”Pagaré con mi vida la lealtad de un pueblo. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.” En medio de una canción –Café Latinoamericano–, los Guillermina introdujeron un extracto del último testimonio público de Salvador Allende antes de morir bajo fuego pinochetista. No ocultan con sutilezas sus intenciones ideológicas. Con mayoría de canciones de buen gusto –sobre todo Parece y Al Sur–, la banda de Haedo se perfila con promisorio futuro. Tienen condiciones, cabeza y sentimiento. Ardeimperios es un disco para recomendar a tu mejor amigo sin temor a represalias. ([email protected])

Lejos ya de un disco autoasumido como trunco (Mi pesadilla y mi esperanza), el cuarteto Amerita Labilly de Bella Vista se acomodó en la escena punk-rock con otro (Seguir viviendo) asumido como una revancha. El trabajo cumple con los requisitos básicos de la herencia ramonera: guitarras al frente, bases potentes, melodías pegadizas y coros en línea con la ascendencia. No es poco. ([email protected])

Algunas influencias del Purple versión Coverdale-Hughes más una sinonimia inevitable con el primer Rata Blanca determinan el tono de Senderos del alma, tercer disco de Renacer, grupo que apuesta al heavy metal blanco, minucioso y cuidado. Letras cargadas de dolor y desengaño (Nueva sangre, Mucho mejor), y preocupaciones sociales (Un nuevo sol), posibilitaron el lucimiento de Christian Bertoncelli, gran voz del heavy nacional. “Este es el disco más potente y melódico que hicimos –subraya el cantante–; usamos casi todas primeras tomas y sólo le agregamos arreglos necesarios. Queríamos el espíritu de la banda en vivo.” ([email protected])