Su repertorio de homenajes itinerantes es bastante más rockero de lo que parece: se sabe puñados de canciones de los Beatles, los Ramones, los Redondos, los Ratones, León Gieco y hasta Callejeros. Es cierto, todas sus versiones tienen un mismo estilo: acordes muuuuy simplificados y letras inevitablemente sanateadas, con la excepción de los estribillos y la primera estrofa de cada tema. Sin embargo, el “mercado” lo ha llevado a especializarse en tributar, en dúo con su guitarra criolla, a una serie de solistas que va de Ricardo Arjona a Joaquín Sabina, con escalas eventuales en “Aute, Silvio e Ismael Serrano”, dice, dando por sentado que el primero de la lista se llama Luis Eduardo y el segundo se apellida Rodríguez. “Ahora estoy en temporada de Arjonas”, explica, feliz por la salida laboral que a los tributadores como él les posibilita el éxito del millonario trovador guatemalteco en Buenos Aires. Y lo de las “temporadas” es cierto: cualquiera que esté en el negocio de los shows-tributos para bares lo sabe. El mismo, mercenario del hit ajeno, ha tributado con igual profesionalismo a los Stones, a Shakira, a Miranda!, a Soledad Pastorutti y a Rodrigo. “Es según lo que vaya saliendo”, se resigna, siempre oportunista ante las promociones mediáticas; e improvisa, como muestra, un mix acústico entre Candy, de Iggy Pop (que va a estar en el Pepsi Music), Hey Mama de los Black Eyed Peas (que tocan en el Bue) y Pingüinos en la cama, de Arjona (de cara a su ristra de 28 funciones en el Luna Park). “El secreto es tener la cabeza muy abierta y aprenderse los hits de la radio con anticipación”, enseña y, con la hilacha ya mostrada, revela que se prepara para fin de año. “Diciembre va a ser temporada de Sabinas, porque con los dos shows que va a dar Joaquín en la Bombonera, se viene un fin de año con mucho laburo para los que sepamos tocar 19 días y 500 noches”, vaticina, mirando al horizonte, cual baqueano de la escena musical porteña.