Las vacaciones son ideales para los romances pasajeros, el nudismo callejero, los movileros en la estación Retiro y los yogures con bronceador incorporado. Pero también para músicos poco serios, que se aplican pantalla solar en el escenario y que pretenden hacer rock en musculosa, zunga y ojotas, aun cuando se trate de la vestimenta menos rockera del mundo. Sólo apuestan por el arte cuando hay solcito; y sus canciones resultan como frutos tropicales: parecen jugosas y coloridas, pero pronto empiezan a largar olor a podrido.

Así es Temporada Alta, banda que combina el costado más inofensivo del reggae con estribillos pop, coritos pavotes, letras cuyo verso más comprometido dice “sha-la-la”, y vientos que presumen de caribeños, pero que son tan chévere como su lugar de origen: Remedios de Escalada.

Los shows de TA sólo existen en ramblas, médanos, balnearios y peatonales de la Costa Atlántica, donde comparten conciertos con clásicos de la escena estival como Los Chaboncitos, El Bañero Es Gay, Ola Verde, Tanga Feroz y Cazadores de Aguavivas. “Nuestra fórmula –explica el tecladista Omar del Tuyú– consiste en rockear de diciembre a marzo, y en laburar durante el resto del año.” Ese modo de vida modela una dualidad: los mismos que son luminosas y desenfrenadas bestias rockeras durante las vacaciones, entre abril y noviembre trabajan como (nada luminosos) vendedores de lámparas o (nada desenfrenados) cambiadores de líquido de frenos.

Su calendario de enero tiene más compromisos que la NBA: cada jornada patrullan la distancia entre San Clemente y Mar del Plata con tantos shows como playas encuentren. “Es que el verano es corto y hay que hacer toda la moneda posible”, admite el guitarrista Meneco Chea, mientras compone la canción que estrenará el próximo 1º de diciembre: “El público en veranito/ no es demasiado exigente:/ mientras toquemos bajito,/ aplaudirá, complaciente./ Por eso nuestras canciones/ hablan de sol y de brisas,/ o de amoríos de enero:/ a todos les dan sonrisas,/ y a nosotros, buen dinero”.