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Jueves, 11 de diciembre de 2003

LINUX, EL PROGRAMA ALTERNATIVO Y TODOTERRENO

Pantalla de un mundo nuevo

Cada día crece el número de usuarios que lo prefieren y dejan de lado a Windows: su utilización, además de simple, es una manera de hacerle frenteal monopolio de Bill Gates. Aquí, una guía completa para entender el fenómeno informático que promete una explosión definitiva en 2004.

 Por Mariano Blejman

La revolución es posible: una nueva versión de Linux funciona sin necesidad de configurar nada, tiene los programas para hacer andar tu compu de manera gratuita –programas que no rastrearán lo que hay en tu disco, ni pondrán publicidad– y no tendrás que enfrentarte a los monopolios que piden que se paguen las licencias. Linux dejará tu computadora navegando en Internet con una conexión dos veces más rápida que la de Windows. Así podrá instalar y desinstalar programas como por arte de magia (sin reiniciar tu computadora), jamás serás contagiado por un virus, tus comunicaciones serán tan seguras que ninguna computadora del Pentágono podrá intervenir (a no ser que ingresen a tu casa a punta de pistola) y que encima no se te colgará más. Nunca, pero nunca más: algunos linuxeros han llegado a tener su computadora encendida durante 146 días. Para ello, sólo basta con colocar un CD con la versión 3.3 de Knoppix en tu computadora, arrancarla desde el CD y así acceder, casi sin que lo percibas, a un mundo nuevo.
El detalle no es menor: porque si al fin y al cabo el software es un lenguaje, y, como tal, una forma de concebir el mundo que nos rodea, el cambio de sistema no es una mera cuestión pragmática. La todopoderosa Microsoft Windows de Bill Gates (con el patrimonio personal más grande del planeta, valuado en 42.000 millones de dólares) propone –no sólo como metáfora, sino como cuestión concreta– un modelo de negocio privado, monopólico y abusivo para el desarrollo de software. Linux (o mejor dicho GNU/Linux, luego explicaremos la diferencia) propone un sistema distribuido, cooperativo, descentralizado, comunitario, contra la propiedad privada, contra el monopolio de información, a favor de la transparencia y seguridad. Encima es gratis y anda mejor.
El No conversó con programadores argentinos que alimentan el corazón –decir “la matriz” sería un guiño innecesario a los hermanos Wachowski– de la revolución informática que puede cambiar la forma de ver el mundo PC. Juan José Ciarlante creó algunos de los códigos más importantes en el núcleo de Linux; Ricardo Quesada inventó un TEG para Linux, entre otras cosas; Diego Torres Milano creó LinuxPXES, una micro distribución de Linux que funciona desde cualquier computadora; Mariano Dupont inventó un driver para hacer andar Velocom en Linux, y Roberto Alsina hizo varias aplicaciones para entornos gráficos KDE. Aquí explican por qué hay que cambiar de sistema.
Linux/the comienzo
Así como el Subcomandante Marcos se metió casi solo en Chiapas para emerger 10 años después con el EZLN, Linux surgió de un trabajo práctico individual del joven –por entonces de 23 años– Linus Torvalds (de su nombre viene Linux), que una década después revolucionaría la informática, eligiendo al pingüino como su icono. La fuerza de una idea trajo el huracán de cambio más importante para la informática, probablemente, desde que el Pentágono dio los fondos para que el MIT inventara Internet allá por 1971. Y le devolvió algo de romanticismo. Hoy, cada vez más empresas, programadores y decenas de jóvenes repartidos por el mundo se juegan por un sistema de código abierto, que –según los analistas– planea tener su estallido en el 2004. En Europa, Linux creció un 33% en el 2003, y se cree que 2004 será más del doble. Cuando Microsoft intenta acercarse a un gobierno para que paguen sus licencias, éstos se pasan a Linux. Los gobiernos de Cuba, Venezuela, México y dentro de poco el argentino cambiarán de sistema. También, el gobierno de Extremadura (España) usa Linux en escuelas y demostró que para un alumno es igual aprender Windows que Linux. El asunto se pondrá serio en 2004, cuando China instale Linux en un millón de PCs. Una explicación a este boom está en el deseo de los desarrolladores de no depender de un mundo cerrado. La otra respuesta está en la pasión de cientos de jóvenes programadores que llenan a Linux de códigos cada vez más inteligentes, poderosos, estables, basados en una lógica opuesta a Microsoft: Linux programa, libera y la comunidad testea.

Linux/Show me the code
Juan José Ciarlante realizó una creación poderosa. En 1995, trabajaba en el Departamento General de Irrigación de Mendoza y había conseguido conectarse a una red con Internet, pero debía compartir la conexión con la Universidad Nacional de Cuyo. Tenía una sola placa para dos direcciones IP. “Había conocido el software libre y la necesidad de tener dos direcciones en una misma placa me llevó a desarrollar el IP Aliasing, que permite tener un número ilimitado de direcciones sobre una placa”, cuenta Ciarlante. Este invento todavía no existe en Windows.
Comenzó en agosto del ‘95 y en octubre su código fue aceptado en Linux, por el mismo Torvalds y su segundo, Alan Cox. Mientras que Windows programa encerrado en sus secretos de Estado, Ciarlante envió su “parche” al público y recibió mensajes de todo el mundo con correcciones y felicitaciones. “Aprendés a programar en grupo, sin tener omnipotencia de decisión, tenés que aprender las reglas del bazaar (feria). Sentía inferioridad antes de enviar el código, por tener una dirección “.ar”, pero el futuro demostró que la horizontalidad es total, que no importa tu chapa, sino tu código”, dice Ciarlante.
En ese entonces, Linus Torvalds incorporó el código al kernel de Linux después de haberlo testeado entre cientos de personas, aunque estaba en estado embrionario. “No existe otro ámbito similar donde tu trabajo pueda ser discutido por colegas tan grosos... Y donde no prime un interés competitivo que evite tal intercambio de ideas”, dice Ciarlante, que sigue en Irrigación. “Es un proceso evolutivo, cubrí una necesidad que hoy usan miles de personas”, asegura. Algunas aplicaciones como Apache (servidores), Sendmail (para enviar correos), Squid (para compartir computadoras), superan el 60% de uso donde compiten.
Linux/Mate reloaded
Que el trabajo quede abierto, no quiere decir que no lleve la firma. Y es justamente el orgullo que pone filtro a la calidad. “No publicás el código al menos que consideres que tiene buena calidad, una actitud opuesta al software propietario”, explica el entendido. El Estado y la Universidad son semilleros. Martín Sarsale trabaja en el gobierno de la Ciudad y viene organizando eventos “Flashparty”, junto a las comunidades de usuarios. Durante tres días, invitan a la gente a llevar sus computadoras y enchufarse a una enorme red interna. Además, los usuarios GNU/Linux realizan “Install fest”, donde pasan días dedicados a instalar Linux. Esto era más necesario cuando instalarlo resultaba complicado, pero la última versión Knoppix, creada por el alemán Klaus Knopper, simplifica cualquier esfuerzo. Knopper desarrolló un sistema que permite usar un sistema operativo como instalado, pero sin instalarlo. Misterio de la informática: tiene en un solo Cd tres veces más de programas de los que entran realmente, gracias a la compresión de software. El software libre es perfecto para el Estado: “Es ridículo atar datos ciudadanos (muchas veces información privada o sensible) a formatos propietarios. Por ejemplo, al guardar los DNI en motores de bases de datos propietarias: ¿quién nos asegura que vamos a seguir accediendo a esos datos si la compañía cierra?”, dice Sarsale.
Diego Torres Milano comenzó a usar Linux por curiosidad en 1994. Tiene una empresa llamada IN3 dedicada a la consultoría en Unix, primero, y en Linux, después. Hace más de dos años desarrolló PXES, cuando estabaprobando una alternativa para cadenas de supermercados con locales en diferentes países. Entonces, implementó una solución basada en un cliente pequeño. Hoy, PXES Universal Linux Thin Client tiene proyección internacional. En agosto pasado, fue invitado a la LinuxWorld Expo en San Francisco (la exposición de Linux más importante del mundo) para presidir conferencias. “Y me sorprendió la cantidad de gente que conocía el proyecto”, dice.

Linux/copyleft
Hay que decirlo: Linux fue el invento justo en el momento indicado. En esa época, Richard Stallman estaba buscando un corazón para su software libre. Desde 1984, había craneado GNU (“GNU’s Not Unix”) en oposición al sistema Unix, pero usó su estructura para desarrollarse. Es por eso que hoy SCO, los dueños de UNIX, le han declarado la guerra a Linux: “No hay almuerzo gratis, como no hay Linux gratis”, dicen desafiantes. Desde hace años, Stallman comenzó a desarrollar el concepto de Copyleft en oposición al Copyright. El copyleft usa el copyright, pero lo invierte para servir a lo opuesto de su propósito: en lugar de privatizar el software, es un medio de mantenerlo libre. La idea central del copyleft es que se le da a cualquiera el permiso para correr el programa, copiarlo, modificarlo y redistribuir versiones modificadas, pero no se le da permiso para agregar restricciones. De esta manera, el software libre seguirá siendo libre usando las reglas de mercado. Para colmo, Linux genera grandes ganancias para los desarrolladores, pero no permite acumulaciones de capital, pues el negocio no está en vender copias de un mismo programa (tal la filosofía de Windows), sino en el desarrollo. El código libre entra en la GPL (General Public License) y todo será cuidado a futuro. Marxismo puro.
Daniel Coletti, creador de CafeLUG y de Lugar.com.ar, predica la “evangelización” de usuarios hacia Linux. Durante años, “convencer a los usuarios era un verdadero karma místico”, dice. Hoy, los grupos de linuxeros se dedican a desperdigar la buena nueva, creada en una fría noche finlandesa. Por cierto: aquel e-mail inicial del programador avisando que había creado un sistema y pedía ayuda todavía se guarda en algunos sites de Internet como especie de nuevo testamento. Los evangelizadores del código abierto saben que hay otra forma de ver el mundo: el uso de Linux, dicen, es práctico y además ideológica, política y económicamente subversivo.

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