Jue 27.04.2006
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LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR

Hoy: Barrio Rock, rock barrial

› Por Javier Aguirre

Hay bandas que, acaso antes de enchufar la guitarra o de componer una canción, conciben minuciosamente un mito fundacional, una idea-motor inspiradora, una mitología propia sobre el origen del grupo que nada tiene que envidiar a universos complejísimos como los de El Señor de los Anillos, La Guerra de las Galaxias o Los Roldán. Algunas se consideran a sí mismas oriundas de supuestas repúblicas separatistas (Arbol); otras, se dicen guiadas por una especie de profeta imaginario (Patricio Rey); y hasta hay quienes declaran ser aliens nativos de un lejano planeta rico en androginia (como el Bowie de Ziggy Stardust).

Es el caso de los Barrio Rock, que aseguran provenir de un barrio -llamado, justamente, Barrio Rock– que no figura en las guías Filcar, Lumi, Peuser ni en los catastros oficiales; y en el que todas sus calles llevan nombres de artistas de rock. Allí –dicen–, “no hay peatonal Lavalle, Paseo Colón ni avenida Independencia sino plaza Rolling Stones, boulevard Spinetta y pasaje Villanos”. Según sostienen, “el vecindario funciona como un gran efecto ‘el huevo y la gallina’, ya que no está claro si sus calles reciben su denominación porque en algo se parecen a los músicos que les dan su nombre, o si en realidad es que, luego de haber sido bautizadas, empiezan a adoptar características atribuibles al artista que homenajean. Así, la avenida Pappo está llena de talleres mecánicos, en la calle Luca Prodan sólo se bebe ginebra, la peatonal Radiohead es muy deprimente, el pasaje Franz Ferdinand es muy cool, la plaza Mötley Crüe es re-grasa, el Parque Miranda! es para el público teen, en la calle Bono se reúnen jerarcas de organismos de crédito y presidentes extranjeros cuando visitan la Argentina, el callejón Pink Floyd es un viejazo total... y Carlos ‘Indio’ Solari se llama el exclusivísimo country de Barrio Rock”.

Pero todos conocen el riesgo que corren las bandas con una mitología tan compleja: en las reseñas periodísticas, cuando llega la hora de hablar de su música, muchas veces ya se acabó el espacio de la nota.

* Cualquier similitud con la realidad estaba advertida en la letra chica del prospecto.

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