Jueves, 25 de mayo de 2006 | Hoy
CUCHá, CUCHá › ESCUCHAR, SCRATCHAR,QUEMAR
Con historias de voyeurs, psicodealers salvadores, pastillitas de paranoia, sueños derrotados y risas made in Hong Kong, los Zumbadores se autoasumen cronistas precisos de la cruda época que les toca. Las letras no conllevan idealismos, abstracciones ni esperanzas, sino sentimientos encontrados entre la culpa o el deseo de vivir o matar. “Te degollaré con un disco afilado de los Rolling Stones”, cantan en Bailaré sobre tu tumba, reviviendo a los extintos españoles de Siniestro total. A la música no le queda otra que acompañar los filosos fraseos de Ale Fassi. Con un sonido compactísimo y parejo, gran trabajo de vientos a cargo de los Dancing Mood –sobre todo en Psicodealer– y links meta-rockeros –En La forma en que me ves aparecen Brian Barthe tocando gaita irlandesa y Gabriel Irisarri, banjo–, la placa que sucede a Frutilla y almeja se saca al menos un ocho. Exacto el nombre, además. Piensen si una frase como “El gris del miedo está en tus ojos / te convertís en el peor esclavo / el esclavo feliz / ése que se encadena solo / lustrándole el zapato al diablo”, no define a un hijo de la barbarie. Más data en www.zumbadores.net
Picar este disco rápido podría llevar a un error: ubicarlo como parte de la progenie del rock chabón. No estaría mal, pero Percobarocho tiene otras intenciones. Las guitarras de Fernando “Rock” Rimmaudo y Scualo Monti no siempre afinan abiertas y las melodías esquivan al Calamaro que abrazó la patria estón. Suma: con su rock crudo, simple y cancionero están más cerca de La Mancha de Rolando y Blues Motel, otras bandas que histeriquean, pero no curten con el subgénero más popular del rock argentino post-2000. Callejeros pero prolijos, sorprenden con pasajes ¡semi sinfónicos! (Poco y nada), sonidos inhóspitos (Mi réquiem) y una balada taciturna y eléctrica, lejos, lo mejor del disco: La otra noche. www.percobarocho.com.ar
“Todos buscamos un poco de atención”, canta Ariel Sayán en Todas las músicas hablan de amor, tema que inicia El artista. La verdad es que lo logra. Su voz y sus versitos de amor aniñado retobarían el oído de cualquier rocker promedio, pero lo arrimarían a las babasónicas más sensibles, si ése es el cometido. Las canciones de Varicela –banda indie de Córdoba– podrían ser definidas como un pop fino y creativo (Dormir la siesta parece un óleo de tres de la tarde), pero también como una bufarreada beat (La la la, que parece una falta de respeto a Spinetta-Páez). Más contrastes aparecen entre un bello arreglo de cuerdas (El suicidio del cantautor), y la cizañera ¿Rock and roll?, sarcasmo que podría generar violencia colectiva si la tocan en un festival antes o después de Horcas. [email protected]
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