Pocos artistas del rock argentino han manifestado una oposición tan feroz a las nuevas tecnologías como los IPodridos, la banda de Villa Devoto que repudia abiertamente al MP3, a los soportes digitales para la música y, muy en especial, a los IPods, a los que definen como “unos Ku Klux Klancitos electrónicos, unas SS portátiles y unas Triples A con puerto USB que persiguen y asesinan la experiencia musical”.

¿Será para tanto? Para los IPodridos, la industria del IPod “deja sin trabajo a millones de familias que se ganan la vida artesanalmente fabricando CDs y casetes, algunos de los cuales trabajan en la vía pública”. Por eso organizan sus solidarios conciertos en el marco del Movimiento IPodifóbico, ya se presentaron en Porto Alegre, Barcelona y Mar del Plata, y ahora anuncian una ambiciosa y revolucionaria campaña: “Queremos que el próximo 1º de Mayo sea declarado Día Internacional de la Lucha contra el IPod, y para ello convocamos a todos los usuarios de IPods a que, ese día, apaguen su IPod durante veinte minutos”.

Su visceral compromiso, heredero de artistas como The Clash, John Lennon, Manu Chao, Las Manos de Filippi o Diego Torres, es evidente en su disco AntIPodas, una obra que apoya la experiencia de la música en vivo (“que el espectador pueda verle la cara al músico, y que el músico pueda mirarle las tetas a las espectadoras”, dicen), y que en cada canción esgrime una corrosiva crítica a toda forma tecnológica de transmisión de música. “Con la excepción del walkman, que es vintage”, aclaran.

Otra de las graves acusaciones que los ipodifóbicos le imputan al pequeño aparatito es que, supuestamente, causa la disminución del tamaño de algunas partes del organismo cuyas dimensiones conviene salvaguardar. La denuncia adopta forma de canción en la memorable “Nunca serás un tríPode”, un acid-ska cuya letra advierte, pedagógica: “La música digital/ causa inteligencia nula/ depresión, insomnio, hipo,/ y hasta atrofia genital./ Que no te metan la mula:/ tirá a la mierda tu IPod”.

* Ante cualquier similitud con la realidad, reenviar esta nota a 134 personas. “Yo lo reenvié y me fue bárbaro” (Alberto F., de Las Cañitas). “Yo no lo reenvié un carajo y me fue mal” (Aníbal F., de Haedo).