Con los tibios calores primaverales, llega a Buenos Aires la tendencia bailable que conmueve a todas las ciudades americanas ricas en palmeras y en tragos a base de coco. Se trata del freguetón –también llamado “freggaetón” por la prensa especializada del Caribe–, considerado “el ritmo más caliente y el más padrísimo”, por su danza provocativa y tan proclive a terminar en embarazos.

“El freguetón se baila así, chico; fregando tu cue’po con sabó”, explica una morena antillana radicada en Barracas, mientras friega los sitios más cóncavos y más convexos de su sensual figura contra un semáforo. Este nuevo ritmo hace parecer pacatos y asexuados a otros bailes que en algún momento fueran considerados calientes; como el tango –y su balanceo de piernas–, la lambada –y sus apoyos de pubis y muslos–, el reggaetón –y su lujurioso “perreo”–, o hasta el toquetón –y sus excesos táctiles al son del bongó–.

Pero el freguetón sube la apuesta. Algunos lo consideran “la zona liberada de la música bailable”, por su capacidad de derrumbar todo respeto por la castidad ajena. Sus cultores se embadurnan el cuerpo en vaselina justo antes de la danza. “E’ pa’ favorecé la lub’icació, chico; y facilitá la fregada”, explica la misma morena, mientras se envaselina prolijamente desde los tobillos hasta los breteles de su sujetador.

Si bien el freguetón ya dispone de hits internacionales como Friega tu cucu, Cualquiera puede fregar, A fregar mi amor o El negro no friega; la escena argentina ha dado a luz a su primer éxito local, que aspira a copar los fregatódromos más osados de Caracas, Panamá, Bogotá y Cancún. Se trata del irresistible Gansolina, del grupo pampeano Fricción que, por problemas legales con Richard Coleman y Gustavo Cerati, cambió su nombre por Fricción 2005. La calenturienta letra de Gansolina repite, cual mantra: “Si quieres que tu ganso crezca,/ dale más gansolinaaaaaa./ Y tu ganso va a fregarse/ por todita la Argentinaaaaaa”.