EL DICHO / EL HECHO
EL DICHO
Yo no fui nunca un tipo de la calle, fui el hijo de un dermatólogo...
siempre lo dije. A lo mejor en las primeras épocas de los Caballeros
encontrás alguna cosa que yo haya dicho que el physique du rol me llevaba
a decir. Además tuve una cierta información cultural que nunca
me pesó y que por el contrario agradezco tenerla. Yo no inventé
una postura heroica del rock de la calle, a lo mejor, insisto, en esos dos primeros
años usé como escudo y carta de presentación, capaz que
me mandé aquella de yo soy el malo de Morón. Pero
si pasó creo que con la banda lo desactivamos rápido. Hicimos
mucho menos proselitismo que otras bandas, y no seguimos el manual de instrucciones
de cómo ser un buen rockero chabón. ¿Cómo es? Decir
todo el tiempo que te parecés a tu público. Asegurarles todo el
tiempo que te pasa lo mismo que a ellos. Cantar lo que quieren escuchar. Es
clientelismo político. Es una forma de asegurarte que vuelvan a votarte
en el próximo Obras o Luna Park. Iván Noble, efectivamente
lejos quizás a su pesar, quizás no del ghetto rock
nacional, se despacha a gusto en una entrevista publicada en el número
de septiembre de la revista Cerdos & Peces. La conversación con Enrique
Symns contiene, además, lenguaje explícito. Por ejemplo: ¿La
Corte Suprema del Justo Rock me dio reclusión perpetua? Mirá vos...
me chupa la pija.
EL HECHO
Quienes vieron a Charly García como un elemento surreal más dentro
de la surrealidad del partido Boca-Cienciano, jugado el martes 7 en Miami, se
perdieron lo mejor. Un día después, el miércoles, Charly
concretó un accidentado tercio de show en el teatro Jackie Gleason de
una ciudad que, por otra parte, nunca le gustó ni cayó bien. ¿Cómo
fue? Relato de un testigo: Habría unas 600 personas, que habían
pagado entre 25 y 70 dólares por ver el show. Subió al escenario
ebrio (muy ebrio) y empezó con Influencia, Popotitos,
Asesiname y Confesiones de invierno. A la media hora
se levantó de su asiento y se fue aludiendo que el público estaba
frío, que no cantaba. Están muertos, dijo. Luego de
20 minutos, y entre gritos (¡Charly, Charly!), regresó
y tocó un tema para, otra vez, interrumpirlo sin mayores explicaciones.
Se fue. El público otra vez esperó, y esta vez los cantitos (donde
se notaban las nacionalidades de los presentes, colombianos, argentinos, peruanos,
venezolanos) se mezclaban con algún ¡Devuelvan la plata.
La cosa siguió: Enrique Kogan, organizador del show y productor del Festival
Argentino en Miami, le pidió que volviese al escenario, aunque sea para
cantar el himno. Charly, fiel a su estilo, le contestó Loco, andá
vos a cantarlo. Al rato, se fue definitivamente del teatro.
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