La fusión entre la trova rosarina y las preocupaciones ecológicas ve su máxima expresión en el trío de folk-rock acústico que integran los cantautores y ambientalistas Flora, Fauna & Animal: tres juglares convencidos de que la guitarra criolla es el arma más eficaz para detener el calentamiento global, la voracidad de los balleneros japoneses y la sodomización del agujero de la capa de ozono.

Cada miembro del trío tiene mirada propia. Las composiciones de la lánguida Flora (Florencia Frutos) recomiendan ensaladas y vegetales afrodisíacos, como la dylaniana Lechugarchemos. Por su parte, el joven Fauna (Fausto Naldi) denuncia la extinción de especies animales, como en su Zamba del plantígrado: “De esas fieras tan divinas/ que se llaman osos panda/ pronto habrá tantos en China/ como abstemios en Irlanda”. En cambio, el compromiso ecologista de Animal (Aníbal Malellán) es menos lineal y más sutil: reside en la concepción brutal de la música. Más que cantar, ladra, maúlla, relincha, rebuzna, croa, muge o bala. Sus letras no son poéticas sino bestiales (“me parece que hoy te pongo/ como sombrero un sorongo”). Entre tema y tema, orina en los vértices del escenario para -explica– delimitar su territorio. Y también de modo animal se vincula con la guitarra: le aplica cabezazos, rodillazos, escupidas, rasguños, tomas de judo y hasta mordiscos (la vehemencia de este último recurso hace lucir conservadoras a las piezas “dentales” de intérpretes como Jimi Hendrix y Ricardo Mollo). Vivos bárbaros, el álbum debut de Flora, Fauna & Animal, sólo se consigue en el Greenpeace Megastore.

* Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.