El recambio temático que el heavy necesitaba parece llegar de la mano de Hepática (si sus integrantes logran sobrevivir a los excesos de mantecol y whisky). Su verborrágico cantante, el polémico Richard Dorio, advierte que su banda “descree tanto de los metaleros afrancesados que les cantan a las hadas y usan calzas de ciclista como de los metaleros de ultraderecha que no tocan la guitarra con una púa sino con un hueso de tira de asado”. En sólo dos años, las canciones de Hepática se convirtieron en el secreto mejor guardado de los pubs del Abasto merced a su fórmula de “heavy, tinto y salame picado grueso”. A la música de Hepática la mueve un “fin noble”: difundir el flagelo de las pataletas al hígado derivadas del consumo del alcohol y alimentos grasosos que, según sostiene la banda, “afecta a uno de cada seis rockeros en edad madura”. El propio Dorio revela haberse practicado una novedosa cirugía (similar a la del “cinturón gástrico” que se realiza a personas obesas): se trata de la operación conocida como “cinturón hepático”, que reduce las dimensiones del hígado dañado, y que exige que cuando el paciente tome bebidas alcohólicas, sólo pueda beberlas en estado líquido. Algunos malpensados —de esos que nada quieren al heavy, que creen que Iron Maiden es una marca de planchas, y que no saben diferenciar al violero Walter Giardino del estilista Roberto Giordano— ya acusaron a los Hepática de “transar con el sistema”: fue cuando la banda cedió sus derechos para promocionar un reconocido medicamento digestivo, que se consume en gotas antes y después de las comidas. No obstante las acusaciones, el aviso publicitario resultó un éxito: ese chorizo que sacude su melena de papas fritas al son de un riff metalero amerita un premio Clío, y ratifica el final de la “era Agulla”. Y por otra parte, el acuerdo permitió que las canciones de Hepática accedieran a nichos tradicionalmente esquivos para el metal, como las reuniones de Alcohólicos Anónimos, los programas de TV del Canal Salud, y los congresos de nutricionistas.

* Cualquier similitud con la realidad, es un espejismo causado por la típica insolación veraniega.