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Jueves, 24 de mayo de 2007

LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR

Hoy: Las Porristas, rock universitario fumón *

 Por Javier Aguirre

La veloz y triunfal carrera de Las Porristas es la historia de un malententido que creció hasta convertirse en un éxito. Esta banda oriunda de El Palomar comenzó como un alegre y bobalicón grupo de chicas que, a la manera de las porristas de las universidades norteamericanas y los partidos de la NBA, hacía delirar al público del under del Oeste al arengar desde el escenario con sus cantitos, sus plumeritos multicolores y –principalmente– con sus infartantes bombachones ajustados. “Dame una P”, era el verso inicial con el que empezaban su show, para seguir deletreando las palabras “Palomar” y “Porristas” (aunque muchos zarpados, con la vista fija en las sensuales redondeces contenidas por los bombachones, apostaban a que el “Dame una P” en cuestión aludiera a palabras menos inocentes, como “poronga” o “pija”).

Sin embargo, a pesar de la combustión sexual que había en aquellos iniciáticos conciertos, la carrera de Las Porristas dio un vuelco cuando, por un error generado a partir del nombre de la banda, fueron invitadas a tocar en un festival de reggae. “Los organizadores creyeron que ‘porristas’ es sinónimo de ‘porreras’ y nos metieron en la fecha roots, aunque nosotras no sabíamos ni diferenciar entre Bob Marley y Nahuel Mutti”, recuerda la ahora bajista (y ex plumerista) Cynthia Marley (ex Cynthia Rampotti). “Pero igual –continúa–, cuando llegamos al festival, estaban todos tan dados vuelta que nos animamos a zapar temas de reggae y nos fue bárbaro, salvo porque un chabón se fumó uno de nuestros plumeritos arengadores.”

Desde entonces, después de haber sido toqueteadas por la varita mágica del groove jamaiquino, Las Porristas conocieron el éxito a través de combinar el reggae morocho de El Palomar con arengas propias de rubias chicas populares del Connecticut College. La letra de su canción Qué linda noche para fumarse una porrista lo atestigua: “Las porristas argentinas/ que sacuden serpentinas;/ son gatos y también clowns./ Si no, mirá a Las Diablitas/ o a esas Marineritas/ (trolas de Almirante Brown)./ Nosotras hacemos reggae/ nacional y popular./ Y si no hay para fumar,/ le damo’ a la caña Legui”.

Sin embargo, lo feliz de la mutación musical de Las Porristas tuvo un lado negativo: ahora las chicas usan dreadlocks tan largas que les tapan aquellos soberbios y esféricos bombachones.

* Cualquier parecido con la realidad es un caprichoso
fallo del inmortal árbitro de barba que dirige el Gran
Partido de la humanidad.

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