RAGAZZAS PASó SU TEST DE COOPER
Tras haber sobrevivido a la caótica grabación de Amor o muerte, el cuarteto de Avellaneda sigue mostrando su lucidez y su nobleza.
› Por Facundo Enrique Soler
“Quiero armar un grupo humano que por lo menos dure diez años”, condicionó Tucho Schiaffino, actual guitarrista y tecladista, al resto de Ragazzas, antes de emprender la intrincada grabación de Amor o muerte, su segundo disco tras el explosivo Detrás de la rompiente (2011). “La premisa nos unió como nunca, estuvimos todo el año viéndonos tres veces por semana después del laburo. Ensayando, grabando, lo que diera”, recuerda Joel Fiorere, cantante y bajista. El camino que estos pibes de zona sur decidieron recorrer para sacar su máxima ambición sonora fue un auténtico bardo: grabaron a lo largo de todo el año pasado en casas, con equipos prestados y corriendo de una punta del conurbano a la otra para llegar con los temas. “Nos transformamos en cuatro expertos en grabar un disco”, sonríe Martín Rulli, baterista, al explicar la geografía entre José Mármol y El Palomar.
La velocidad y potencia que sorprendieron en su debut ahora se metieron para adentro en una instancia reflexiva, sin perder ese rock pop divino y cuidado. La soledad de las rosas es un ejemplo de esa forma: la canción recuerda la pasión y dedicación de Soledad Rosas, la joven anarquista argentina detenida en Italia en los ‘90. “Con ella nos une dejar la vida por la causa. Se despertaba y se iba a dormir pensando en los demás. Nosotros nos acostamos y nos vamos a dormir pensando en la música”, dice Joel. “Hacemos canciones para hacer del mundo un lugar mejor.”
Pero el mejor tema de los diez de Amor o muerte es Test de Cooper, un dream pop acelerado que recuerda lo mal que la pasaron los pibes de Avellaneda el 26 de junio de 2002, cuando la policía fusilaba a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. “En Educación Física nos tomaban ese test para ver si aguantábamos corriendo. Esa mañana, cuando salimos antes del colegio por el piquete, tuvimos que correr porque no quedaba otra”, recuerda Joel, que en el estribillo de la canción grita: “Te juro que yo no quería correr”.
Test de Cooper es un gran ejemplo de cómo Ragazzas mete imaginación donde cualquiera apostaría por lo estándar. En ese dream pop de protesta entra un bandoneón que calza perfecto aunque resulta inconexo a la vez, y en el arranque charanguero de Funk del alto sol implosiona un saxofón. “Llegó un momento en el que metimos mandolina, instrumentos croatas, violín, vientos… Solo quedaron algunas cosas, si no era una locura”, reconoce Martín.
Amor o muerte tuvo sus momentos oscuros. “Todos teníamos miedo de que no saliera nunca, en un momento se tornó un bardo grabar de una manera tan complicada”, repasa Martín. “Pero la música empezó a tirar para adelante y en donde había conflicto encontramos soluciones. Nos cagábamos a piñas artísticamente.”
* Sábado 8/10 en Salón Pueyrredón, Santa Fe 4560. A las 23 con Movil Vission.
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