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Jueves, 1 de diciembre de 2005

LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR › LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR

Hoy: Gönsk Miaaaanemsk, de Islandia *

 Por Javier Aguirre

”La trola esa de Björk le ha hecho mucho daño al rock islandés”, asegura Osmar “Culeao” Farroglio, el joven cordobés que lidera Gönsk Miaiaaaanemsk. Se trata de la banda de stoner rock que es sensación en Islandia, y que encabezó el prestigioso festival nórdico Hielöha Staenlas Böllas, por el que pasaron artistas como Simple Minds, Simply Red, Simple Plan y Simple de Queso. El desenfado cordobés de Culeao ha llevado a que prensa local -tradicionalmente fría– lo definiera como “el sex symbol más cachondo y transpirado de Islandia”, un país cuyas principales causas de muerte son el resfrío crónico, los aludes de cubitos de hielo y las derivadas de la frigidez (suicidios de amantes frustrados por el congelamiento de sus esfuerzos sexuales).

Gönsk Miaiaaaanemsk –que en islandés significa algo así como “Peperina con fernet”– ya recibió el Estornudo de Oro, máximo galardón que distingue a los músicos islandeses; y acaba de liderar las encuestas de la tradicional revista musical Skärchä, en los rubros “Mejor Artista No Engripado”, “Mejor Bufanda” y “Mejor Guitarrista - categoría Sin Guantes”.

Pero aún antes de alcanzar el “estrellato” escandinavo, Culeao ya había sido todo un buscavidas de la música. Con apenas 17 años, en su Unquillo natal (“la misma tierra del nabo de Nalbandian, que tanto daño le ha hecho al tenis de Córdoba”, dice), ya había incursionado en la electrónica bajo el nombre de DJ JD, quien se atribuía ser el creador del “pool”, que no es otra cosa que un loop pasado hacia atrás.

Luego hizo su experiencia en Buenos Aires, al frente de Me Gusta Ese Fajo, banda definida como de “rock capitalista” que, sin temor a ser acusada de mercantilista, alcanzó cierto éxito en los pasillos de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires con su hit easy-listening “Quiero forrarme de oro”.

Hasta que llegó la oportunidad de viajar a Europa y no lo dudó: “Islandia y la Argentina son países tan parecidos que ni sentí el cambio”, asegura; aunque destaca que “por suerte en las radios de Reykjavik, la capital islandesa, no pasan canciones de Spinetta, los Redondos, Charly ni de todos esos salames que tanto daño le han hecho al rock argentino”.

* Cualquier parecido con la realidad, a llorar a la iglesia.

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