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Jueves, 4 de diciembre de 2003

AVALANCHA DE EDICIONES DE ROCK ARGENTINO. ¿QUE ONDA?

Todos ponen

En los menos de 30 días aparecieron nuevos discos de Los Piojos, La Renga, Babasónicos, Los Auténticos Decadentes y siguen las firmas, con varios de los peso pesados del actual rock argentino. El síntoma se hace notar en un año positivo en convocatoria popular, con el fantasma de la crisis de la industria discográfica presente. ¿De qué se trata todo esto?

PRODUCCION Y TEXTOS: ROQUE CASCIERO Y PABLO PLOTKIN

De pronto, la góndola de rock nacional –bastante parecida a un río quieto, de corrientes esporádicas– se llenó de colores. Hay de todo para el árbol navideño. Después del paquete suculento Los Piojos-La Renga, la clase media alta entregó lo suyo: Attaque 77, Babasónicos, Divididos y Los Auténticos Decadentes salen a la conquista del verano argentino. Cuatro discos que se suman a las recientes ediciones de Intoxicados, Gustavo Cerati, Charly García, Luis Alberto Spinetta y al chorro irrefrenable de la escena independiente, que nunca descansa. Preguntaría un conductor televisivo: “¿Hay un boom del rock nacional?”. No tan rápido. A medida que engorda, el rock argentino consolida una primera línea de bandas de diez a veinte años de trayectoria, generando un circuito cerrado fuera del cual palpita una especie de under perenne, con escasas posibilidades de promoción. Puede que la venta de discos no sea tan alta como la convocatoria de shows y la presencia mediática, pero eso es algo que sucede en todo el mundo. Hoy, el negocio excede ampliamente el diámetro de un CD.
Mientras ultimaba detalles del Quilmes Rock (el síntoma más resonante de esta cierta bonanza), el empresario Roberto Costa, líder de la productora y el sello Pop Art, le daba a este diario la clave del éxito: “Tratamos de buscar nuevos negocios, porque hoy el disco es apenas un brochure, una pieza de arte que sirve para difundir a un artista”. Del mismo modo que subió la venta de tickets, bajó la de discos, confirmaba Costa, un hombre que entiende la necesidad de apropiarse de los medios de promoción. “Cuando se instalaron las canciones en la TV, las marcas decidieron grabar comerciales con rock argentino. Fuimos un vehículo para que el rock llegara a la TV.” Y éste es el año en que el rock argentino (siempre hablando de esa primera, casi impenetrable línea) se esparció con potencia catódica: el comercial de Quilmes –ese en el que un pibe iba por la noche con una especie de enganchados de La Mega de fondo– es sólo una síntesis de la tendencia.
Juan Di Natale, conductor de Day Tripper y editor responsable de Los Inrockuptibles, se lo atribuye “al fenómeno de sustitución de importaciones”. Y en cuanto a la desproporción entre discos y entradas vendidos, la cosa tendría que ver con “la posibilidad de acceder a la música por otros medios”. “Si no me informaron mal –dice Di Natale–, La Ley está por llenar el Luna Park y acá vendió 800 discos.” Germán Daffunchio, guitarrista de Las Pelotas (cuyo Esperando el milagro los mantuvo en alta rotación durante todo el año), cree que “el 70 por ciento de los discos que se venden son piratas”. “Eso del éxito es una pelotudez, acá no existe. A lo sumo podés tocar más.” Con cinco Obras a lo largo del año, ese “a lo sumo” no debería entenderse como poca cosa.
En la coincidencia temporal, influye mucho la proximidad de fin de año. El que no habla ahora (antes de diciembre), calla por los próximos cuatro o cinco meses, cuando el ciclo lectivo reanime los conductos de la industria. “Entre diciembre y abril no se editan discos”, señala Eduardo Roca, manager de Babasónicos. “Entre las encuestas de fin de año y todo eso, tenés que salir con un mes de margen, por lo menos. Nosotros podríamos haber sacado otro corte, seguir trabajando con Jessico todo el verano, pero la banda no tenía ganas de estirar todo cinco meses más.” Si bien los discos no se venden tanto como suenan, InFame llegó en una semana a las 20 mil copias, dos tercios de lo que vendió su antecesor en dos años. Mientras tanto, Máquina de sangre y Detonador de sueños, de Los Piojos y La Renga, respectivamente, superan ya las 40 mil unidades.
Entonces, ¿cómo es eso de que el negocio del disco no es redituable? “No es que no se venda, pero hoy grabar un disco cuesta el triple”, asegura Mundy Epifanio, manager de Attaque 77 y veterano de la industria rock. “Y se venden menos discos de cada artista, porque se graban muchos. La torta se divide y por eso ya no es negocio.” ¿Se puede pensar en la disolución del formato, no sólo como objeto tangible sino también como unidadartística cerrada, aun en Internet? Para Roca, el disco es el objeto alrededor del cual gira casi todo, el núcleo de todo este asunto. “El show siempre fue el negocio instantáneo: una puerta puede equivaler al cobro de discos vendidos de un trimestre. Pero el disco sostiene y amortiza un montón de situaciones y estructuras que no las sostiene un show.” Pocho Rocca, manager de Los Piojos, define al disco como aquello que sirve para “mover a la banda en vivo con el recambio de temas”.
“Un artista es una miniempresa que debería ser manejada como tal, aunque los músicos argentinos no lo entienden de esa forma”, dice Epifanio. “Un disco es importante para reinvertir, promocionar y también para ganar. El que no gana es porque no sabe cómo hacer que ese elemento se convierta en ganancia. Nosotros tenemos una actitud de trabajo diario, sabemos que tenemos que facturar y aumentar los ingresos para que los artistas vivan mejor, porque así nosotros también vivimos mejor.”
Más allá de los números, el manager de Babasónicos acierta con una variable casi nunca mencionada: los discos, se vendan o no, van a seguir fabricándose mientras exista el oficio. “Hay un punto en que ya no importa si es negocio o no es negocio. Con 45 años, alguien que quedó afuera de una compañía tiene que empezar a generar algo en el rubro, porque no sabe hacer otra cosa. Podés pasarte un tiempo sentado en tu casa, quejándote de la crisis, pero después de tres años tenés que salir. Por algo Neustadt sigue con su radio y Mirtha Legrand está en la tele, por más guita que tengan. Con la salida de discos pasa algo parecido. Hay que hacer que eso pase a ser negocio, generar espacios. Un impulso que tiene mucho que ver con la cultura rock.”

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