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NICKELBACK, LA FORMULA DEL EXITO
Rock simple + volumen alto
Si se lo mira desde este lado del mundo, Nickelback es uno de esos ejemplos típicos de banda de rock en estado de gracia. De un día para el otro pasan a vender millones de discos, llenar estadios y aparecer en la tele y el cine. Todo basado en canciones que, puede suponerse, ya fueron escuchadas un millón de veces, aunque “How you Remind me” o “Never Again” tienen su atractivo. El relato casi fabulesco del éxito inexplicable. ¿Por qué a ellos y no a otros? Al menos lo esperaban: “La verdad es que prepararse para el éxito no es algo tan difícil... (risas) sino algo muy bienvenido. Sabemos que a la vez significa una presión mayor, más trabajo y eso no nos asusta en lo más mínimo”, dice desafiante el bajista Mike Kroeger, desde un parate de la gira que el grupo realiza junto al ex Alice in Chains Jerry Cantrell por Estados Unidos.
El cuarteto se formó en Canadá y tiene dos discos editados: The State y Silver Side Up. Están claramente gestados en la generación post-grunge, con los mismos ingredientes sonoros de grupos como Creed o Staind: guitarras hard rock de escuela americana y una voz al frente que suene tan aguerrida como lastimada. Cuando se le pregunta a Mike Kroeger cuáles serían las diferencias entre su grupo y el resto, el bajista adopta una inusual honestidad. “La verdad es que, para ser totalmente honesto, no creo que haya demasiadas diferencias entre lo que hacemos nosotros y esas otras bandas. Todas nos basamos en un rock simple, tocado a un volumen alto. No tenemos dj’s. No tenemos rappers. Es sólo rock.”
La cara más visible de Nickelback es Chad Kroeger, cantante, guitarrista y hermano menor de Mike, a quien éste define como “esa clase de personas que necesita decir las cosas que tiene adentro. Como si arrancara de su pecho todo aquello que le molesta, y una buena manera de hacerlo es cantando”. Además de encargarse con exclusividad de todas las letras, Chad hace poco dio su primer paso como solista. Así incluyó “Hero”, canción de tono épico y romántico cuyo video circuló hasta por CNN, en la banda de sonido de El hombre araña. Las voces del tema las comparte con Josey Scott, vocalista de los ascendentes Saliva, pero prescindió totalmente de sus compañeros de grupo. Excepto para la filmación del video, donde aparece su hermano Mike, quien no ve con preocupación los nuevos pasos de Chad. “Pienso que bien puede tomarse como un intento de una futura carrera solista, puede suceder si es lo que él quiere.”
MIGUEL MORA
ALTA INFIDELIDAD
Oso. Joselo
Este álbum reúne canciones que, por considerarlas demasiado personales, el guitarrista Joselo Rangel prefirió no aportar al seno de Café Tacuba, su banda. Sin embargo, Oso se parece bastante a los trabajos del cuarteto mexicano, y eso es muy bueno. Con la producción de Rita Cantalagua (o Rubén Albarrán, vocalista tacubo), Joselo canta como para sí un puñado de historias de amor y desazón en primera persona, aunque dirigidas a otro/a. Hay baladas con algo de beatle (“Se metió”), ritmos folklóricos (“Guacamaya”), un bolerazo (“Cuéntame”), y un pop redondo y radiable (“Muérete”). Inteligente y avanzada combinación de instrumentos acústicos y electrónicos que dota a estas páginas íntimas de un contexto bello en la sencillez aparente.
Amateur. Attaque 77
¿Qué clase de disco atesoran los fanáticos de un grupo? Uno como Amateur, seguro. O sea, una recopilación de rarezas con espíritu de pirata, guiños cómplices, longitud generosa y humorísticos juegos privados de todas las épocas de una banda. Attaque 77 les da el gusto a sus seguidores y mantiene así su saludable costumbre –cada vez más inusual– de publicar un disco por año. Entre estas perlas rescatadas del arcón, sobresalen el tema de “Titanes en el ring”, una versión enojada y hardcore de “Hacelo por mí” (rebautizada como “Hacelo por mil”), el cover de Sumo “Pinini reggae” y el tango jodón “El auto”. Amateur le sirve a Attaque para ganar tiempo hasta completar las canciones de su próximo trabajo de estudio y a los fans para hacerse de varias figuritas difíciles. Esas que son las que más gustan. R.C.
MS DYNAMITE, UNA APARICION
Inglaterra -Argentina
Aun para la música anglosajona más aventurera, el tango nunca fue un puerto del todo accesible. Demasiado remoto y melancólico, funciona más bien como un destino de turismo cultural sofisticado. Ahora, mientras el emprendimiento francoargentino The Gotan Proyect crece en Europa y el brazo electrónico de Gustavo Santaolalla prepara el lanzamiento de un disco de género pensado en futuro (Bajo fondo, con una combinación de artistas de ambos géneros), el tango parece probar las mieles de un pequeño “hype”. Es sorprendente en ese sentido el nuevo simple de Ms Dynamite, una londinense que empieza a erigirse en la gran esperanza negra de Gran Bretaña. Ms Dynamite es en realidad Naomi McLean-Daley, 20 años. De muy chica se reveló como una rapera con actitud –compadrita, no guarra– y que ahora demuestra ser, además, una gran cantante. Después de figurar como vocalista invitada de otros artistas, la negra de piernas vertiginosas prepara su despegue solista y la industria inglesa le tiende su alfombra roja como a una apuesta segura del nuevo rhythm & blues. Es una reacción sin histeria, carnal, al teen pop de productores magistrales y muñecas fabricadas en serie. Ms Dynamite es muy joven y se crió en un barrio de inmigrantes, pero en su formación artística influyeron más los vinilos de sus tíos que el hip hop de los pibes de la cuadra, de manera que su aproximación al género tiene una decisiva impronta soul. El asunto es que “Takes More”, su nuevo simple, cuenta con un fragmento de bandoneón que se repite a través del tema como un leitmotiv exótico en los dominios de la música negra moderna. El sonido del fuelle –que se arrastra detrás de la voz incluso durante el estribillo– no es otra cosa que el puente de “Mano a mano”. Al igual que en el clásico de Gardel y Le Pera, aquí la Chica Dinamita salda cuentas sentimentales y descarga un despecho que no deja lugar a la indulgencia porteña del “si precisás una ayuda...”. El destino insólitamente cruzado de dos culturas reas. P.P.
LA BANDA SE LLAMA MONOS EN BOLAS
Como el pais
Podría ser una banda anónima más entre las miles que existen en cada garage de Buenos Aires, pero, pequeño detalle, resaltaron entre 487 pares en el concurso “Aguante Buenos Aires” y así accedieron a grabar un prometedor disco debut. Monos en Bolas es, para algunos, la banda nueva. “Ganar el concurso significó un gran cambio para nosotros. Que gente como Erica García o Ricardo Tapia se fijen en vos y que después toques con Pappo para 40 mil personas, no son datos menores”, comenta al No Diego Polliano, cantante y compositor de 9 de los 12 temas que integran el Cd, bautizado Civilización Cero. En él se percibe una esencia power rock, condimentada con toques funk y algunas bajadas pop. Al mencionar influencias, no arriesgan en rarezas: Redondos, Piojos y Divididos. La postura es, básicamente, callejera... rock chabón (Los Auténticos Monillos se llama la barra que los sigue) y las letras tienen mucho, pero mucho adoquín. “Pateamos todo el tiempo barrios y calles. Hay un tema (‘Compra Venta’), que apunta directo a la hipocresía de los políticos y cómo lo sufre la gente, y otro, como ‘Viajero’, dedicado al tipo que se tiene que ir del país. Igualmente, se privilegia la música: el principio de las letras siempre es onomatopéyico”, admite Diego, co-fundador del grupo junto a su primo, el guitarrista Darío Dionisi. ¿Por qué Monos en Bolas? Contesta Polliano: “Por la teoría de Darwin. Al principio de los tiempos éramos monos que andábamos en bolas, corporal y mentalmente. Pega, además, con Civilización Cero, porque somos el cero de algo y el país está así, en bolas”. Completan el grupo Martín Fernández (bajo), Julián Cigliano (percusión), Eduardo Petrone (batería), Marcelo Nassif (guitarra) y Silvio Marzolini (tecladista), único hijo varón de uno de los próceres de la historia futbolera de Boca. “Desde que nací me pusieron una pelota en los pies, pero le agradezco que me haya apoyado igual pese a que le hubiese gustado que juegue al fútbol”, dice Marzolini hijo, el defensor que no fue. CRISTIAN VITALE