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Jueves, 27 de octubre de 2016

RAIDERS! ROMPE EL BIZARRóMETRO

Indie Jones

En 1982, un par de pibitos encaró un fan film temerario que replicó cada escena de la del Arca Perdida.

 Por Javier Aguirre

Un pibe de 11 años le dice a su mejor amigo, meses mayor: “¿Jugamos a Indiana Jones?”. Y con una videocámara hogareña deciden grabar, una a una, todas las escenas de la primera película del padre de la arqueología moderna, Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, que acababan de ver en un cine de Mississippi (es 1982). El juego se convierte en obsesión y el rodaje dura siete veranos. Según la escena, los actores son niños, adolescentes o jóvenes. El resultado, de calidad amateur y ajada, se aprecia en fragmentos en Youtube (Raiders of the Lost Ark: The Adaptation), pero la experiencia es mejor con el documental Raiders! The Story of the Greatest Fan Film Ever Made, disponible en Netflix.

“Indiana Jones era todo lo que yo no era. Y para mí fue, en cierta forma, una figura paterna”, le dice al NO Chris Strompolos, ideólogo, productor y actor de esta versión teen, under y cachetona. La aventura de la remake fílmica caserita por momentos muerde la hazaña conceptual, con ecos de un relato de Jorge Luis Borges, Pierre Menard, autor del Quijote. De a ratos se pone punk, como cuando los efectos especiales con nafta casi terminan en tragedia, con salvataje en la guardia médica incluido. Y por momentos coquetea con la paradoja bizarra de Please, Please Me, primer disco de estudio de The Beatles.

No era fácil reproducir un tanque de Hollywood en el garage. “No tenía idea de adónde iría a parar la película cuando la empezamos, sólo era un niño”, se defiende Chris, que en 2014, a 35 años de su última actuación, volvió a calzarse el sombrero del doctor Jones. Es que a aquel rodaje en VHS que les valió a estos chicos una invitación a conocer los estudios de Spielberg y Lucas le había faltado una escena imposible de financiar en los ‘80: la pelea entre Indy y un nazi forzudo bajo un avión a hélice a punto de arrancar, con un camello como testigo.

El documental de Netflix se centra en esta segunda historia: el crowdfunding que aprovechó el status de culto del experimento para reunir dinero, producir la escena y cerrar el círculo. Esta vez, con sus mujeres e hijos. Y después, basta de Indiana: Strompolos, que actualmente trabaja como músico, ya colgó el látigo. “Lo que vivimos con Raiders! fue perfecto y me alegro de haberlo hecho, todavía me parece una gran idea. Pero no tengo ningún deseo de volver a hacer otra remake”, dice. Bajan los títulos de cierre y sube la música instrumental de John Williams. Ta-ta, ta-taaa… ta-ta-ta…

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