VIEJOS-NUEVOS SUPERHEROES, EN EL SIGLO XXI
Travestidos
Hay un nuevo look para Tarzan, Superman, Batman y el Hombre Araña. Ahora se visten “apretadito”, lucen frente a cámara como si fueran modelos y la van de misteriosos. Para ellos, el look parece lo único que importa.
Por Julián Gorodischer
La cintura de avispa marca
el inicio de una piernas muy largas. Viste calzas o pantalones Oxford. La remera
es de mangas hasta la axila, ideal para el cuerpo fibroso. Cuando se asoma el
romance, él rompe corazones y después dice que no. Está
privado de sentir o gozar. Pero que nadie le quite el estar lookeado,
esa pasión por combinar la camperita y el pantalón como recién
salidos de la feria americana. El nuevo Hombre Araña, de MTV, rinde culto
al fashion: nada de mameluco azul y rojo con telaraña: lo que viene es
un neoprene finito que le resalta más los músculos y la cola. Y
para andar por el campus, nada mejor que la musculosa a tono con el calzoncillo
semisalido del pantalón. A él es imposible pensarlo natural-natural,
sin rutina de gimnasio. Con ustedes, pues, el primer metrosexual de
los dibujos animados: lo suyo es la consideración del look ante todo, pero
no dirigido a la conquista (¡no sale con mujeres!). Lo único que
cuenta es el aspecto, pero para mostrarse por el campus (la universidad reemplaza
a las calles) como un pavo real. En el nuevo universo de aulas y caminitos ya
no callejones sin salida, ni rascacielos, el villano no es el gran destructor
urbano sino la fan que se le está insinuando de más. Habrá
que calzarse el disfraz, pues, y ponerla en vereda.
Mono patovica. El guionista de estos nuevos superhéores es un ser impune.
Ha caído la última frontera: esa que atribuía cierto respeto
a la jerarquía del ídolo de la niñez. ¡Esto es cualquier
cosa! Al nuevo Tarzán, que se ve en el canal Warner, lo hicieron abandonar
la selva para corretear bandidos negros por el Central Park de Nueva York. Es
un ciudadano más, pero cada tanto le da por treparse a un árbol
o ponerse a dar saltitos en el lugar. Es rubio, con sonrisa y expresión
angelical a los veintilargos, y cuando intercepta al mulato lo hace al grito de
uhhh. Se le sale el mono, aunque viva en la ciudad, hable perfecto
el inglés y sea de familia rica. A Tarzán lo moldearon como a un
stripper de discoteca, un patovica de músculos mucho más trabajados
que el Hombre Araña; no un fibroso sino un orangután de los que
cargan hasta 50 kilos en la pesa y después se ponen medio verdes cuando
la levantan. Pero no es un más que humano: podría haber
salido del gimnasio de la otra cuadra. Le plancharon (se nota) una melena parejita
de un tono rubio muy claro. Su conversión en superhéroe urbano no
lo favorece: anda medio desarropado por la calle, y después se saca todo
y se queda en sunga cuando la luna llena lo vuelve loquito. El está
siempre alzado, y aprovecha todo momento para mostrar el físico. Anda dando
vueltas por la casa de ¡Juana! (una Jane hecha yuppie), pero antes del beso
(él tampoco sale con mujeres) tiene que escapar a seguir el llamado
que no es de la selva sino del parque donde espera el peligro mayor: un ladrón
de carteras.
Bebote sureño. Es una mezcla perfecta de Brandon, de Beverly Hills
90210, con Pablito de Rebelde Way: ¡no asusta a nadie!
El Superman joven de Smalville, por Warner también, anda con
camisa escocesa y levemente despeinado; cultiva el aire pueblerino, de familia
tradicional. El nuevo héroe es uno del montón: de rasgos olvidables,
nada que ver con la singularidad de sus precursores. También renunció
a sentir, y la novedosa Luisa Lane (convertida en Lana) le reclama más
atención. No puedo, te estoy cuidando, dirá él
su excusa de rutina, y saldrá a entrenar sus poderes. El Superman barrial
tiene un otro yo adentro, se debate entre el bien y el mal, tiene
algo que quiere salir pero no puede, algo que quiere contar pero no sabe cómo
y, como si fuera poco, una necesidad de quedarse en cueros cuando se enoja. Clark
circula por el pueblito con su doble vida a cuestas: de día es el santurrón
de la camisa y el jopo, el de los ojos azules; de noche el que se desviste en
el basural y se pone a gritar (pero no se entiende bien qué dice). Como
el Tarzán posmo, se desvive por mostrar el físico, que con
ese extrañosímbolo rojo que le aparece en el pecho luce a
la última moda de la onda sadomaso: el tattoo marcado a fuego.
Chico darkie. Bruno Díaz, en Warner, se ha vuelto un viejo verde que, harto
de las sospechas sobre su sexualidad, adoptó un jovencito de buen físico
que le hace las veces de Batman del futuro pero, eso sí, dirigido
por un parlante y controlado por un monitor. El chico cultiva, otra vez, el apretadito:
envuelto en un látex totalmente negro, él quiso, sin embargo, agregar
algún signo de individualidad: el cinturón de tachas, bien alla
Bond Street, y el símbolo rojo sobre el pecho: un murciélago pequeño.
Si el viejo verde antes entrenaba a un ayudante (Robin), ahora hace lo propio
con el sucesor pero no contiene el nervio: No vuelvas a hacer eso,
lo reta, como un entrenador germano. El Batman niño, a cambio, corretea
por ahí, pero cae muy fácil: Ay, grita cuando lo está
por vencer la mancha negra (un villano informe), pero allí cerca está
el viejo Bruno para rescatarlo y pedir, luego, su compensación. Con total
impunidad, viejo, canoso, un poco gordo y con bastón le anuncia el premio:
Este día te lo dedico.
Horarios:
El Hombre Araña, por MTV (lunes a las 16.30 y 22; viernes
a las 17; sábado a las 18 y domingos a las 22). Smalville,
por Warner (martes a las 21; miércoles a las 14; sábado a las
19). Tarzán, por Warner (martes a las 22; sábado a
las 20). Batman del futuro, por Warner (de lunes a viernes a las
7).