos argentinos, o no por lo menos desde el lado que a mí me interesa de la banda. Con la entrada del guitarrista Nels Cline hubo un boom de gente que se interesó en el grupo, como pasa cada vez que aparece un súper instrumentista. A mí no es particularmente la parte que más me interesa”, opina Manza. En cambio, Ale Schuster, de Viva Elástico, que ayer hizo un silent show en Ciudad Emergente, reconoce que Wilco lo conquistó por Nels Cline: “Me parece un guitarrista impresionante y sus solos son una gloria, pero luego fui al centro del planeta Wilco y me re copé con Tweedy. El disco que me enamoró es Sky Blue Sky. Logran conmoverme siempre y nunca puedo escucharlos bajito. Son una banda hermosa y muchas veces me salvaron de alguna tristeza”. A eso se suma Juan Irio: “En Tweedy está ese poder que atrapa a los que queremos a Wilco por honestidad artística, búsqueda creativa sin fanfarria y el perfil de chico con problemas de adicción a los medicamentos, héroe habitual de las novelas que leemos”.
La llegada de Wilco a Argentina no sólo eliminará una cuenta pendiente, sino que también ayudará a marcarle el contorno a esa dualidad, entre la indiferencia y el amor incondicional, que genera la banda. Y ese efecto extendido es algo que Wilco, y sobre todo Jeff Tweedy, conoce muy bien. Quizás por eso en Wilco (The Song), el compositor de voz pregnante y mirada infantil canta con tono irónico y cómplice, como abriendo los brazos con gesto de pastor que protege a sus fieles: “Hay algo que tenés que saber: Wilco te va a amar”.
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