”Hay una hora para cada película... Esta es la hora de las de terror, los dramas, las comedias románticas, las condicionadas... Pero, ¿quién puede encargar por teléfono que le manden a su casa el DVD de Scooby Doo 2 un sábado a la 1.30 de la mañana?” Fastidiado, intrigado, Fabián –el chico del delivery del video club “Almagro”, una miguita frente a las panaderías Blockbuster– sale a cumplir la orden de su jefe, quien a la 1.26 del domingo atendió la llamada con el específico pedido de la Scooby Doo 2, no la de dibujos animados sino la que hicieron con actores, salvo Scooby, que sí fue hecho con animación. Su horario termina, supuestamente, a la medianoche, pero es temporada alta (llueve y hace muuuuuucho frío; eso significa temporada alta para un videoclubcito con envíos a domicilio) y siempre hay un llamado más pidiendo Ballottage anal –una porno francesa– o esa del asesino serial que colecciona motosierras. Y allí va Fabián, al trote bajo la llovizna (con el pelo pegado en la frente parece Shaggy), sólo a tres cuadras del cliente, preguntándose quién carajo pudo encargar esa película a esa hora. Opción 1: una morocha, onda Pamela David, recién bañada, en bata, solitaria y desvelada. Imposible. Opción 2: unos chicos de padres progre que los dejan quedarse hasta tarde y pedir películas por teléfono. Raro, pero creíble. Opción 3: abuelos encargando para sus nietos, que vienen a almorzar mañana. Descartado. ¿Qué abuelo pide un delivery a la 1.30? Además pidió que la llevaran ahora, no mañana. No. Opción 4: un grupo de borrachines/fumones que piden cualquier pavada para reírse. Improbable. Hubieran elegido una de estudiantes de Preparatoria que quieren debutar. Por fin llega al edificio, lo intercepta el tipo de seguridad, de camisa y corbata, que le dice, garca pero correcto: “¿Es para el 11º A, no? Pidieron que dejaras la película acá, que después bajan a buscarla”. Todo mojado y con el enigma sin respuesta, vuelve al video a saludar, y ya se va para Constitución. De ahí tiene una hora y cuarto de viaje hasta su casa. “Por suerte hace frío y llueve”, ironiza.