BUENOS AIRES ROJO SANGRE
Mostros ochentosos, slashers sobrenaturales, salvajes karatekas, performances picantes y el fandomero Ruggero Deodato.
› Por Hernán Panessi
En la noche del domingo 22 de noviembre de 2015, mientras cerraba la última jornada del Buenos Aires Rojo Sangre, las bocinas porteñas anunciaban la noticia: Mauricio Macri se había quedado con la Presidencia de la Nación. Con el resultado puesto, buen número de los colaboradores del BARS se miraban entre desanimados y preocupados: para ellos, el futuro del festival era un misterio. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales siempre apoyó el festival, pero este año, para agosto y a sólo dos meses del puntapié inicial, ese dinero –ese abrazo– no aparecía. Se temía lo peor. Por eso, los organizadores pidieron crowdfunding con una idea: con apoyo o no, el BARS se haría igual. Finalmente, terminado septiembre, el apoyo llegó y el crowdfunding significó un plus. Todo volvió a la normalidad.
“El crowdfunding fue más exitoso de lo esperado. Quisimos llegar a los gastos mínimos, pero como el apoyo oficial llegó, con lo que habíamos juntado gracias a nuestros amigos teníamos más presupuesto del esperado. Y decidimos invitar a alguno de esos referentes que siempre quisimos tener: Ruggero Deodato”, comenta Pablo Sapere, programador y director del festival. Por primera vez, tras 17 años de actividad, el Rojo Sangre traerá un invitado del fandom. Para los fanáticos del horror, Deodato es una leyenda viva: dirigió la polémica, truculenta y brutal Holocausto Cannibal.
En la programación destacan Origin y Attack of Lederhosen Zombies (sensaciones del cine de género europeo), Karate Kill (artes marciales con vuelta de tuerca salvaje), Tonight She Comes (slasher sobrenatural simple pero cumplidor) y Bad Blood (mostros con espíritu ochentoso). De las nacionales, Ataúd Blanco, La valija de Benavidez y 5 A.M. muestran toda la potencia de un género en alza. De las otras secciones, la que más chapa tiene es Creepy, de Kiyoshi Kurosawa. Y hay posibles gemas ocultas como Colonel Panics (un delirio futurista de sexo y violencia), The Ungovernable Force (100% punk con banda sonora del palo) y Badass Monster Kill (un detective afroamericano que enfrenta a una horda de monstruos lovecraftianos). Y otro plato fuerte será la función de La venganza del sexo en 16 mm, con performance en vivo bastante picante.
Una vez más, la mejor canción de amor y amistad al cine de género la compone el Rojo Sangre. Porque, desentrañando el misterio, es más que un festival de cine. Sin chamuyos floreados, es también la posibilidad de hacer amigos, intercambiar data (líquidos, yerbas), potenciar la idea de un cine singular y popular, solidificar lazos, buscar romances y, fundamentalmente, entre el piberío y el triperío, ver un cine distinto que no llega a las pantallas.
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