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”Falló el contrato interno.” Enigmática pero lapidaria, la frase del cantante Indy Lonely fue la única explicación oficial sobre la disolución de los Bohemian Millionaires, la banda más exitosa de todos los tiempos del rock australiano. Sus versos crípticos y su rol de gurúes del rock independiente los convirtieron en referentes de todas las bandas de Oceanía: desde INXS y Midnight Oil hasta The Mel Gibson’s Experience y The Paranoid Kangaroos. Unas cien mil personas vieron su último show, en el velódromo de Sydney, en el 2001; sin contar los miles de colados. La referencia al “contrato interno” que Lonely expresó en las entrevistas previas a la salida de su disco solista disparó toda clase de rumores: diferencias económicas; diferencias económicas en el manejo del merchandising; diferencias económicas sobre los sueldos de bajista, baterista, tecladista, saxofonista y plomos...
Salvo por su disco Oktoberfest (1988), la obra de los Bohemian Millionaires es poco conocida fuera de Oceanía. Pero en los suburbios de Canberra, Adelaida y Melbourne –donde se los apodó Los Millo’–, el stencil llevó a la icónica cabeza calva de Lonely a paredones de fábricas y shoppings. Su música generó un arraigo único entre los desangelados de la cada vez más desigual sociedad australiana, que los sumó a su selecto grupo de ídolos populares; junto con la actriz Nicole Kidman, el tenista Lleyton Hewitt, la banda argentina Demonios de Tasmania y la saga de films Cocodrilo Dundee. Como dice Lonely: “Violence is not to say the truth”.

* Cualquier parecido con la realidad, es culpa de la realidad.