El merchandising del Mundial parece no dejar ni un solo agujero por recorrer. Y ni siquiera las cavidades más íntimas del cuerpo se salvan del aluvión de productos pensados para ganar dinero antes del 9 de julio (no por el aniversario de la Independencia sino porque ese día se juega la final del torneo). Esta vez no son gorros de arlequín, trompetas, bombachas, banderitas, posters, biografías de jugadores que todavía no cumplieron 19 años ni dentaduras postizas: el último grito –en este caso, el último gemido– del merchandising mundialista son los vibradores.

Resulta que los dos jugadores más famosos del seleccionado de Alemania, el volante Michael Ballack y el arquero Oliver Kahn, demandaron a una cadena de sex-shops locales por el uso de su imagen y sus nombres para comercializar distintos modelos de consoladores útiles para la mujer y el hombre. Así, en pleno Mundial, los modelos de falos artificiales “Olie K.” y “Michael B.” aparecieron en los catálogos de los sex-shops germanos.

La polémica, por el momento, es sólo de cabotaje (de cabotaje alemán), aunque podría extenderse a otros países. ¿Cómo caería en el seno de la Selección Argentina que alguien colocara en el mercado de juguetes sexuales los exclusivos modelos “Juan Román R.” –no recomendable para personas frías y algo desapasionadas–, “Lionel M.” –ideal para el público teen–, “Carlitos T.” –para el consumidor cumbiero– o “J. Saviola”, especialmente cabezón?

¿Aparecerán modelos inspirados en los jugadores de otros equipos mundialistas, como Costa de Marfil, Angola, Ghana o Togo? Lo único confirmado es que los vibradores “Olie K.” y “Michael B.” –16 centímetros de largo, algo menos de 70 euros de precio– motivaron que los jugadores alemanes iniciaran acciones legales. Aunque no confirmaron si la denuncia obedeció al uso comercial indebido de sus nombres, o acaso a que consideraron escaso el centimetraje de los adminículos.